𝐄𝐥𝐢𝐳𝐚𝐛𝐞𝐭𝐡 𝐲 𝐋𝐚 𝐂𝐚𝐦𝐚𝐫𝐚 𝐒𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐚

14. Empieza el juego

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"LA CAMARA SECRETA"

Los últimos días las cosas fueron raras con los chicos, a veces eramos los de siempre y a veces era incomodo. 

¡Tengo que decírselos!

Me siento orgullosa de decir que después del desastroso episodio de los duendecillos de Cornualles, el profesor Lockhart no había vuelto a llevar a clase seres vivos. Ahora en sus clases se dedicaba a leer a los alumnos pasajes de sus libros, y en ocasiones representaba alguno de los momentos más emocionantes de su biografía. A veces incluso se atrevía a sacar a Harry para que lo ayudara en aquellas reconstrucciones, mi pobre amigo había tenido que representar los papeles de un ingenuo pueblerino transilvano al que Lockhart había curado de una maldición que le hacía tartamudear, un yeti con resfriado y un vampiro que no pudo volver a comer otra cosa que no sea lechuga.

Ahora le toca hacer de hombre lobo, por supuesto que Harry no está feliz, por su cara podría decir que se siente humillado. Es que... cualquiera se vería arraigado si lo obligaran a hacer eso.

—¡Aúlla más fuerte, Potter! —grité presa de la risa al lado de Seamus, ambos con la mano en la boca intentando calmar nuestra escandalosa risa.

—No te burles, Beth —advirtió Hermione viéndome con reproche.

Hay amiga, en estos momentos no tomo nada en serio.

—Aúlla fuerte, Harry, eso es... y en aquel momento, créanme, yo salté tirándolo contra el suelo, con una mano, y logré inmovilizarle. —nos mostraba los movimientos haciendo ademanes exagerados con las manos —Con la otra, le puse la varita en la garganta y, reuniendo las fuerzas que me quedaban, llevé a cabo el dificilísimo hechizo Homorphus; él emitió un gemido lastimero, ¡Harry... más fuerte!... —por la cara de mi amigo se puede notar que no está para nada feliz —y la piel desapareció... los colmillos encogieron y... se convirtió en hombre. Sencillo y efectivo. Otro pueblo que me recordará siempre como el héroe que les libró de la terrorífica amenaza mensual de los hombres lobo.

Entonces sonó el timbre y Lockhart se puso de pie, había estado en el suelo dramatizando su hallazgo.

—Su tarea es componer un poema sobre mi victoria contra el hombre lobo Wagga Wagga. ¡El autor del mejor poema será premiado con un ejemplar firmado de El encantador! —una ola de bu's salió de los niños, mientras que las niñas escribían sus ideas emocionadas en alguna parte de sus objetos personales. Tengo un par de ideas sobre el brillar en sus dientes.

No se equivoquen. Yo respeto a los mayores, sobre todo cuando pasan de treinta, pero un adulto que dice ser un héroe y presume cada una de sus victorias no es de admirar.

Me despedí de Finnigan con la mano y alcancé a Harry con mis otros amigos.

—¿Listos? —preguntó Harry.