¿Habrá encontrado ya a su alma gemela? Se pregunta, deteniéndose cerca del claro en donde suelen reunirse.

Y su corazón inerte envía una punzada que recorre cada recoveco de su pecho, ante esta posibilidad. Sabe lo mucho que anhela Denki experimentar por sí mismo la veracidad de la leyenda. Lo sabe porque ha sido tema de conversación muchas veces desde que se conocieron.

Y si bien, Sero no es creyente de la existencia de una alma madre, ni sus divisiones, ni sus complementos. Sabe que el amor existe sin importar las condiciones espirituales o raciales. Oh, esa índole inmortal que arrastra, le ha permitido experimentar el sentimiento en dos ocasiones; la primera durante su niñez, y la segunda, ahora, durante su adolescencia.

Tardó un poco —año y medio, para ser exactos— en darse cuenta de que ambas ocasiones son más similares de lo que cualquiera hubiese podido imaginar. Especialmente porque tienen la misma fuente de origen.

Es él. Siempre ha sido Denki. Y Sero es capaz de entrar en la hoguera sólo para demostrar que ese chico de rostro angelical y sonrisa contagiosa, es su único y más grande amor.

Por eso, la sola idea de pensar en que quizás ha perdido la oportunidad de enamorarlo, la oportunidad de darle a conocer todo lo que siente… Duele, duele demasiado.

El sonido de un chapoteo atrae a Sero de vuelta a la realidad. Alza la mirada para encontrarse con un pequeño festival de burbujas que emergen del pequeño claro.

Cuando las corrientes comienzan a agitarse, Sero saca de su bolsillo el collar que Kaminari ha confeccionado para que pueda llegar a la orilla sin debilitarse. Lo coloca en su cuello, y envuelve con su mano el lapislázuli que cuelga a la altura de su pecho.

Una cabellera rubia, adornada con una corona de perlas, se asoma a través del agua de tonos naranjos. Y un par de ojos amarillos, cargados de un brillo único, se conectan con los orbes oscuros de Hanta, robándole el aliento y generando una paz inigualable.

—Hey —musita, comenzando a caminar hacia la orilla.

En respuesta a su llamado, la figura del tritón emerge hacia la superficie. Con una sonrisa cargada de diversión, Denki convoca su hechizo; desde sus manos brotan retazos luminosos que recorren cada palmo de su cuerpo, provocando que comience a brillar con una tenue luz de tonos dorados. Se eleva por los aires y comienza su transformación.

Sero observa, cautivado, cómo su preciosa cola, pronto es remplazada por un par de piernas. Y cómo la silueta de un traje elegante se dibuja sobre su figura esbelta.

Cuando la luz se disipa y sus pies descalzos tocan las piedras que bordean el río, Kaminari salta a los brazos de Sero, provocando que ambos caigan al suelo.

—¡Ya estabas tardando demasiado! —reclama, en tono juguetón. Se apoya en sus manos para elevar su torso y así poder ver mejor el rostro contrario.

Sero vira los ojos —Había demasiado sol, no era seguro salir.

—Rayos, mamá se molestará por no darle un nuevo sacrificio.

Kaminari chasquea la lengua y Sero ahoga una risa.

—¡Tu madre no come vampiros!

—Pero usa sus huesos para sus hechizos, estoy seguro —resopla, receloso.

Sero niega con la cabeza y Kaminari suspira resignado. ¿Podrá algún día asustar a ese vampiro?

—Jo, tú nunca te asustas con nada —se lamenta.

—Porque no sabes cómo crear la atmósfera tenebrosa —señala—, además, hablamos de tu madre, Denks. Le temería si no me hubiese salvado aquella vez.

𝐼𝑛𝑒𝑓𝑎𝑏𝑙𝑒 ↷  𝑆𝑒𝑟𝑜𝐾𝑎𝑚𝑖 𝑤𝑒𝑒𝑘 𝟸𝟶𝟸𝟷Where stories live. Discover now