12. Netflix y termómetro.

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- ¿Me tengo que quedar yo también?

Luisita negó con la cabeza, pero aquel movimiento se vio interrumpido por un estornudo, terminando de confirmar el estado de salud de la rubia.

- No te preocupes, ve y disfruta tú.

No le hizo falta que insistiera mucho más para convencerla. Además, no se quería poner mala ella también.

- Vale, gracias. Mañana te llamo para saber cómo estás, ¿vale?

- Vale.

- Anda, descansa.

- Gracias.

Le dio un beso rápido en la frente, por si acaso aquello fuera contagioso, y desapareció tras la puerta. Luisita se sentía realmente mal, porque sentía que había abandonado a su novia en aquella salida, y normalmente habría hecho el sacrificio de salir, pero sabía desde hacía varios días que sus defensas estaban fallando. Era casi febrero y aún hacía muchísimo frio, más el cansancio y todas las tareas, trabajos y estudio que tenía durante el día, no le sorprendía que su cuerpo empezara a fallar. Luisita siempre quería dar lo máximo de si misma, y no solo porque fuera algo exigente, sino porque también tenía ese pequeño miedo dentro de ella a decepcionar a los demás. Pero esa noche, sabía que no podía más.

Decidió coger una manta y terminar de acomodarse en el sofá tumbada para ver cualquier película y que le hiciera amena lo que quedaba de noche. Después de estar casi diez minutos buscando en el catálogo qué ver, empezó a tener escalofríos, indicándole, sin necesidad de termómetro, que su temperatura corporal iba en aumento, pero se tapó aún más con la manta a porque se moría de frío. Al final decidió poner Friends, no tenía ganas de empezar nada nuevo ni de estar muy atenta a ninguna trama, y aquella serie era el antídoto perfecto para animar a cualquiera.

Sus párpados se cerraron quedándose dormida sin remedio, y si no fuera porque Amelia entró en el salón despertándola sin querer, se habría quedado toda la noche en el sofá. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba sudando más de lo normal, pero no quería tomarse ningún analgésico hasta que la ojimiel no se fuera. Sin embargo, para la desgracia de la rubia, ella nunca pasaba desapercibida para Amelia, y cuando la morena estaba buscando su bolso para salir ya, se fijó en ella. Luisita estaba hecha un ovillo en el sofá con la manta hasta el cuello, y le daba la sensación de que temblaba un poco. Sabía que tenía que ignorarla porque la rubia no quería ni que la mirase, pero... no podía evitarlo.

- ¿Estás bien?

- ¿Y a ti qué te importa? – Luisita escuchó como Amelia resopló con fuerza algo harta, y, a decir verdad, ella misma se estaba empezando a cansar de estar siempre en guerra, así que intentó rectificar, aunque fuera un poco. – Tengo un poco de mal cuerpo, eso es todo.

En realidad, era algo más que eso, pero ni quería preocuparla ni quería seguir hablando con ella, hoy no tenía fuerzas. Sin embargo, la ojimiel no era tan fácil de disuadir como su novia, y notó como se acercaba a ella hasta sentarse en el sofá. La morena vio como Luisita tenía el pelo algo mojado de sudor, así que decidió arriesgarse a que la apartara de un manotazo y puso su mano en su frente para comprobar la temperatura. De lo que no se dio cuenta fue de que la rubia la observaba atentamente. Amelia estaba preciosa, llevaba una blusa amarilla combinada con unos labios rojos que hacían que la mirada de la rubia fuera directa a ellos. Luisita se quedó admirando su belleza, aunque tuviera el rostro algo serio mientras comprobaba la temperatura de la rubia.

- Tienes fiebre.

- Vaya, ¿has tenido que sacarte la carrera de medicina para llegar a esa conclusión?

- ¿Puedes dejar de tratarme tan mal, aunque sea por unos minutos? Estoy haciendo esto por ti.

Era verdad. Amelia podría haberla ignorado y haber seguido su camino tal y como lo había hecho su novia, pero no, ella estaba ahí sentada junto a ella con sus ojos miel cargados de preocupación. Podía leer en aquella mirada como le dolía a Amelia cada palabra de desprecio que salía de su boca y se sentía mal, pero en realidad no lo hacía queriendo para herirla, era aquel resentimiento que no podía evitar que hablase por ella.

Un refugio en ti (#1)Where stories live. Discover now