Veritas Verisi

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Y finalmente hemos llegado: la imagen melizabeth del concurso *u* Estoys segura de que esta será la sección más comentada. Uff, ¡es que esos dos me encienden de solo verlos! Con esto, estamos llegando al final de nuestro especial UwU Espero lo hayan disfrutado mucho, tanto como yo disfrute trayéndolo de vuelta para ustedes. Los quiero mucho, gracias por seguir aquí, y nos vemos en unos minutos para la despedida formal. 

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Elizabeth había comenzado a calmarse mientras Meliodas la abrazaba y le acariciaba la espalda. Los dos estaban sentados en una cómoda alfombra frente al fuego de una chimenea. Aún era un misterio quien la había encendido, pero Elizabeth quiso creer que la casa trataba de consolarla.

—Ya, ya, deja de llorar Tonteli. ¿Ese imbécil no te hizo nada, no? —A pesar de su tono burlón, la peliplateada pudo notar la calidez bajo sus palabras. ¿Por qué tenía que ser así? De hecho, si lo pensaba bien, así había sido toda su vida. Puede que él siempre la molestara, pero jamás había permitido que alguien más lo hiciera, e incluso había llegado a pelearse por eso. A pesar de no llevarse bien, tenían los mismos amigos, y yendo incluso más atrás en su historia, ellos nunca terminaron oficialmente su amistad. Solo se dejaron guiar por lo que pasaba a su alrededor, justo como en esa fiesta.

"Quítale las manos de encima a mi mujer".

Al recordar sus palabras, Elizabeth se ruborizo de golpe, y eso solo empeoró cuando también le vino a la mente el beso y la forma en que la había perseguido por el cielo. Su cola de diablesa comenzó a moverse con voluntad propia y a pesar de lo cómoda que estaba, decidió separarse de sus brazos y enfrentarlo.

—Me... ¿Meliodas?

—¿Hm?

—¿Te... te puedo preguntar algo? —Toda la calidez del momento se evaporó en un instante, y el cuerpo del rubio se tensó mientras su cara pasaba de una expresión amable a una mueca de fastidio.

—¿Qué quieres? —Elizabeth sintió que su corazón se rompía al escuchar su tono de voz, pero decidió ser valiente y terminar con lo que empezó.

—Hace un momento, cuando me salvaste... ¿Por qué le dijiste a Estarossa que yo era tu mujer? —El silencio que siguió se llenó de tensión. Meliodas abrió los ojos como platos y se ruborizó un poco, pero después volvió a fruncir el ceño con fuerza y se cruzó de brazos.

—No es de tu incumbencia.

—Pero yo...

—¡No fue nada! Solo... —En ese momento se puso de pie y dio unos pasos para alejarse de ella—. Solo lo dije al calor del momento, ese idiota se estaba pasando de listo

—Bueno, está bien, pero...

—¿Pero qué?

—¿Qué dices de... del beso que nos dimos? —Ahora Meliodas estaba definitivamente rojo, y comenzó a apretar los labios en un puchero que se hubiera visto gracioso, de no ser porque sus ojos rojos brillaban de nuevo.

Dulce, truco o Pecado - Especial de Halloween 2019Where stories live. Discover now