Siento náuseas por un segundo, me pican los ojos. No sé bien por qué. Tan siquiera puedo anhelar esos años o mirarlos con desprecio o con diversión o con lo que sea. No tengo derecho a mis recuerdos.

—Fue un año muy bonito para mí, la verdad, aunque debí haber previsto que me olvidarías. —dice Ángel negando, desesperanzado. Sonríe mientras lo hace, pero parece profundamente herido.

Su voz logra sacarme de mis pensamientos y una estridente oleada de dolor me inunda la cabeza. Cuando pienso demasiado en mi historia sucede esto, siempre. Es como tratar de forzar una puerta que tiene las bisagras ancladas en las partes más sensibles de mí.

Miro a Ángel. Cuando yo tenía diecisiete... un año antes de sufrir ese ataque. Si hubiese sucedido en aquel entonces ¿Ángel sería parte mi vida ahora? Quizá él me hubiese dicho donde vivo o cuál es el segundo apellido de mi madre o algo así. Pero tuvo que pasar en ese momento.

De repente, algo me viene a la cabeza.

—Entonces tienes veinte años ahora. —le digo a Ángel.

Él me mira con una ceja alzada, posiblemente preguntándose por qué he tardado tanto rato en caer.

—Si, bueno, así funcionan las matemáticas. —dice mientras expulsa aire por la nariz.

—Te saco cinco años y parece al revés. —comento, aprovechando mi frase como excusa para mirarlo de nuevo.

Espero que algo me aparezca en la cabeza. Miro su boca roja. Lo que sea, una imagen. Sus cabellos castaños, rizándose en la nuca. Una voz, un sonido. Sus ojos de un profundo añil oscuro. Nada.

Me rindo, y mis ojos caen inintencionalmente sobre su cuerpo. Los muslos anchos apenas caben en el asiento y de hecho lo tiene tirado hacia atrás para no andar con las rodillas encogidas. Río un poco.

—Pues no sé de qué te alimenté a los doce años, pero vaya si te ha ayudado a crecer... —bromeo, recostándome más contra el respaldo del asiento. A él le brilla la mirada y aprieta los labios.

—¿En serio no recuerdas? ¿No recuerdas esos horrendos bocadillos llenos de chocolate y azúcar que me hacías solo cuando yo insistía mucho? ¿No recuerdas como después me decías que me saldrían caries y yo me asustaba tanto que me tiraba media hora lavándome los dientes?

—Perdona —digo suavemente, incómodo por la desesperación en su voz ¿Tan importante es para él? Ángel inspira con fuerza y el motor ruge de nuevo. —, ya sabes, fue hace muchos años y yo tenía muchas cosas en la cabeza, así que los detalles están algo difusos. Pero sí que recuerdo que era un niño encantador. —sus manos se relajan un poco sobre el volante y veo que su boca, tensa como un corte en la cara, se relaja formando una pequeña sonrisa. No es satisfacción lo que hay en su rostro, tampoco alegría, solo un profundo alivio.

Debería sentirme culpable por mentirle, la realidad es que no puedo siquiera recordar si lo que él dice es cierto o no, pero ¿Por qué iba a mentirme? Además, una mentira piadosa tan pequeña no hará daño a nadie.

—Es comprensible que no lo recuerdes bien —dice al cabo de unos minutos, su voz monótona y seria. Mira a la carretera como si no la viese, con expresión pensante. —; al fin y al cabo, fue solo un aburrido trabajo de niñero. Nada memorable.

Yo asiento con incomodidad. Él mismo lo ha dicho y seguramente sea verdad, pero tengo la sensación de que no piensa para nada de ese modo, de que si le digo que un trabajo de niñero es algo que uno hace sin pena ni gloria, su rostro juvenil y hermoso se deformará en algo de pesadilla. Un monstruo de piel ennegrecida por años de rencor, de boca grande, abierta con horror, lista para gritarme con voz gutural mil maldiciones.

Lo miro de nuevo, indiscreto, y aunque su nariz, ojos y boca con los mismos, siento que hay algo diferente. Algo más maduro, más enfadado. Una fina capa está a punto de romperse.

El coche se detiene de repente y me balanceo bruscamente hacia delante, con nerviosismo, aparto mis ojos de él, temiendo haberlo hecho enfadar por la forma en que no dejo de observarlo. Soy un patán.

Él se queda estático, manos de piedra agarrando el volante, su rostro, serio, clavado en la carretera y el pie desacelerando con un lento y fluido movimiento apenas perceptible para la vista. Espero, nervioso, entonces me habla sin mirarme.

—Ya hemos llegado.

Yo me sobresalto y recuerdo de repente el por qué estoy en el coche de un extraño. Con mi consciencia, vuelve un pinchazo en mi hombro, que me acaba de clavar en la realidad. Por Dios, la conversación ha sido tan extraña e incómoda que casi me había olvidado de mi brazo. Me volteo hacia la ventanilla, volviendo mi vista al exterior de ese espacio angosto, tenso, en que se ha convertido el coche, y veo el gran edificio blanco del hospital a menos de veinte metros.

—Ah —dice Ángel, llevándose una mano a la cabeza como si le doliese. —, mira que soy tonto. Se me había olvidado de que tengo que ir a trabajar hoy. Pero en tres horas puedo estar de vuelta por si necesitas que te acerque a tu casa, sé que es mucha espera, pero no puedo hacer más. —se excusa, mirándome con expectación y jugando con sus manos sobre el regazo.

Yo hago un gesto de manos para restarle importancia, sonriéndole ¿Por qué hace un rato este tierno chico me ha parecido tan intimidante? El dolor del brazo debe haberme afectado de veras, aunque estaba tan metido en la conversación con él que ni lo sentía.

—No, no te agobies, cogeré un taxi. Mi casa queda lejillos, pero tampoco es para tanto.

Ángel me sonríe con amabilidad y asiente, después de eso sale del coche, lo rodea, como antes, y me abre la puerta. Extrañamente, ya no me siento tan molesto por recibir su ayuda. Es innecesario, pero también gentil y agradable.

—De acuerdo, cuídate mucho. —me dice mientras salgo del coche.

Yo le agradezco mudamente y le doy la espalda, deseando llegar al hospital, pero de repente su voz me alcanza de nuevo.

—¡Y cuando vuelva a por el armario ya lo llevaré yo solo!

Pienso en voltearme y fingir una risa, por pura cortesía, pero sigo andando hasta que su motor ronronea de nuevo. No me hace ninguna gracia la broma y me siento demasiado drenado como para responder.

Solo quiero que este día termine pronto. Ah, apenas son las diez de la mañana.


Fin del cap ¿Os ha gustado?

¿Qué os ha parecido la conversación en el coche?

¿Qué os parece Ángel?

¿Qué pensáis que pasará a continuación?

Nos leemos en el próximo <3 No olvides votar y seguirme si te gusta la historia, que solo son dos clicks y me hacen muy feliz, comenta si tienes tiempo, si te aburres o si tienes algo que realmente quieras decir y pásate por mi perfil si la actualización te sabe a poco y quieres algo más que leer hehe


El niñero (Yaoi) [EN AMAZON] #PGP2022Where stories live. Discover now