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*Narra Harry*
Baje a desayunar, y los Dursley ya estaban sentado en la mesa de la cocina, mirando el televisor; un regalo que le habían hecho a Dudley al volver a casa después de terminar el curso, porque se había quejado a gritos del largo camino que tenía que recorrer desde el frigorífico a la tele de la salita. Dudley se la ha pasado la mayor parte del verano en la cocina.

Me senté entre Dudley y tío Vernon; nadie se dio cuenta que ya estaba en la cocina. Tome un tostada y mire al presentador de televisión, que informaba sobre un recluso fugado.

—«Tenemos que advertir a los telespectadores de que Black va armado y es muy peligroso. Se ha puesto a disposición del público un teléfono con línea directa para que cualquiera que lo vea pueda denunciarlo.»

—No hace falta que nos digan que no es un buen tipo —dijo tío Vernon echando un vistazo al fugitivo por encima del periódico—. ¡Fíjense qué pinta, vago asqueroso! ¡Fíjense qué pelo! —me lanzó una mirada de asco y volvió a ver la tele.

—«El ministro de Agricultura y Pesca anunciará hoy...

—¡Un momento! ¡No nos has dicho de dónde se ha escapado ese enfermo! ¿Qué podemos hacer? ¡Ese lunático podría estar acercándose ahora mismo por la calle! —tía Petunia, se dio la vuelta y escudriñó atentamente por la ventana de la cocina. Sabía que a ella le habría encantado llamar a aquel teléfono directo—. ¡Cuándo aprenderán —dijo, golpeando la mesa con su puño— que la horca es la única manera de tratar a esa gente!

—Muy cierto —dijo tía Petunia, que seguía espiando las judías verdes del vecino.

—Tengo que marcharme. El tren de Marge llega a las diez.

—¿Tía Marge? —dije—. No... no vendrá aquí, ¿verdad?

Aunque no fuéramos familia, desde siempre me habían obligado a llamarla «tía». Ella vivía en el campo, en una casa con un gran jardín donde criaba bulldogs. No le agradaba y a mi ella tampoco.

—Marge pasará aquí una semana —me dijo tío Vernon—. Y ya que hablamos de esto —me señaló amenazador—, quiero dejar claras algunas cosas antes de ir a recogerla. Primero, usarás un lenguaje educado cuando te dirijas a tía Marge.

—De acuerdo, si ella lo usa también conmigo.

—Segundo —prosiguió, como si no hubiera oído—: como Marge no sabe nada de tu anormalidad, no quiero ninguna exhibición extraña mientras esté aquí. Compórtate, ¿entendido?

—Me comportaré si ella se comporta —conteste apretando los dientes.

—Y tercero, le hemos dicho a Marge que acudes al Centro de Seguridad San Bruto para Delincuentes Juveniles Incurables.

—¿Qué? —grite.

—Y eso es lo que dirás tú también, si no quieres tener problemas —no dije nada más, estaba enojado. Que tía Marge vaya a pasar toda una semana era el peor regalo de cumpleaños que los Dursley me habían hecho—. Bueno, Petunia —dijo, levantándose con dificultad—, me marcho a la estación. ¿Quieres venir; Dudders?

—No —respondió mirando la televisión.

—Duddy tiene que ponerse elegante para recibir a su tía —dijo tía Petunia—. Mamá le ha comprado una preciosa pajarita nueva.

Tío Vernon dio a Dudley una palmadita en su hombro.

—Vuelvo enseguida —dijo, y salió de la cocina. Entonces tuve un idea. Deje la tostada, me puse de pie y seguí a tío Vernon hasta la puerta—. No te voy a llevar

Una Vida Con Él - (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora