𝟭𝟰. ❛ BROOKLYN. ❜

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Había conseguido un mapa días atrás, pero le resultaba bastante confuso, existían muchas calles, espacios cerrados y demasiados puntos importantes que resultaban marear su cabeza. Los nombres, las rutas, los trenes, quería regresar a casa en cuanto puso un pie fuera, pero no se lo permitió. Todavía no tenía idea de cómo usar el teléfono celular que tenía, así que no descubriría pronto cómo usar un mapa virtual en una cajita tan pequeña, que, evidentemente, sería mucho más sencillo. El mapa estaba ayudándole un poco, pero tenía que ver de cerca para poder entender.

Nueva York tenía demasiadas calles, y demasiadas personas. Sentía que la empujaban cada dos minutos, se controlaba bastante bien con los terranos, no podía golpearlos y sacarles los ojos por ser tan distraídos. No sería demasiado justo, y le aclararon bien que tenía que comportarse si disfrutaba sus privilegios viviendo de vuelta en la Tierra.

Los empujones eran leves, hasta que un cuerpo grande y voluptuoso se estrelló con el de ella, justo en frente. Rápidamente bajo el enorme mapa para gritarle algo en la frente, un insulto posiblemente, algo harta de sentir cuerpos contra el suyo. Su postura era muy firme, pero no le gustaba que la tocaran sin permiso. Su ceño estaba fruncido y su boca estaba lista para reclamar, sin embargo, sus ojos se encontraron con unos orbes azules, y una expresión bastante apenada, que reconoció en seguida, pues esas dos características solo las conocía en un hombre en la ciudad. Al notar quien era el responsable, no pudo evitar reír.

—Steve —pronuncia.

—Hola. Y lo siento —expresa, con sus manos sobre sus hombros, para ayudarla a moverse.

—Ten más cuidado a la próxima —le responde, haciéndose a un lado.

June mueve sus brazos para que Steve la suelte. Él entiende rápidamente el mensaje y mantiene sus manos consigo.

—Sí, perdón. Hay demasiadas personas los viernes aquí. Y todos los días.

June se harta del enorme pedazo de papel, que seguía moviéndose con la brisa del verano en la ciudad. Comienza a doblarlo para guardarlo en la bolsa que tenía para sus pertenencias, pero el aire era rebelde y continuaba molestándola, así que prefirió arrugarlo por completo, formando una enorme bola. No titubeó al tirarlo en el contenedor de basura junto a ellos.

Steve la miró curioso. Se enojaba con facilidad.

—Oye, ¿sabes andar por aquí? —cuestiona la castaña.

—Desde los trece —responde—. Creí que eras una turista.

—Técnicamente, lo soy, una forastera. En fin, estaba buscando cómo llegar a ese parque botánico. En realidad, ni siquiera quiero ir, sólo quería salir de ese apartamento.

—¿Y qué quieres hacer? —le pregunta—. Tal vez pueda ayudarte.

—Tengo hambre —se sincera—. ¿Algún lugar bueno?

—¿Te gusta la comida mexicana?

—No hay comida mexicana en Argada —responde con tono de obviedad—. Eh... ¿quieres ir a comer? Yo invito, si quieres. Bueno, la doctora Heller invita.

Steve se ríe un poco, escuchando sus últimas palabras. No tenía conocimiento de los tratos que June había tenido con Heller o cualquier otra persona, pero le quedaba un poco claro ahora. A él lo protegía S.H.I.E.L.D., pero según entendía, pronto tendría que mudarse a D.C. para estar cerca de las instalaciones.

—Yo puedo pagar —se ofrece—. ¿En dónde te estás quedando?

—Por allá —señala hacia atrás, a unas calles—. ¿Y tú?

Steve sonríe ligeramente. Era bastante peculiar.

—Por allá —indica de la misma manera, hacia el lado contrario—. No sabía que te estabas quedando aquí.

HOLY REVIVAL  ✵  STEVE ROGERSWhere stories live. Discover now