—¡Es genial! ¡James es genial! ¿Cuándo vas a presentármelo? —espetó, golpeando la mesa.

—¡Prudence! —su madre la miró, frunciendo el ceño.

—¡Ay mamá! ¡Perdón! —Aunque las disculpas de la chica no eran del todo reales, su madre no insistió en regañarla—. ¿No puedes llevarlo al campamento? Es en dos semanas, estoy segura de que pueden ir a verme familiares, aunque sea un rato.

—Es un campamento de basquet, no creo que se aprecien las visitas —la interrumpió la mujer.

—¿Será que puedo ir a verte el fin de semana? —inquirió, ella era una bomba de energía y felicidad. Donovan hizo una mueca.

—Tienes escuela —aseguró—. Espera a que sean vacaciones de verdad —Donovan se encogió de hombros al decir esto. Claro que él sabía que faltaban todavía tres meses para eso, por lo que esperaba que la situación con James estuviera controlada para ese entonces.

Prudence lo miró haciendo un puchero, aunque fuera una chica grande, seguía siendo una bebé.

—Si me lo hubieras dicho antes podríamos haber ido a verte y en estos momentos estaría conociéndolo —se quejó, cruzándose de brazos. Su mamá le dio una palmadita en la espalda, a modo de reprimenda antes de revisar lo que tenía en la estufa.

—Deja de molestar a tu hermano —la regañó.

—No lo estoy molestando ¿Verdad Don? ¡No te estoy molestando! —aseguró, frunciendo el ceño.

—No me digas Don, me hace sentir incómodo —gruñó Donovan, y sorprendiendo a su hermana con el comentario. Ella usaba de vez en cuando ese diminutivo con él y a la fecha jamás le había molestado.

—¿Por qué no? —preguntó, un poco consternada.

—Hay un imbécil en la universidad al que le dicen Don, así que por ahora no quiero escuchar ese mote —explicó y su hermana pareció comprender la situación de inmediato.

—Perdón —dijo, y luego lo miró un segundo—. ¿No puedes llamarlo ahora? —Ella siguió insistiendo con el tema de James—. Dile que soy una fan.

Donovan se quedó un momento en silencio, dándose cuenta que era el momento perfecto para tener una charla un poco más íntima. Quizás prepararlas mentalmente para un futuro cercano.

—La verdad es que no puedo, estoy teniendo unos problemas con él y no me contesta las llamadas —Donovan se recargó un poco de la mesa y Prudence se quedó sin palabras.

—¿Se han peleado? —preguntó su madre, girándose hacia él. Donovan le regresó el gesto.

—Se me declaró y después salió huyendo.

Un momento largo de silencio se instauró entre los presentes hasta que Prudence soltó un grito.

—¡¿Qué?! ¡¿Se te declaró!? —Ella se llevó una mano a la boca, pero después frunció el ceño—. ¿Cómo se supone que pasó eso? —la chica parecía estar acusándolo con la mirada, mientras se llevaba una mano al pecho, como si se estuviera preparando para una gran impresión.

Donovan notó como su mamá se removió incómoda en su lugar y se giró para darle vueltas a un guiso que tenía en el fuego. Se supone que sería su cena, pero si seguía así, se quemaría antes de que llegara la hora.

—No lo sé —dijo encogiéndose de hombros—. Supongo que mi encanto funcionó como debía —siendo fiel a su personalidad esquiva, se guardó algunos detalles para sí.

—No puede ser —Prudence frunció el ceño, mirándolo con cierto reproche—. Dime que le dirás que sí —ella golpeó la mesa una segunda vez, en esta ocasión Martha no le dijo nada—. ¿Por qué todavía no le has dicho que sí?

Donovan se río un poco.

—Esta semana uno de mis profesores me esclavizó en clase, cuando salía de la escuela ya era muy tarde para molestarlo, pero cuando regrese estaré libre y hablaré con él —le explicó con simpleza.

—Pero le dirás que sí ¿Cierto? —los ojos de su hermana le miraban como si aquello fuera una amenaza, probablemente lo era.

Donovan asintió y Prudence lanzó un grito mientras levantaba los puños al aire.

Su madre apagó el fuego de la estufa y se mantuvo silenciosa un momento, pero después se decidió a hablar.

—Conozco a James de los partidos, es un gran chico —su voz era suave, pero sonó como un grito en medio de una habitación silenciosa—. Espero que puedas traerlo a casa en alguna ocasión —Y después de eso inventó alguna excusa y se marchó de la cocina.

Prudence se inclinó en su sitio, asegurándose de que ella no estuviese cerca. Cuando la vio desaparecer por las escaleras de la casa regresó la atención a Donovan.

—Eso ha estado bastante bien —dijo, con una sonrisa en los labios. Prudence era un sol, puede que los chicos la molestaran por su altura o porque su familia era latina, pero nada conseguía amedrentarla. A Donovan le daba mucha envidia que existiera alguien así de positivo en el rango de edad adolescente.

Donovan la sonrió, a él le hubiera gustado ser así de brillante cuando era un niño, pero él tuvo que ser un poco más rudo, más problemático y quizás eso era lo que había ayudado a que su hermanita todavía conservara su sonrisa. Quería pensar que había sido un buen ejemplo para ella, aunque en ocasiones hubiese preferido ser el hermano menor, con menos responsabilidades y con alguien que lo protegiera del mundo.

—Parece molesta —dijo, refiriéndose a su madre—. ¿Sigue yendo a terapia? —inquirió, frunciendo el ceño.

—Dos veces por semana —le informó la chica—. Los miércoles y viernes, toma turnos cuando son mis horas de práctica y luego me va a recoger —Prudence recargó el rostro en su mano derecha, encorvándose un poco para que la posición resultara más cómoda—. Pero ha mejorado mucho, sobre todo este último año. Ella me dio permiso de hacerme las trenzas esta semana y también me ha dejado salir al campamento y ya no le molesta que hable con Brooke, incluso habla con él y se ríe —le explicó.

Como ella se había quedado en casa tenía una visión más global de lo que había pasado después de que se fuera y del progreso de su madre.

Ella nunca fue la persona más abierta de mente en casi ningún aspecto. No le gustaba que el grupo de amigas de su hermana hubiera admitido a un chico gay ni que a Donovan le interesara el arte como algo más que un hobbie. Martha sufrió un gran shock cuando supo que la estrella de su equipo favorito también era gay, pero había aprendido gracias a James un montón de cosas sobre el tema.

Cuando Donovan le contó sobre sus preferencias, su madre tuvo una reacción muy extraña, parecía al punto de la histeria, pero había pasado todo el año anterior leyendo sobre el tema gracias a James, así que se encerró en su cuarto y se mantuvo distante, probablemente para no decir nada que pudiera lastimarlo.

Ese fin de semana Prudence lo llevó a ver un partido de su equipo favorito como método de distracción y después de eso, lo demás era historia.

Ese fin de semana Prudence lo llevó a ver un partido de su equipo favorito como método de distracción y después de eso, lo demás era historia

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Iba a esperar a mañana para publicar estos capítulos, pero ya fue.

Por cierto, sobre el cambio de nombre ¿Cuál prefieren? ¿Este o el anterior? Es que no me decido xD

El destino de las estrellasWhere stories live. Discover now