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Maratón 2/3

Dorian

Caléndula no tarda mucho en dormirse y yo me salvo de tener que inventar una historia tonta, con final feliz.

No tardo mucho en hacer lo mismo, a pesar de que mi sueño es intranquilo e inestable, porque tengo demasiados problemas en la mente como para poder relajarme.

Por la mañana, cuando me despierto, dejo a Cal en la cama, para que duerma, al menos hasta el mediodía y yo salgo de la habitación luego de darme una ducha y dejar pastillas para la resaca en la mesa de noche.

Bajo las escaleras para ir hasta la enorme jaula en la que descansa Kándrea, aunque siempre dejo la puerta abierta. Le chasqueo para que me note y se acerca, subiendo por mi brazo, hasta ponerse en mi hombro.

En la cocina, le doy su alimento y me preparo un café, frotándome el rostro para quitarme el sueño y todos los pensamientos que estoy tratando de reprimir desde hace dos días, me golpean.

Desde que Amelie apareció con ese niño, diciendo que es mi hijo, no puedo dejar de pensar en qué momento pudo haber pasado. No recuerdo ni una sola vez en la que los condones se rompieran y podría apostar lo que sea a que siempre los usé con ella.

De todos modos, pudo haber un error y si la prueba de paternidad demuestra que ese niño es mío, voy a hacerme cargo. No sé cómo, pero lo haré. Nunca estuvo entre mis planes ser padre y siempre dije que, llegados mis treinta y cinco, me haría una vasectomía, pero por distintos motivos, lo postergué.

Aunque ahora la idea de hacerlo es más tentadora que nunca.

Desayuno en silencio, con calma, respondiendo algunos mensajes que tengo del grupo de WhatsApp que tengo con los dominantes de Seks. Andrei y Nikolai están hablando sobre unos aparatos nuevos, que Demian consiguió y Marianne se está quejando de la falta de sumisas que busquen amas.

Si Caléndula sigue mostrándose tan deseosa de besarse con mujeres, bien puedo presentarlas.

Marianne y yo somos amigos hace muchos años y sé cómo es. Quizás que ambos seamos docentes nos unió tanto y forjó nuestra amistad.

Ignorando las tonterías que hablan, respondo el mensaje de Amelie confirmando si el lunes iremos al médico, diciendo que sí, porque quiero quitarme la duda lo antes posible.

Cuando me termino el café, me quedo por unos minutos más en la cocina y luego, decido ocupar mi mente limpiando la maleza del patio, para desquitar un poco la frustración, al menos hasta que la sumisa ebria que me traje anoche se despierte.

No sé a dónde están yendo las cosas con ella. Nunca una sumisa me había presionado para tomar una decisión como darle un collar, porque la mayoría de las masoquistas que conocí solo querían escenas y ya. Cal dijo lo mismo, como yo, pero ciertamente estamos haciendo más que escenas en Seks.

Lo que más me preocupa, es que yo fui el primero en romper eso, al meterme con su rutina. Quizás debí cerrar mi maldita boca y solo disfrutar de su cuerpo en el club e ignorarla en las clases, pero fue más fuerte que yo.

El sol asciende al igual que la temperatura mientras clavo la pala una y otra vez en el suelo para quitar las hierbas malas y, para cuando son las doce, Kándrea ya está chillando por más comida y yo estoy sudando y algo de tierra se me pega en la piel.

Un carraspeo femenino me hace voltear y veo a Cal, aun con la camiseta que le di anoche y el cabello enmarañado. A pesar de la ducha, el maquillaje corrido le embarra las mejillas, haciéndola lucir como si recién la hubiera follado y su expresión torturada y su clara resaca me hacen detenerme y observarla.

Espinas | SEKS #3Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin