✯god meets poison✯

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—te ordeno que vengas aquí y me abraces.

jeno arqueó una ceja, él podía ser el menos agresivo de la familia, pero nadie lo mandaba.

—¿disculpa?

—¿Eres virgen?—La cara de jeno se deformó y sin querer su voz salió más aguda de lo que hubiera querido.

—¡¿disculpa?!— haechan le hizo un ademán a jeno para que se acercara y éste un poco desconfiado lo hizo.

—que si has tenido sexo, ya sabes... pene, vagina.. dos penes... dos vaginas.. incluso en mayores cantida-

bien, el castaño estaba nervioso, ¡aquí el puro e incorruptible era haechan, no él!

—¡sé lo que significa! lo que no entiendo es, ¿por qué te interesa saber? ¿no se supone que TÚ eres el virgen aquí?

haechan jaló a jeno hasta que éste quedó debajo suyo, entre el cuerpo del pelirrojo y las sábanas de la cama y dejó unos cuantos besos en el cuello del castaño antes de hablar.

—¿quieres comprobar que tan virgen soy?

jaemin salió del olimpo y comenzó a caminar entre los jardines, viendo entre las nubes lo lejano que se veía la ciudad de atenas, soltó un suspiro y siguió caminando sumido en sus pensamientos, ¿qué sería de él y su soledad? estaba seguro que para mañana, jeno se mostraría cómo la pareja de su mojigato hermano. sus padres taeyong y doyoung estaban felizmente casados, jisung estaba comenzando una relación algo confusa con chenle mientras mark, por más raro que fuese estaba saliendo con su padre yuta.

—un joven tan guapo cómo usted no debería estar sólo por aquí, tiene suerte que sea el olimpo, sino, ya me lo hubiera robado.

jaemin volteó hacia donde provenía la voz y lo vio ahí.

huang renjun lucía tan erótico y tierno como siempre.

jaemin le sonrió y dejó que el dios del amor caminara junto a él.

—me gusta estar sólo, puedo pensar mejor.— habló volteando a ver el cosmos sobre él.

—eso es una mentira, a nadie le gusta estar sólo.— el azabache volteó a ver al pelirrubio inquisitivo y éste rió.— no me puedes mentir, a ti no te gusta la soledad, sólo que ya estás acostumbrado.

—vaya, me sorprendes. y yo aquí pensando que solo eras una cara bonita, sin el afán de ofenderte.

—no te preocupes, te aseguro que no eres el único que piensa eso, la mayoría aquí, sino es que todos, piensan lo mismo.— renjun soltó un suspiro y vio hacia el cosmos igualmente.— pero pasar tantos años ahí abajo, junto a los humanos, me hizo darme cuenta de algo.

el azabache volvió su mirada hacia el pelirrubio y levantó su ceja.

—nosotros somos dioses, no humanos, renjun.

—los dioses no somos tan diferentes a los humanos, quizá nosotros somos inmortales y tenemos unos cuantos poderes, pero al final de cuentas, compartimos los mismos miedos, los mismos pecados y las mismas alegrías.

—¿dices que somos tan indefensos como ellos, renjun?

—creo que no soy el único que ha estado entre humanos por mucho tiempo, jaemin, debes de saberlo ya.

—lo hago, sí.— jaemin dejó su mirada sobre la de huang y cuando llegaron al balcón que daba la vista sin complicaciones de la ciudad de atenas, se recargaron ahí.— se supone que somos seres superiores, pero con tan solo pasar un pequeño tiempo entre humanos, te das cuenta que somos tan iguales, incluso ellos deben ser más fuertes que nosotros.

renjun soltó una suave afirmación y sin necesidad de decir nada más, ambos dioses se quedaron por minutos observando la vista que la noche les regalaba. si volteaban hacia arriba, se podían ver con claridad los astros brillando, las estrellas y otras galaxias adornado el lindo cosmos. si volteaban hacia abajo, se podía observar la antigua ciudad de atenas, su escuela de filósofos y las casas de las personas, las calles solas debido a la hora que era.

y si volteaban a su respectiva derecha o izquierda, encontrarían el perfil del dios que en poco tiempo los hacía parecer humanos enamoradizos e ilusionados.

y ambos dioses pensaron que la vista a sus costados no podía ser más perfecta.

—¿sabes renjun?— El nombrado emitió un sonido haciéndole saber al azabache que lo estaba escuchando.— hay algo en ti, sin duda, que me atrae, muchísimo.

los ojos del rubio se posaron en su acompañante y le sonrió.

—lo mismo digo de ti, jaemin, me haces cuestionarme si la perfección en serio no existe.

ambos dioses se quedaron viendo unos instantes antes de sonreír.

fueron acercando sus caras hasta que sus labios rozaron, y finalmente el dios del amor y el dios de la guerra se besaron.

[愛] afrodita➸ renminWhere stories live. Discover now