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Carter

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Carter

—Tengo algo que mostrarte. ¿Estás en tu casa? —Ginger ni siquiera me deja contestar, habla con rapidez, como si lo que sucediera fuera de vida o muerte.

—Si. ¿Puedo saber qué pasa?

No hay respuesta. Me quito el celular de la oreja para revisar que ha sucedido, y para mi sorpresa, ha colgado. Quiero devolverle la llamada, o mandarle un texto para preguntarle que significa todo este alboroto, pero entonces escucho su voz en la planta baja.

—Hola, Loren. Dash —Se escucha sofocada, como si hubiera corrido un maratón, pero solo parece haber atravesado volando de su casa a la mía.

Me levanto de mi cama, para salir a su encuentro, pero en cuanto llego a la puerta, ella ya está ahí, con el celular en la mano y una mascarilla verde en el rostro, mientras intenta recuperarse, sosteniéndose de la pared.

—Así que si tenías mascarillas de aguacate —digo en broma, pero ella mueve la mano para restarle importancia. Unos cuantos mechones cenizos se le escapan de la coleta mal hecha, pero no parece importarle.

—No quería complacer a Maika —explica y encuentro lo satisfactorio de aquello—. Tienes que escuchar esto.

—¿Qué es? ¿Una colaboración esperada?

Me entrega su celular, mientras se abre paso hacía mi habitación para sentarse en el sofá con pintura tornasol gracias a su culpa.

—Escúchalo, pero primero cierra la puerta —Su actitud comienza a parecerme sospechosa, lo que solo aumenta mi curiosidad.

Cierro la puerta antes de desbloquear el aparato y darme cuenta de que se trata de un video, pero la imagen pausada solo me hace sentir confundido. Parece ser la puerta de uno de los baños de su casa.

—Primero me gustaría comprobar que no se trata de algo indebido.

—¡Joder, Carter! ¿Cuándo te he mostrado algo indebido? —En eso le doy toda la razón, pero con eso que se ha vuelto más tenebrosa que antes, tengo que prevenir.

Bajo su mirada, le doy reproducir a la pantalla y me doy cuenta de que no pasa nada, el video no muestra más que la pared y parte de la puerta blanca, y el sonido es apenas perceptible, como si alguien escuchara música a lo lejos.

—¿Tratas de mostrarme alguna actividad paranormal en tu casa?

—No seas tonto, sube el volumen —No me deja hacerlo, ella toma el celular y presiona el botón hasta que el sonido de la música cobra más sentido. Se escucha con mucha más claridad, pero no hay una banda de fondo, solo la voz de una mujer. Una voz bastante bonita y melódica.

—Se delicado y espera.

Dame tiempo para darte todo lo que tengo.

No entiendo que es lo que canta, y aunque el eco hace interferencia en su voz, aun así, el sonido es hipnotizante. Con esas pequeñas estrofas es capaz de demostrar felicidad, entusiasmo y pasión, con un fervor inminente y fascinante, que provoca un extraño sentimiento de calidez en mi interior.

La Voz de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora