La vida de Martina Edwards parte II

Comenzar desde el principio
                                    

−Sólo di que te dan miedo y ya. −Ríe mamá acariciando su cabello. −Ve, será para mejor.

− ¡¿Miedo yo?! −Se indigna. Un tono rosa adorna sus mejillas.

Sonrío cruelmente imaginando las posibilidades.

Creo que ya se cual elegir...

− ¿Me conviene? −Pregunto.

−Desde luego. −Dice sin interés− Piso ocho, la Dra. Diaz es la directora, por si quieres orientación. Mi opinión, es que te largues de esta casa.

− ¡Christine!

−Odontología será. − ¡Creo que ya me siento cercana a la carrera!

−No. −Dice mamá.

−Si. −Bromeo.

Hasta que fui al piso ocho y la directora me hizo un tour por todo el piso, me pareció bastante privado para trabajar. Quizá mantener la postura sería un desafío para mí, pero en sí no me joderán por pacientes muriendo. Bueno, tal vez algunas excepciones como mi madre, que no me permitió ver como la directora la atendía.

¡No es justo!

¡Aun así me pareció genial! ¡Trabajaban dentro de medidas tan ínfimas y detalles tan delicados y minúsculos! pero tan interesantes, que un implante, un juego de prótesis, unas carillas y/o una endodoncia, hacían milagros en la calidad de vida de las personas.

Tal vez me gusta el hecho de que se vayan con una sonrisa a sus casas.

(...)

Y así fue como entre a la universidad, a regañadientes de mi madre. A mi abuelo le pareció bastante original la idea.

Lo demás fue pan comido...

Mentira, me atrasé dos malditos años, pero así es la vida.

[...]

(28 años, Principios del fic)

Martina E.:

Me vuelvo a levantar más descansada, almuerzo con Sandy y me dedico a hacer zapping en la TV. Leo un correo de mi madre. Debo evaluar nuevos del piso ocho recién ingresados. Ya veo... recuerdo la conversación en la mansión de mis abuelos, le pondré ojo a los nuevos. Si cometen algún error me culparé a mí misma.

En el transcurso del día descubro que los nuevos en realidad son bastante buenos, aunque es seguro sabiendo lo que piden para ingresar acá. La diferencia cuando todos son buenos es ver el perfil de cada profesional y preferir a los más adecuados psicológicamente para nosotros.

Las tres primeras damas estaban algo nerviosas, pero no eran muy diferentes de mis colegas con las que egresé, en cuanto a los caballeros, me pareció ver uno de la familia Myers... no me gustan esos idiotas. Pero, aunque este olía a narcicismo, se nota que era bastante aplicado. Le recordé que era necesario ser más afable con los pacientes y ya. El más joven requería experiencia con el público, pero de seguro le esperaban muchos años para perfeccionarlo.

Atareada veo un último cupo, ¡se supone que sólo serían esos cinco! Leo la ficha ''Veintisiete años, Angélica García'' ¿García? Son una familia agradable.

Abro la puerta.

−Buenas tardes −Digo ya harta.

Escucho un saludo muy bajo ''genial'' pienso, ''una tímida''.

−Nombre. −Digo. Escucho algo como Ange... ¡Ya es el colmo!

− ¿Cómo? Tengo prisa −Gruño.

En lugar de la chica morena que esperaba ver veo a una persona completamente distinta. Me devuelve la mirada una chica con unos ojos grises abiertos como platos, miro de reojo la lista. Es algo caucásica para ser familiar de los chicos que conozco yo.

Mi Pareja Perfecta IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora