Capítulo 25

1.3K 127 25
                                    

 Diana se quedó tumbada en la cama, con la mirada perdida en el techo, en cuanto se despertó. Quería saber cuál iba a ser el siguiente paso a dar antes de salir y enfrentarse a él. Si tuviera que hacer caso a su lado con falta de cordura, probablemente se habría entregado a él la noche anterior sin dudarle, pero el hecho de que hubiera optado por quedarse en la cama ya le decía todo lo que necesitaba saber: quería mantener las distancias hasta estar segura.

Quería estar con Chris, era lo único que tenía claro, pero no estaba segura de que aquel fuese el mejor momento para dar el paso.

Él la recibió con una sonrisa y el desayuno servido en cuanto se atrevió a salir de la habitación. Aún despeinada y con cara de haberse levantado hace poco, era la mujer más hermosa que había visto nunca.

No hablaron de lo de anoche, Chris esperaba que fuera ella quien sacara el tema, pero no lo hizo. Desayunaron y él decidió acompañarla a recuperar su coche, en cuanto se cambió la ropa vieja por el vestido que llevó la noche anterior -ya limpio y seco.

La acompañó hasta el depósito y, antes de partir caminos, ambos se despidieron como si fueran dos amigos, sabiendo perfectamente que pocas horas después se iban a volver a ver.

Diana tomó asiento en su silla una vez llegó a la oficina, tras haberse dado una ducha y haberse cambiado de ropa en casa, esperando que en cualquier momento apareciera Chris. Tenía el estómago encogido y su corazón comenzó a latir con fuerza cuando sintió a alguien trastear con el pomo de la puerta. Ni siquiera se creía capaz de esperarle sentada, en la misma posición.

La decepción cayó sobre ella cuando vio a Jamie, irrumpiendo en el despacho con una sonrisa pícara. La conocía desde hacía bastante tiempo como para saber qué significaba esa mirada, la había visto demasiadas veces el pasado mes, y no tenía ganas de pasar por aquello en aquel momento.

—Ya he quedado —se apresuró a responder.

—¿En serio? —inquirió confundida.

Diana asintió, aunque su apuesto acompañante era, en realidad, el bol de helado de chocolate que compró días atrás.

—¿Estás saliendo con alguien, y no me lo has contado? —canturreó— ¿Quizás es una persona que se ha vuelto muy cercana de repente?

Sabía perfectamente hacia dónde iban dirigidos los tiros. Que Jamie creyera que estaba saliendo con Mark no le preocupaba; en el fondo sabía que gran parte de la oficina lo pensaba. Era un rumor que había llegado a circular incluso cuando todavía estaba saliendo con Chris, y sin fundamento alguno más allá de la simpatía que había entre ambos.

—¿Por qué no me lo puedes decir? —siguió insistiendo.

Diana intentó mantenerse indiferente, concentrándose en sus tareas y fijando la mirada en el ordenador, pero su amiga no se lo estaba poniendo nada fácil. Y, a pesar de que estaba segura de poder ignorarla, su paciencia se agotó antes de que Jamie pudiera volver a insistir, tras cinco minutos haciendo las mismas preguntas y los mismos comentarios.

—¡Es gay! —finalizó.

Jamie detuvo sus insistencias y la miró con las dos cejas alzadas. Al principio se mostró incrédula, probablemente Diana se lo había inventado para conseguir que la dejara en paz, aunque al ver el semblante serio de su amiga, se mostró sorprendida. No estaba segura de que Diana llegase a los extremos de mentir sobre la sexualidad de una persona solo para no aguantarla.

—No se lo digas a nadie —la interrumpió, en cuanto la vio entreabrir los labios—. Yo ni siquiera tendría que habértelo dicho.

Jamie asintió rápidamente y, sabiendo que Diana no iba a desvelar la identidad del hombre misterioso, cambió de tema. Ambas tranquilas porque hubiera perdido la paciencia en su despacho y no en cualquier otra parte de la oficina, exponiéndose a que alguien más las escuchara. Qué equivocadas estaban.

FMSD / Chris EvansWo Geschichten leben. Entdecke jetzt