Ángel se levanta de repente y por primera vez no me asusto, solo me quedo inmóvil, indefenso, mientras él viene hacia mí con sus brazos abiertos. Ángel se arrodilla frente a mi asiento y me rodea con los brazos con una fuerza desesperada; no me aprisiona, sino que se agarra a mí como si fuese a caer al vacío. Su cabeza se pone contra mi pecho y solloza, mis latidos enloquecen y me pregunto si podrá oírlos.

Ahora, desde aquí, Ángel no parece más que un pequeño niño. Un niño demasiado bueno, de esos que se sienten culpables por cosas en las que no tienen decisión alguna. Tan dulce. Mi mano se mueve hacia él, como una pulsión, y me hallo acariciando su suave cabello chocolate.

—Ya pasó —le digo con un susurro pueril —, mi padre se fue de mi vida hace mucho. No puede hacerme daño—lo consuelo, soltando una risa irónica por la situación. Es extraño tener que consolar a otro por las cosas que le han hecho a uno.

—Si puede —dice en un suspiro, alejándose de mí para frotarse los ojos. No, Ángel, no hagas eso. Vuelve, devuélveme tu calor. —, en tus pesadillas y en tus recuerdos. Él... todavía duele; lo sé porque a mí me duelen cosas que ya se fueron —dice con tristeza, poniéndose en pie y tomándome la mano para ayudarme a levantarme a mí. —. No tengo más hambre ¿Tú? —niego, entrelazando nuestros dedos y poniéndome de pie. Él me toma de la cintura y me acerca a él. —Vayamos a sentarnos, estoy mareado, creo que ambos lo estamos.

Yo asiento y suspiro y lo próximo que sé es que mis pies no tocan el suelo y que oigo sus latidos en mi cabeza. Abro los ojos cuando siento su aroma masculino, estoy apoyado en su pecho mientras él se acomoda en el sofá acogiéndome entre sus brazos. Me siento como un pajarillo en su nido. Me acurruco y cierro los ojos de nuevo, notando que he empezado a llorar.

Entonces él me besa los párpados, los pómulos, las mejillas. Se lleva mis lágrimas, se bebe mis penas.

—Mi padre jamás fue un mal hombre —dice Ángel en murmullos sobre mi rostro, como si me compartiese un secreto que solo debe existir en el minúsculo espacio entre sus labios y mi piel antes de un beso. —, pero era un hombre distante. Recuerdo que me dolía a rabiar, que le echaba de menos. No puedo imaginar cómo extrañabas tú a tu padre si además de no estar ahí, cuando lo estaba era un diablo. No puedo imaginar tu dolor, Tyler, pero quiero curarlo. Quiero cuidarte, igual que tú sanaste mi soledad. Quiero hacerte sentir bien.

Sus palabras se deslizan junto a sus manos: unas bajo la piel, otras bajo la ropa. Todo mi cuerpo se eriza, sus dedos fríos me rozan la cintura, luego la sostienen con firmeza y me manejan con cuidado, poniéndose encima suyo de modo que le encare. Su aliento me choca en la boca y nuestros rostros están tan cerca que sus lágrimas parecen querer besar las mías. Me da un casto beso en la punta de la nariz y sonrío sin poder evitarlo, luego la roza con la suya, haciéndome tiernas cosquillas.

—¿Hacerme sentir bien? —dejo ir una risa irónica, más bien como un bufido —No sé si me he sentido bien en la vida, Ángel. Mi infancia estaba llena de miedo y mi vida, hasta que llegaste tú, era solo aburrimiento. No era feliz, pero era lo máximo a lo que podía aspirar; si alguna vez lo fui, lo he olvidado. Y ahora... ahora no sé lo que siento. Al principio era terror, joder, que si era terror... y ahora estoy confundido.

No puedo pensar con claridad. Mi cabeza hace extrañamente demasiado que no duele, pero está borrosa por dentro, como plagada de una densa niebla. Y cierro mis ojos para mirar tras ellos, en este mundo que hay dentro de mis pensamientos, aguzo la vista, achico los ojos, y todo lo que veo es niebla. No estoy seguro de nada, no sé nada.

Lo único real es Ángel: sus manos en mi cintura, sus labios en mi mejilla, sus lágrimas goteándome en la clavícula. No soy más que la piel que toca, no recuerdo nada que no sea ese cosquilleo, ese calor devastador que dejan sus labios, esa electricidad que traen sus dedos. Mis huesos son puro escalofrío y mi piel es el dorso de sus labios. La única certeza que tengo en el mundo es que Ángel me está besando la cara y baja al cuello, que sus labios son calientes y sus besos lentos, que sus manos se deslizan y una me sostiene por la espalda mientras la otra traza círculos en mi tripa. Lo único que sé es lo bien que se siente.

El niñero (Yaoi) [EN AMAZON] #PGP2022Where stories live. Discover now