Capítulo 9 - Recomenzar

9K 628 23
                                    

Unos golpecitos me despertaron de mi pequeña siesta y abrí los ojos con dificultad. Me incorporé despacio, pero pegué un salto cuando vi la figura de Lean en la ventana. Sentía que nunca me acostumbraría a eso.

-Ah... Eres tu.

-Buenas noches -dijo con un tono ronco, evitando mi mirada.

Me levanté despacio, recordando la noche anterior. La última vez que nos vimos me había forzado a no decir nada. Había usado sus poderes conmigo, y lo había odiado por eso. Ahora teníamos un pacto dictatorial y el sentimiento de ser una presa era difícil de evadir. Sin embargo, dependía de mí proteger a mi familia, a mis amigos y... a mí misma. Si no lo ayudaba, quién sabe que iba a hacer. 

-¿Trajiste algo más para mí? -Le pregunté, abrazando me el torso.

El vampiro descolgó su mochila del hombro y la abrió, observando en todas direcciones las calles del barrio. Un silencio sepulcral inundó la habitación y la incomodidad me puso nerviosa. Decidí buscar mi notebook, pero antes tomé el teléfono para ver si tenía mensajes. No había ninguno, pero recordé la discusión que tuve antes de acostarme.

Kat no era del tipo que se guarda el odio para si misma, y yo no era del tipo que se dejaba intimidar fácilmente. Aún así, temí que su enfado perdurara hasta el día siguiente y el problema se extendiera hasta Sam y Lana. ¿También sentían que las estaba abandonando? Definitivamente iba a tener que hablar con ellas al día siguiente. 

-Se te ve muy concentrada esta velada -gruñó el vampiro mientras acomodaba su mochila en el marco de la ventana. 

-Lo siento -me dirigí hacia él para tomar lo que tenía en las manos -. Se ven pesados. 

Tres gruesos libros de terciopelo y páginas amarillentas fue todo lo que la mochila del vampiro había podido contener. Me senté en el borde de la cama y los observé sobre mi regazo. 

-Hay más de donde salieron. Yo se francés, pero hay demasiados libros para mí solo. Espero que tu maquinita pueda hacer algo -señaló el móvil que reposaba sobre la cama.

-Existen traductores en la web. No son lo mejor, pero funcionarán, espero.

Abrí el primer libro, que era rojo. Las páginas tenían tanto polvo que sentí como me escocían los ojos. Traté de no toser para no llamar la atención de mi familia, pero me fue imposible. 

-Blancheneige 1946 -leí a la par que tomaba mi teléfono y tecleaba la palabra-. Blancanieves. Este es un cuento de hadas. 

-Yo también lo soy -se encogió de hombros-. Nada dice que no tenga algo que nos sirva. 

-¿Me vas a hacer traducir todo un libro para busca algo que muy posiblemente no esté?

-Mira, no creo que me hayan devuelto el libro para regalárselo a mi hermana pequeña. 

Se detuvo en seco y abrió los ojos de par en par. Ambos intercambiamos una mirada pasmada. 

-¿Acabas de decir que...?

Me detuve, para dejarlo pensar. El se llevó la mano a la barbilla y contempló el vacío por uno segundos, con los ojos entrecerrados. 

-No sé por qué dije eso, pero tengo la sensación de que es verdad -se dedicó otra pausa para recordar, pero prosiguió a encogerse de hombros-. No, bueno, no lo sé. Supongo que por mi época era común tener muchos hijos. 

-Entonces puede ser que la razón de este libro es hacerte recordar a tu hermana. 

-En ese caso, ya no creo que sirva.

Un Vampiro en mi Habitación #PGP2019Where stories live. Discover now