—Hola Gunnar, cuanto tiempo sin verte —le saludó de forma educada.

¿Gunnar?, ¿era aquél el verdadero nombre de James?, era un nombre extraño que jamás había escuchado. Le miré sorprendida.

—Veo que ni siquiera le has contado a tu humana cuál es tu verdadero nombre —añadió mientras se levantaba y se apoyaba sobre la chimenea.

—¿Qué haces aquí Lucius? —respondió James, se me hacía demasiado raro aquel otro nombre.

Me apretó aún más contra su espalda ocultándome casi por completo detrás de él. Aquel vampiro parecía muy antiguo y conocía el verdadero nombre de James, debía hacer mucho tiempo que se conocían pues la forma en que le hablaba aquel vampiro así lo afirmaba. Me agarré al brazo de James, los otros dos vampiros seguían allí de pie sin moverse, tan solo me observaban atentamente. Me sentía en peligro como si de aquí a un segundo fuesen a abalanzarse sobre mí.

—Sabes muy bien porqué estoy aquí, nos estás poniendo en peligro a todos con tus actos. Mataste a dos de los nuestros y asesinaste a un humano solo para protegerla —mientras pronunciaba aquellas palabras cogió la fotografía que se encontraba sobre la chimenea en la que aparecíamos mi padre y yo cuando tenía catorce años, la observó por unos segundos y la depositó de nuevo en su lugar.

—Eso no es problema tuyo, ni siquiera te importaban, si no ¿por qué iban a campar a sus anchas por la ciudad matando personas? —le recriminó James, su rostro estaba lleno de ira, estaba dispuesto a todo para protegerme. Observó por un momento a los otros dos vampiros—. Y dime ¿ahora te dedicas a transformar humanos?, estos dos no deben llevar ni tres meses como vampiros y los traes aquí sabiendo que no podrán resistirse a alimentarse de ella.

El tal Lucius rio de forma divertida, parecía que aquella observación le había hecho gracia, en cambio yo estaba aterrada. Aquellos dos no dejaban de mirarme mientras sus ojos lentamente iban adquiriendo un tono rojizo, solo pensaban en devorarme al igual que un trozo de carne y mi alterado estado solo hacía empeorar la situación.

—No la atacaran a menos que yo lo ordene —aseguró mientras daba pequeños golpecitos con los dedos sobre el bastón de plata—. Solo he venido a hablar contigo. Me sorprende que un temible guerrero como tú se haya convertido en todo un caballero. Dudo que si tu pequeña humana supiese como eras en la antigüedad siguiese a tu lado.

¿A qué se refería con aquello? En realidad apenas conocía la historia del pasado de James, pero según insinuaba Lucius era la de un guerrero despiadado o algo parecido, ¿tan graves habían sido sus actos? Quizás era lo que pretendía aquel ser, que dudase de su integridad y que me apartase de él y así los otros tendrían el camino libre para atacarme, pero eso no pasaría yo le amaba y confiaba en él. Notaba que James cada vez estaba más alterado le temblaban las manos y su cuerpo estaba duro al igual que una roca.

—¿Qué es lo que quieres Lucius?, no tengo tiempo para tanta palabrería —escupió con rabia.

Volvió a sentarse en el diván cruzando las piernas y apoyando los brazos en el respaldo, su actitud prepotente y maléfica se extendía por toda la estancia creando un ambiente tenso y desagradable.

—Quiero que te marches de mi ciudad y que te alejes de ella —me miró fijamente—. Termina lo que estés haciendo y abandona Londres, aquí solo causarás problemas y llamarás la atención del consejo. No quiero que esos vejestorios metan sus narices en mis asuntos si es que ya no están al tanto de todo por tu debilidad hacia esa humana.

—¿De verdad crees que la dejaré aquí sola, sabiendo qué esos dos están deseando alimentarse de ella? a saber cuántos neófitos más andan sueltos por la ciudad ¿qué pretendes Lucius? Soy más antiguo que tú, podría arrancarte la cabeza con tan solo un movimiento. Además ten por seguro que si abandonase la ciudad el consejo sería informado de todo.

Yo solo observaba la escena y me mantenía en silencio, entre aquellos vampiros me sentía poca cosa. Esos seres desbordaban peligro por todos sus poros y muchas cosas de las que hablaban ni siquiera las entendía. Por una vez deseé ser una de ellos y así poder proteger a James si decidían atacarnos.

—Puede que seas más fuerte que yo, pero no posees a un grupo de neófitos a tu servicio y ya sabes lo devastador que puede ser eso, incluso para mí son peligrosos. Podría llamarles y en pocos minutos estarían aquí esperando mis órdenes —una mueca de superioridad cruzó su rostro—. Podéis marcharos —les indicó a los otros dos vampiros que no cesaban de mirarme. En un segundo se habían ido, quedando solo Lucius en la casa.

—¿Por qué estas creando vampiros?, sabes que está prohibido hacerlo sin consentimiento del consejo —le recriminó—. Veo que tus ansias de poder siguen presentes, a pesar de que fueron generosos y que pese a tus actos pasados te dejaron a cargo de Londres.

Con aquellos dos fuera de allí me sentí un poco más tranquila, aunque no podía soltar a James, aquel vampiro me daba miedo, era imponente y de aspecto sombrío.

—Eso es cosa mía. Es mi único y último aviso, abandona Londres en dos días. Si no lo haces deberás atenerte a las consecuencias —le advirtió con tono tranquilo. Durante todo el encuentro su voz no se había alterado ni un ápice.

Se incorporó y se acercó a nosotros, James dio la vuelta hasta que mi espalda quedo posicionada delante de la pared. Lucius me miró y después miró a James.

—Quizás tu humana me fuese de más utilidad como neófita que muerta —afirmó, pero esta vez no había ningún sarcasmo en su voz, lo decía en serio.

—Eso es un motivo aún más poderoso para que no me marche de Londres, jamás dejaría que la tocases. Márchate antes que me arrepienta de dejarte con vida.

—Dos días Gunnar, ni uno más —añadió y desapareció, tan solo su risa socarrona quedó flotando en el ambiente.

Macabra Tentación - 1.El Vínculo (¡¡subida de nuevo!! A la venta en Amazon)Where stories live. Discover now