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Relato de una enfermera de 1918

13 de julio de 1918, Kansas, Estados unidos.

Nunca imagine que una simple enfermedad pudiera cambiar tanto al mundo y su forma de vivirlo; soy Blanca Román, hija de Héctor Román y María Smith, una simple chica de 24 años que decidió ejercer enfermería.

Si me hubieran dicho que habría una pandemia de gripe, que morirían miles de personas, y que yo, estaría metida de lleno es eso, no lo hubiera creído.

Es tan increíble como tu vida cambia de dar atenciones médicas a los militares de la guerra a convertirse en un caos total donde no tienes descanso pues tienes que ayudar a los perecientes de este virus apodado gripe española, gripe de 3 días, El soldado Nápoles o la enfermedad de moda, es increíble como después de 4 años de guerra creíamos que todo ya estaría en paz con el fin de esa gran guerra, y no pudimos estar más equivocados.

4 de marzo de 1918, ese fue el día que todo cambió para mal; todo empezó con un paciente de nombre Gilbert Mitchell, ingreso con fiebre y dolor de cabeza a la enfermería del campamento militar de Fort Riley, en Kansas, Estados unidos.

Los síntomas con los que el ingreso no fue lo extraño, lo extraño fue que unas horas más tarde habían más de 100 pacientes con los mismos síntomas.

Todo fue de mal en peor, no había forma de advertir de la enfermedad, debido a que, después de la guerra, los medios de comunicación quedaron censurados, a excepción de España que es el único país que informa de la enfermedad, por ello, se llama gripe española, no porque su epicentro fuera España sino, porque es el único que hace eco de este terrible virus que cobra la vida de miles de personas.

Es tan irreal como tantas cosas pasan una tras otras, cuando la guerra,  murieron tantas personas, tantas personas queridas... y ahora vamos por el mismo camino, he visto a familias enteras morir, las funerarias no dan abasto, los fallecidos tienen que ser enterrados en fosas comunes con demás fallecidos; es golpe tras golpe.

La enfermería es un caos total; personas con fiebre alta, tosiendo, sangrado por la nariz, escupiendo su sangre.

--¡No me dejen morir! Se los suplico—grita un enfermo en medio del llanto.

Voy hacia donde esta y veo que ya empezó a sangrar por la nariz y también está escupiendo su propia sangre, la causa de muerte siempre es una neumonía bacteriana secundaria y en algunos casos una hemorragia pulmonar, en este caso tiene síntomas de hemorragia pulmonar.

--¡Ayúdame por favor! —me dice.

No hay antibióticos para tratar el virus, no hay vacuna, ni siquiera sabemos de dónde vino, las enfermeras están muriendo; esta enfermedad está acabando con la humanidad.

No hay nada que hacer por el enfermo que grita por ayuda en la enfermería, tomo una toalla de la vasija con agua y trato de limpiarle la sangre de la boca, vuelvo y entro la toalla en el agua para quitarle el exceso de sangre, la exprimo y la pongo en su frente para aliviarle la fiebre, es poco lo que podemos hacer por los enfermos ya que es poco lo que se sabe del virus. 

Dejo a ese paciente y sigo con otros, la enfermería está demasiado atascada, hay enfermos por doquier y no hay camillas, algunos enfermos que están menos graves tienen que estar en el suelo; tenemos que utilizar unas máscaras de tela, y unas batas que van desde el cuello hasta los talones, para poder protegernos de esta mortal enfermedad.

Después de una larga jornada terminó el día, voy sola caminando a casa, pensados en las miles de cosas que le han pasado al mundo ¿será este un castigo de Dios? ¿algún día el mundo volverá a ser normal? ¿todo lo malo acabará cuando los humanos se extingan?; con esos pensamientos llego a casa sin ni siquiera darme cuenta, subo los escalones del porche y busco las llaves en mi bolso, después de unos segundos la encuentro y la introduzco en la cerradura, ya dentro me quito la bata y la mascarilla, las desinfecto y las dejo en  el perchero , me quito las sandalias y repito el acto desinfectándolas, las dejo en la entrada, y como todos los días ahora procedo a irme a dar un baño, acto seguido tomo la ropa sucia y la lavo a mano, eso es lo que hago todos los días para tratar de librarme de esta enfermedad, aunque si me lo preguntan digo que nadie se librara de esto.

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