−Soy su hijo menor. −Dice levantando el mentón.

−Ah pues, felicidades. −Bromeo. −Soy Ange...lica García −Levanta una ceja.

− ¿Y por qué tapas tu apellido? No me extraña de una García− dice burlón. −No te ves como ellos.

−Bueno ¿eres dentista o el puto FBI?

−Y muy vulgar. −Me da una última mirada. −Mucho cuidado con quien te metes.

−Y por dónde lo metes− bromeo para que rime.

Pone cara de asco y se va.

Me río en silencio y me coloco el delantal, si no fuese por el detalle horrendo del plumón sobre mi seno izquierdo diría que es la mejor tenida que me he puesto en mi vida. Me miro en un espejo al fondo, hoy me molesté en usar pantalones de tela y zapatos de tacón bajo.

−Yo me invito a salir −bromeo tirándome un beso.

Unas chicas más al fondo se ríen, me ruborizo. Salgo de los casilleros y veo que una silenciosa directora Diaz me hace muecas.

−Dra. Diaz −Digo mirando a los lados con cautela.

−Hoy te designarán un box. −Me informa. Pero me temo que la instrucción la da Christine Edwards, mantente en las sombras.

Siento cosquillas en el estómago, trago saliva.

−Muy bien.

−Tranquila, tienes el encanto de los Grant, por el pasillo al fondo. − Me da una palmadita cariñosa y se va.

¡¿Qué encanto es ese?! ¡Somos más secos que una torta de milhojas!

'' ¡Yo puedo!'' Me digo y camino por un pasillo frente a la oficina de la directora, se ven unas cuantas personas agrupadas, incluyendo el joven Myers, ¿así que este es su primer día también? ¡Que cabrón!

Me acerco rogando porque mi presencia se note lo menos posible, afortunadamente sólo me dan una mirada cuando nos damos débilmente los buenos días.

Observo al grupo, hay una señora de unos cuarenta años, dos chicas pelinegras de mi edad, el cabrón Myers y un jovencito de pelo castaño con cara de que no reprobó ningún ramo. Cuando se abre una puerta, la veo salir y la sangre se me congela. Ahora entiendo todo, Christine Edwards no es más alta que yo. Pero claramente no lo necesita con esa presencia, detrás de esos lentes cuadrados hay una mirada fría y evaluadora adornando sus delicadas facciones, diría que solo con mirarme sabe si me estoy meando los cazones o no.

La observo curiosa mientras se acerca dando pasos que resuenan en el silencioso pasillo.

−Buenos días. −Dice secamente recibiendo el tímido saludo de todos.

Ah, pero ahora Cristóbal Myers no es tan cabrón verdad ¿eh? ¿eh? Molestarlo hace que se me bajen los nervios. Controlo mi respiración ¡si no me va a pillar!

Abre una puerta, nos hace pasar. Dentro del cuarto, hay unos sofás en hilera. Huele bien, entramos tras ella y nos sentamos mientras sigue de pie.

−Mi nombre, como seguro ya lo saben− me da una mirada de reprobación cuando nos sentamos− es Christine Edwards y soy la directora gerente en este hospital. Ustedes fueron los afortunados de una larga lista de admisión para trabajar en este prestigioso centro. Espero mucho de ustedes y me imagino que aspiran a una recomendación para seguir estudiando bajo nuestra tutela. −Nos observa a todos y termina conmigo. − Pues bien, sólo la tendrán tres. − Toma una pausa mientras nos miramos de reojo. – Imagino que ya les explicaron que, en su contrato, trabajarán unos meses antes de ser indefinidos. −Asienten. −Esto es para conocerlos mejor simplemente. −Le resta importancia− No tengo duda de que son serios, profesionales, educados y empáticos (...)

Mi Pareja Perfecta IVWhere stories live. Discover now