𝑺𝒂𝒔𝒉𝒂 𝑩𝒍𝒐𝒖𝒔𝒆

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Salí de la enfermería, con el ceño fruncido y el paso ligero.

Me iba a ir a la cabaña de las chicas cuando me choqué con alguien.

—¿Estás bien? —preguntó Sasha.

Agarré mi cuello y puse una mueca de molestia.

—¿Te duele la garganta?

Levanté mi mano, enseñando los cinco dedos, luego señalé mi boca e hice un gesto de negación.

—¿No puedes hablar hasta que pasen cinco días?

Asentí, sorprendida de que lo pillara a la primera mi explicación.

La morena agarró mi mano y me llevó hasta la cabaña, haciendo preguntas que tuve que responder con gestos.

Ella me entendía en la mayoría de las ocasiones, aunque a veces debía esforzarse en entenderme.

Los entrenamientos se hicieron un poco más duros y todos estábamos agotados.

A pesar de mi condición, debía hacer las cosas de siempre.
Algunas guardias en las noches, las tareas de limpieza y los entrenamientos.

Aún así, no pude comer con normalidad, ya que la comida me raspaba al tragarla.

—Debes comer algo más, [Tn] —dijo Connie, viendo que solo me terminé mi sopa y dejé el resto de la comida.

—Le duele la garganta —dijo Sasha—. Ten, toma mi sopa, yo me terminaré eso.

Le sorprendí de que me diera su cuenco de sopa entero y sin quejarse.

Le agradecí y comí en silencio, mientras ellos tenían una conversación entretenida sobre técnicas de lucha cuerpo a cuerpo.

—¿Qué pensáis hacer mañana?

—¿Qué tiene de especial mañana? —dijo Sasha.

—Es nuestro día libre, ¿lo olvidasteis?

Me enconjí de hombros y Sasha sonrió.

—¿Te apetece ir de compras?

—Qué aburrido —dijo el rapado.

Asentí rápidamente, sabiendo que podría pasar un tiempo con ella a solas.

Tras terminar la cena e ir a dormir, los nervios no me dejaron descansar bien, aunque al despertar y ver a Sasha mirándome con una sonrisa, me dio motivos suficientes para levantarme de la cama.

La cuidad estaba llena de gente y, como esperaba, ella me cogía de la mano y me arrastraba de un puesto de comida a otro.

Entramos en alguna que otra tienda para comprar ropa, aunque finalmente solo pude comprar una camiseta, ya que ella volvía a arrastrame a otro puesto de comida.

—¡Mira, [Tn]! ¡Ahí venden carne, vamos a ver!

Nos encontramos a Ymir y Christa, quienes estaban mirando algún vestido nuevo para la rubia.

Al final, volvimos al cuartel, ella con un trocito de carne que había de muestra en algún puesto.

Lo terminó antes de lo esperado y cuando llegamos a la cabaña, apenas teníamos fuerzas.

—Después del entrenamiento de estos días y la caminata que hemos hecho hoy, no puedo moverme.

Asentí, conforme con lo que había dicho la morena.

—En un rato vamos a cenar, pero para eso no estás tan cansada, ¿no? —dijo Ymir, burlándose de la morena.

Después de cenar, aunque estábamos cansadas, no fuimos a la cabaña.
En su lugar, nos dirigimos al lago, donde nos sentamos en la orilla para mirar el anochecer.

Las estrellas comenzaron a aparecer y ella simplemente habló, aunque apenas le podía contestar.

—Es una molestia que no puedas hablar hasta que pasen unos días.

Asentí y bufé, enfadada de no poder hablar con ella.

—Supongo que ahora elegirías mejor tus últimas palabras.

La miré con el ceño fruncido, sin saber a qué se refería.

—Quiero decir, a las últimas palabras antes de quedarte sin habla.

Todo este tiempo, había estado jugando con un palo que había por allí, así que aproveché para señarlo y apuntar al suelo.

—¿Vas a escribir? ¿El qué?

La señalé y moví mi mano para simular una boca.

—Lo que... ¿acabo de decir? Osea, ¿quieres escribir lo que hubieras dicho antes de no poder hablar?

Asentí y sonreí.
Ella miró hacia adelante, viendo cómo el sol se escondía y teñía el agua.

Pensé unos minutos.
Realmente me había precipitado.
Tenía una idea en mente, pero no me veía lo bastante valiente para llevarla a cabo.

Suspiré y acerqué el palo a la tierra, comenzando a escribir.

Tras unos segundos miré lo que había escrito y toqué su hombro, llamando su atención.

—¿Ya? A ver qué has escrito —miró y comenzó a leer en voz alta—. Te quiero... Sasha...

Hizo una pausa a la mitad, para digerirlo.

Había sido una declaración algo improvisada, y escuchar lo que yo misma había escrito para ella, me hizo sonrojar.

—¿Es enserio?

Asentí, pero sin mirarla. No me sentía capaz.

—Yo también te quiero —dijo para mi sorpresa.

La miré rápidamente y se me escapó una risa. La abracé y ella me correspondió, sonriendo.

Pasaron unos días y ya pude hablar casi con normalidad.
Aún tenía la voz algo ronca, pero podía hablar.

Sasha y yo comenzamos a salir, aunque algunas personas no se sorprendieron en absoluto.

—Creí que ya estaban saliendo —admitió Connie.

Reí y agarré la mano de Sasha.
Mientras nuestros amigos seguían hablando, ella me acercó más a su cuerpo y puso su boca junto a mi oído.

—Definitivamente, algún día nos casaremos.

Me sonrojé y ella besó mi mejilla.

—Espero que sea pronto.

•ꜱʜɪɴɢᴇᴋɪ ɴᴏ ᴋʏᴏᴊɪɴ• ⚔️ One shotsWhere stories live. Discover now