Después de un tiempo Mario colocó sus manos en el pecho de el menor auto-penetrándose, Armando estaba fascinado, las sensaciones que el castaño le generaba eran simplemente superiores a las que sentía con cualquier otra persona, sus mejillas sonrojadas, su cuerpo, sus gemidos, su interior cálido y apretado, todo en él le parecía perfecto.

Duraron unos treinta minutos más haciéndolo de una manera lenta pero dura, simplemente disfrutando las sensaciones del momento, gimiendo los nombres del otro de vez en cuando.

-Ah~ Armando m-me voy ¡Ah!

Mario no logró terminar la frase ya que el menor tomó sus caderas y empezó a embestir más rápido y con aún más fuerza, provocando que el castaño empezará a gemir con más intensidad gracias a los ligeros espasmos que comenzó a sentir en todo su cuerpo.

Armando vió esto e intercambió lugares con Mario poniendo sus piernas en sus hombros mientras que se sostenía con sus manos a cada lado de su cabeza y rápidamente le quitó la corbata para ver sus ojos entrecerrados, algo llorosos con sus pupilas bien dilatadas, Mario a los pocos segundos obtuvo su orgasmo gritando el nombre de Armando apretando el miembro del menor quien dio un par de embestidas más dejando a Mario aún más sensible y sobreestimulado para finalmente correrse dentro de el castaño dejándose caer sin aplastar al mayor, ambos se miraron fijamente y se besaron de manera dulce y lenta mientras Armando salía del interior de Mario dejando a este con sus piernas temblorosas y con fluidos saliendo de su entrada.

Después de unos segundos se separaron y Armando se acostó al lado de su ahora novio tomándolo levemente de su cintura viéndolo fijamente con una sonrisa.

-Enserio extrañaba mucho esto.

Mario se acurrucó en el pecho del menor ocultando su rostro en este con una sonrisa en su rostro.

-Entonces ¿si me quieres? ¿te hago feliz? soy el mejor sexo de tu vida ¿no?

Armando sonrió con diversión negando por las ocurrencias de su novio empezando a repartir muchos besos por su rostro.

-Sii y mil veces SI.

Armando le dió un pequeño beso en los labios mientras se acomodaba de lado abrazando mejor al mayor quién ya satisfecho bostezó y se talló uno de sus ojos ya visiblemente cansado.

-Bueno, hasta mañana, te quiero.

Dijo este cerrando sus ojos con una media sonrisa acomodándose mejor.

-Sabes que me tengo que ir ¿no?

El castaño solo asintió quedándose dormido poco a poco, Armando vió esto y le quitó el cinturón de sus muñecas, fue por toallitas húmedas para limpiar su cuerpo, con un poco más de dificultad ya que para este punto ya estaba totalmente dormido lo arropó asegurándose que no tuviera frío, por último se duchó, se puso toda su ropa y salió de la habitación más feliz de cómo había entrado.

Narra Mario

Abrí mis ojos lentamente al sentir los rayos de luz pegando en mi cara, me senté viendo hacia la nada por unos segundos recordando lo que había pasado anoche.

¡Ahora es mi novio!

Me levanté sonriente con toda la actitud, listo para ir a Ecomoda caminando con ese dolor en la cadera por la característica brusquedad de Armando y por andar desacostumbrado.

Al llegar Armando no sé encontraba en su oficina así que me dirigí con libertad hacia el computador para abrir el archivo del Oráculo, solo que el archivo estaba abierto específicamente en una sección que se llamaba "para el presidente", cuando ví lo que había ahí, me ví con algo de pena entendiendo porque anoche Armando me había puesto de esa manera.
Seguí mirando algunos números de mujeres para alfin copiar ese archivo en un disquet.

Tal vez ahora tenía a Armando pero nunca se sabe cuánto me iba a durar la dicha y más hablando de él, tenía que mantenerme con un poco de realismo por si acaso.
De un momento a otro llegó Gabriela interrumpiendo lo que hacía así que la saludé como si nada.

-Calderón ¿se te olvida que tenemos una cita?

-¿Aah si? Y mi vida dime ¿yo cuando acepté salir contigo?

Osea thank u next, ya contigo no va el caso.

Le sonreí sarcástico y ella solo sonrió empezando a hablar en un tono más amable.

-Mario porfavor, es una cita entre tú, yo...y nuestro agente de aduanas.

Dijo está última frase con su tono usual y hasta más enojada, me dí cuenta de mi error y me levanté con algo de dificultad mientras ella con su nula paciencia me tomó del antebrazo haciéndome caminar más rápido.
¡Auch! ¡Mis caderas sufren!.

Como no había empezado a copiar el archivo pare en seco en el escritorio de Sandra.

-Sandrita, hágame un favor, vaya al computador de Armando, copie el archivo que esta abierto, nada de leer ¿ok? y por ultimo cierre todo y apague el computador.

Y sin más me fuí con Gabriela quien en el ascensor me vió con una ceja levantada.

-Y a ti ¿qué te pasa?

Armando me lo metió anoche y me dejó medio partido en dos....quisiera decirlo.

-Am no nada, que ¿hoy me caí por las escaleras?

Me miró con una mirada incrédula así que suspiré y me acerqué a su oreja un poco.

-Ayer, estuve con alguien, pero no una mujer.

Ella me miró unos segundos sin comprender, hasta que alfin abrió los ojos sorprendida.

-Calderón ¿eres gay?

Preguntó sintiéndose aún más confundida ya que recordaba muy bien que apenas se conocieron se le había insinuado, de una forma poco eficiente pero lo había hecho.

-Am no, básicamente soy mitad gay, la otra mitad es un galán cien por ciento heterosexual jeje en fin, soy bisexual.

-Con razón.

-¿Con razón qué? ¿Se me nota mucho?

Gabriela asintió levemente volteado a ver a otro lado tratando de no decirle que si, que ella podía ver a metros que era todo menos un macho heterosexual de los que estaba acostumbrada.

-c-con razón, porque Armando una vez dijo así todo preocupado que te ibas a embobar con el francés.

Entonces su estrés si era por mí, ay Armando obviamente no podías resistirte por más tiempo ¿no?

La miré con una sonrisa triunfante mientras salíamos del ascensor.

-Si, es que Armando me conoce muuuy bien.

Después de unas horas hicimos todas las diligencias y alfin volvimos a Ecomoda.

-Buenas tardes, mi presidente.

-Hola ¿dónde estuviste?

Me saludó con una sonrisita dejando de ver el computador.

-Haciendo unas diligencias con Gabriela, am ya puedes borrar el archivo del Oráculo si quieres.

-Y-ya ¿no lo necesitas?

Preguntó raramente preocupado siendo obviamente sospechoso.

-Pues yo estoy bien.

-Okay, Entonces lo hago luego.

Se levantó para tomarme con una mano de la cintura y la otra tomó una de mis mejillas viéndome con su usual brillo que me hace sonreír al instante.
Empezó a acercarse pero antes de que me besara lo tome de la nuca.

-Tranquilo, yo ya lo hice.

Armando me vió con los ojos bien abiertos borrando su sonrisa de golpe, separándose poco a poco.

-¿Qué?

Mi querido imbécil.Where stories live. Discover now