Capítulo 1

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- Katerina, su madre pregunta si está lista. - La muchacha se giró hacia la sirvienta y dulcemente le respondió.

- Dame un par de minutos, enseguida bajo.

La criada cerró la puerta y bajó a informar a la duquesa. Katia estaba acabando de perfumar a Katerina cuando esta le agarró la mano y se giró a mirarla con cara de preocupación.

- No sé si estoy preparada. - Katia miró a su amiga dulcemente.

- Eres fuerte, sabrás sobrellevarlo, ya lo verás.

- Pase lo que pase y vaya donde vaya, vendrás conmigo Katia, lo prometo. 

- Eso lo tienen que decidir tus padres Katerina, aunque ya sabes que por ti iría al fin del mundo. 

- Ayer hablé con mi madre, me dijo que podrías venir conmigo, y Damian también. 

- Eso es estupendo. - Katia besó a su amiga en la mejilla y la agarró de la mano. - Vamos, te están esperando.

Katerina dejó ir un largo suspiro y salió de la habitación. Llevaba un vestido rojo con bordados dorados y su pelo largo y rizado estaba adornado con una bonita tiara. Cuando llegaron al comedor principal, uno de los sirvientes anunció la entrada de Katerina, haciendo que los invitados se pusieran en pie para recibirla. Katerina respiró hondo y entró al comedor. Hizo un saludo y se dirigió hacia su asiento, todos los demás se sentaron también. 

- Katerina. - Levantó la vista hacia su padre. - Te presento a Edward Seymour I, futuro duque de Derbyshire. - Katerina miró al que sería su futuro marido.

- Encantado, Katerina. - Sus ojos eran de un azul oscuro muy profundo, jamás había visto una mirada así, era desconcertante.

- Igualmente, Lord Edward. - Edward rió y le dedicó una sonrisa.

- Eres mi futura esposa, por favor, llámame simplemente Edward. 

Katerina asintió y le devolvió la sonrisa. Durante la comida, Katerina no pudo evitar fijarse más en el joven muchacho. Era rubio, su tez era bastante pálida y las facciones de su cara eran duras pero delicadas a la vez. Su voz era melódica, hipnotizante como sus ojos. Edward se dio cuenta de que Katerina lo observaba y la miró dedicándole una leve sonrisa, ella agachó la cabeza avergonzada. 

Durante el resto de la comida, Katerina apenas dijo una palabra, estaba demasiado absorta escuchando las anécdotas que Edward contaba, oírle hablar era embelesador, pero había algo en él que a Katerina no le acababa de gustar. El padre de Katerina carraspeó y ella se giró a mirarlo.

- Katerina querida, ¿por qué no vais Edward y tu a dar una vuelta con los caballos? Así le enseñamos los jardines.

- De acuerdo padre, iré a cambiarme. - Katerina se levantó de su asiento y sonrió a todos los comensales. - Discúlpenme. 

Se retiró a sus aposentos, su madre y Katia la acompañaron. Cuando llegaron, entraron las tres y mientras Katia ayudaba a Katerina a desvestirse para ponerse la ropa de montar, la madre de esta se sentó frente a ella.

- ¿Qué te ha parecido? Es apuesto y agradable.

- Si que lo es, me lo esperaba... diferente. - Su madre la miró confusa. - Me esperaba algo peor. No me ha quedado clara su edad, ¿cuántos años tiene, madre?

- Veinticuatro. - Katerina miro a su amiga perpleja a través del espejo. - Si, es mayor que tú, pero eso no es un problema. Tu padre me saca diez años y no nos ha ido tan mal. 

- Pero porque papá es un hombre bueno y, realmente siempre has mandado tu. - Su madre la miró sorprendida y sonrió.

- Que nadie te oiga decir eso Katerina. - Katia empezó a ponerle las ropas de montar y Katerina suspiró. - Se le ve buen hombre, dale una oportunidad, hoy tendrás tiempo de conocerlo.

No me saques del infiernoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz