mejor suerte la próxima vez.

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-tomate tu tiempo, nadie te presionará en eso, pero bueno... Debería de limpiar el sótano de una buena vez...- dije, pero ella me sostuvo del brazo.

-de hecho... Quise hacer un intercambio con Alcina porque ella me dijo sobre ti y que tal vez necesitaba de un sirviente... Al principio dudaba pero, me sentía demasiado sola, nunca me había quejado de eso pero, si podía tener la compañía de alguien como yo, sería algo fantástico para mí...- dijo ella, aclarando sus intenciones.

-vaya, eso es un dato interesante, bueno... ¿Cómo sabes que soy como tú?- pregunté, que yo recuerde, no he hablado lo suficiente con Dimistrescu ni con Donna como para que sepan sobre mi.

-mi hermana dijo que lo vio en tu teléfono, tus mensajes y notas de... Suicidio.- mencionó ella, lo que hizo estremecerme.

-¿que?- pregunté.

-si... lo que he dicho Andreas, tus mensajes y...

-no, eso no... has dicho que nos parecemos y luego mencionas mis mensajes de suicidio... Donna, ¿intentaste matarte alguna vez?-

no recibí respuesta, pero su rostro respondió por ella, ella había empezado a sollozar muy debilmente pero lo suficientemente fuerte para que yo pudiera escucharla.

-si... si Andreas.-

-oye, mira... no sé qué decirte porque yo... uhm, he pasado por eso y sigo luchando con aquello pero... Donna, no lo sé... mírame a los ojos, ¿si? Donna, yo no te abandonaré en esto. ¿quieres saber algo Donna? si tenemos algo en común... estamos solos pero ahora eso ya no será así, no cuando estemos juntos, no me alejaré de tí, porque quiero ayudarte a dejar todo aquello atrás y puedas valerte por ti misma.-

mi mensaje de motivación era mediocre, ¿pero que más podía dar si yo estaba igual o más perdido que ella en este cruel y frío mundo?

pero al parecer a Donna le bastó, le bastó lo suficiente para abrirse de brazos y darme el mas fuerte y sofocante abrazo que he sentido nunca...

-gracias.-

-no tienes porque agradecer Donna, te lo juro.

después de un rato, me senté en el sillón de color negro que ella tenía en su sala de estar. Donna había ido a su habitación a cambiarse al parecer o no lo sé exactamente, cosas de chicas, supongo.

Y para mí sorpresa o desgracia, en ese momento me había llegado un mensaje, era mi madre otra vez; "¿Dónde estás? ¿Estás bien? Me tienes muy preocupada, por favor vuelve a casa, su padrastro quiere disculparse".

-agh... No quiero volver a casa.- dije entre dientes, pero al parecer Donna lo escuchó todo.

-¿Por qué no quieres volver a tu casa?- pregunto ella, viéndome a los ojos mientras bajaba de las escaleras.

-escapé de mi casa porque iba a morir si no lo hacía, ahora mi madre quiere que vuelva, pero está claro que pasará cuando vuelva; O me encerrarán en un reformatorio para adolecentes o la historia se volverá a repetir.-

-vaya... Tienes muchos problemas en casa al parecer... Deberías descansar, no lo sé, puedes ir a tu habitación si quieres. Puedo ir a verte si es que lo necesitas...- dijo ella, viendo al suelo, avergonzada de lo que dijo.

-bueno, está bien... Nos vemos después.- poniéndome frente de ella, tomé sus manos y me despedí con la vista, para luego subir las escaleras.

-uhm... ¡Andreas!-

-¿si, Donna?-

-¿te gusta mi vestido negro?-

-sabia que te habías ido a cambiar, te ves espléndida Donna, te lo prometo.

-¿de verdad?-

-eres la mujer más hermosa que he visto y veré, tengo por seguro Donna.




Tras llegar a mi habitación, me senté en el escritorio y con un cargador que había en el cajón del escritorio, cargué la batería de mi teléfono, ya llevo casi 4 días acá, al parecer la policía no viaja a estas zonas, mucho menos con este tipo de criaturas rondando por aquí... Demonios, tengo que escapar lo antes posible pero no a mi casa, sería un suicidio ir allá, tenía que pensar... Pero, Donna parecía ser buena, a diferencia de su hermana, dimistrescu es un ser despiadado que me mataría en cualquier momento, pero Donna era todo lo contrario... ¿Realmente tenía que escapar?

De tanto pensarlo, me empezaba a desesperar otra vez, así que abrí la ventana para recibir un poco de aire fresco y frío, el invierno ha estado muy hermoso este año... la belleza de los arboles muertos y como sus ramas quedan al descubierto se me hacía lo más bello que he visto en términos de paisajes, la niebla distante entre las montañas le daba puntos, ¿como es que Rumanía no toma este lugar como una zona de turismo? ah, cierto... esas criaturas...

Dios, quien pensaría que Andreas iba a estar en la casa de una mujer hermosa... Nadie, todos me miraban como un bicho raro, abandonado, dejado atrás.

Me puse triste por mis propios recuerdos en la escuela, el solo hecho de recordar lo que viví ahí...

tal vez cometí un error al escapar de casa, tenía que morir en ese momento, tal vez estoy retrasando a la muerte y mi tiempo en la tierra se ha extendido... Pero, ¿Y si me lanzo de la ventana? ¿A alguien de la aldea le importaría algo así? Tal vez a Donna le sorprenda, pero no pasará a dolerle en lo mas mínimo. Que más da, de todos modos acá soy un ser inexistente, tal vez la muerte era mi única opción...

-¿Por qué piensas eso?- dijo Donna, me sobresalté al darme cuenta de su presencia, pero más sorpresa fue que estaba hablando ya en voz alta...

-¿¡Ah!? Ah... Donna, lamento que hayas escuchado eso... Pero, ah... No lo sé, no me gusta mi vida, solo... no le veo nada interesante ni nada que me motive a seguir aquí.

-la muerte no es una opción Andreas, nunca debes de pensar eso, si te suicidas, el dolor no deja de existir, solo se lo pasarás a otra persona...- me dijo, agarrando mi mano gentilmente.

-vaya... No lo había visto de esa manera.- le mentí, porque ya sabía aquello, a mi madre no le va doler demasiado la muerte de un inservible ser humano.

-ven, estírate un momento, por favor.- me dijo Donna, agarrando mis manos.

Cerré la ventana y me senté en la cama, no quería estirarme como Donna me había dicho, cosa que no pareció importarle, entonces Donna se sentó al lado de mi, tomando mi mano izquierda todavía.

-ten, lo hizo Angie... Heh, no dibujó como si fuéramos pareja.- de su bolsillo sacó un papel que tenía doblado en cuatro partes, lo tomé y empecé a desplegar el papel... para encontrar a un Andreas y una Donna dibujados de mala manera, con nuestras manos tomadas y una flor roja en mi mano derecha.

-vaya, Angie... Que graciosa es, "pareja".- dije, riéndome por el dibujo tan infantil que hizo la muñeca... aunque de infantil no tenia nada, lo que pasó en el sótano lo revela.

-angie siempre me ha molestado con eso, es gracioso, he de admitirlo.- dijo ella, ya casi estirándose al lado mio, si, estirándose, se había acomodado para usar mi hombro izquierdo como almohada... entonces le preste más atención, Donna... su cabello color carbón oscuro y su ojo del mismo color, ¿como ella no veía su belleza? hasta alguien con dos dedos de frente se daría cuenta.

-nunca he tenido ninguna pareja, digamos que nadie ha querido salir conmigo... Bueno, la chica que me gustaba pues... Terminó yéndose del país.- dije, mientras la veía, pero sin darme cuenta de que estaba diciendo.

Ella no dijo nada, ya estaba estirada a mi lado, viéndome a mi cara, para ser sincero, verla me ponía nervioso, ella parecía estar de lo más calmada viendo mis ojos... Dios, ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿Un tipo de tortura?

-eres... Lindo, Andreas.- dijo ella, agarrando mi mano.

Pero, al cerrar mis ojos, ví que seguía viendo por la ventana, Donna jamás había entrado por la puerta, miré hacia la cama y nada, no estaba ella, solo estaba yo presenciando el paisaje por la ventanilla...

¿Que demonios acaba de ocurrir? ¿Nada de eso fue real? Ah...

No se si debería estar triste pero, al parecer Donna jamás gustaría de alguien como yo, es un hecho que jamás lo haría y creo que estamos bien así... Espero que este bien así. Heh, mejor suerte la próxima vez...

Luna llena [Corrigiendo ortografía]Where stories live. Discover now