—Marchémonos de aquí, tenemos cosas que hacer —me dijo mientras introducía la carta en el bolsillo de su chaqueta—. Saldremos por el balcón.

Apartó las cortinas y abrió las puertas, sin mediar palabra se acercó a mí y me cogió en brazos.

—¿Piensas saltar conmigo en brazos? —le pregunté con tono irónico.

—Pues claro, de algo deben servir mis habilidades. Aunque solo sea para salir sigilosamente de tu casa —respondió con una sonrisa burlona en su rostro.

—Eres incorregible —afirmé—. Está bien, vamos antes de que me arrepienta.

Salimos al balcón y de un salto se colocó sobre la baranda de piedra. Desde allí había una distancia razonable hasta el suelo, no pude evitar cerrar los ojos, no quería ver como saltaba... No era lo mismo bajar por la enredadera que saltar directamente. Escuché la risa de James cuando saltó, una brisa fría agitó mi cabello y pude sentir como el vestido se movía por la velocidad de la caída, no noté cuando aterrizamos. Abrí los ojos y ya estábamos abajo.

—¿Ves?, no ha sido para tanto pequeña —no dejaba de reír mientras me depositaba en tierra firme.

— ¿Por qué, siempre te ríes de mí? —Le pregunté un poco molesta—. ¿Tan graciosa te parezco?

—Lo siento, pero tus reacciones humanas me resultan encantadoras —me besó en la mejilla y acto seguido agarró mi mano—. Vamos.

Nos dirigimos al buzón y depositamos la carta, (ahora sí empezaba la trama de verdad) me dije. Observé los alrededores de la casa para asegurarme que no había nadie.

—No te preocupes, no hay nadie —aseguró—. Si hubiese alguien lo sabría, aunque se encontrase al otro lado de la verja —le miré sin saber qué quería decirme—. Al igual que me muevo a más velocidad que un humano, también puedo escuchar lo que sucede a más metros de distancia. Incluso puedo agudizar la vista y ver detalles que los humanos no pueden percibir —me aclaró.

Cada vez me sorprendía más lo que podía hacer un vampiro, la única parte que no me gustaba era la de tomar sangre de otras personas.

—Ven —me indicó con la mano. Me acerqué y me tomó de nuevo en brazos— así iremos más rápido.

—Pero... ¿Sabes acaso dónde está la casa de Thomas?

—Sí, el día de la fiesta mientras nos dirigíamos hacía aquí me indicó cual era.

—Sí... típico de Thomas —le afirmé—. Vayámonos y terminemos con esto de una vez.

—Como ordene señorita.

Corrió hacia la verja de la entrada y la saltó como si mi peso fuera el equivalente al de una pluma, después comenzó a correr calle abajo. Tanta era la velocidad que no alcanzaba a ver por dónde nos movíamos, me estaba mareando. Cerré los ojos y me acurruqué en su pecho. La casa de Thomas se encontraba a varias manzanas de la nuestra, aunque yo solo había ido una vez cuando su abuela falleció. Se tardaba unos quince minutos a pie pero nosotros tardamos dos en llegar.

Me bajé de sus brazos un poco mareada, tenía frío y James me colocó su chaqueta sobre los hombros.

—Yo no la necesito —me dijo.

Nos encontrábamos al otro lado de la puerta de la entrada, pude observar que el jardín estaba descuidado, lleno de hierbajos y flores secas. Hacía bastante tiempo que nadie se ocupaba de aquel jardín, algo que no comprendía pues según Thomas tenía trabajando un par de personas que se encargaban del mantenimiento de la casa, el porche de la enorme edificación estaba sucio y la madera corroída por el tiempo, no entendía nada. Nos dirigimos a la puerta principal y nos detuvimos.

—Aquí no hay nadie Emily, está vacía —me informó.

Seguía sin entender por qué estaba todo tan descuidado.

—¿Cómo entraremos sin derribar la puerta? —le pregunté.

—Eso déjamelo a mí.

Concentró su mirada en la cerradura y de repente se escuchó un clic indicando que se había abierto.

—¿Cómo hiciste eso? —le pregunté incrédula frente a lo que acababa de presenciar—. ¿También puedes manipular cosas con la mente?

—Bueno no puedo mover objetos, pero si me concentro puedo hacer ceder algunas cerraduras y otros pequeños trucos —me explicó.

Aún sorprendida por aquello empujé la puerta y entramos dentro. La casa se encontraba casi en la penumbra y el interior al igual que el jardín estaba descuidado y sucio, la única opción razonable que se me ocurría para justificar el deplorable estado de aquella vivienda era que Thomas en realidad me mentía y no tenía suficiente dinero para mantenerla en condiciones y mucho menos para contratar sirvientes. Ahora cobraba más sentido en mi cabeza el hecho de que realmente solo quería casarse conmigo por el dinero de mi padre.

—Vaya Thomas no era lo que aparentaba ser —dijo James, mientras se paseaba por el salón sin apenas muebles y polvoriento.

—Busquemos su habitación y recojamos todas sus cosas. No hay tiempo para suposiciones sobre apariencias —respondí enfadada, me sentía más engañada por Thomas que ninguna otra vez.

Avancé decidida por el pasillo observando cada una de las habitaciones. James me seguía sin mediar palabra, debió percatarse de mi estado de ánimo. La mayoría de las estancias estaban vacías, tan solo la del final tenía muebles. Dentro había una cama, un armario y una pequeña mesilla en el lado derecho de la cama. Era penoso ver cómo estaba todo. Sobre el armario pude ver que se encontraba una maleta de piel marrón, le indiqué a James con la mano que la bajase y así lo hizo dejándola sobre la cama. Abrí el armario para ver su contenido, pero solo constaba de tres trajes y un par de zapatos, algo que no entendía pues cobraba un buen sueldo en el bufete. Si bien era cierto pasaba la mayor parte del tiempo en casa o trabajando pero eso no justificaba el estado de la casa, el único motivo que se me ocurría para aquello era que tuviese alguna deuda que debía que pagar, conociéndole me esperaba cualquier cosa.

—Yo recogeré todo, tardaré mucho menos —aseguró mientras abría la maleta.

—Como prefieras —le dije, sentándome sobre la vieja cama que crujió con mí peso.

A su velocidad habitual recogió todo lo que había en la mesilla y el armario colocándolo en el interior de la maleta.

—Ya tenemos todo lo necesario, vayámonos de aquí —agarró la maleta y salimos de la casa.

Cerramos la puerta y contemplé por unos segundos la casa. Una sensación de pena me invadió, pena al saber que parte de la vida de Thomas era mentira, que estaba arruinado y presumía de ser un hombre adinerado delante de todos. Agarré el brazo de James recordando la suerte que había tenido al elegirle a él, se giró y nuestras miradas se encontraron en mitad de la noche, todo mi cuerpo se estremeció al sentir aquellos ojos penetrantes sobre mí.

—Te quiero —le dije sin pararme a pensarlo.

—Y yo a ti, si no ¿por qué iba a estar haciendo todo esto? —me sonrió y nos besamos.

Aún quedaba una última cosa por hacer.

Macabra Tentación - 1.El Vínculo (¡¡subida de nuevo!! A la venta en Amazon)Where stories live. Discover now