4. Bienvenida a casa

Start from the beginning
                                    

Ese comentario hizo que aquel pellizco en el estómago aumentara un poco más, y aunque quería ignorarla, no pudo evitar ponerse a su nivel.

- No te preocupes, yo también me había olvidado de ti, pitufa.

La rubia le echó una mirada asesina y cogió de la mano a su novia para avanzar y seguir saludando al resto. Aquel intercambio de palabras, y, sobre todo, aquellas actitudes, no le habían pasado desapercibido a dos personas. A la primera y la que estaba más cerca, a Bea, que el hecho de ver que Luisita actuaba diferente con esa extraña encendió todas sus alarmas. Y la segunda, a María, que tenía la esperanza de recuperar un poco a su hermana cuando volviera a ver a Amelia, pero se esfumó enseguida en cuanto terminó aquel saludo.

Una vez preparada, se sentaron en la mesa para comer. María y Amelia se sentaron juntas, y Bea y Luisita frente a ellas, respectivamente, y el resto de los Gómez en las esquinas de la mesa. Tras un rato de anécdotas y risas, Marcelino empezó con su interrogatorio.

- ¿Y cuándo has llegado?

- Esta mañana, de hecho, en cuanto he bajado de la estación he ido directa al King's, que, por cierto, aún sigo alucinando con el cambio de imagen.

- Pues sí, mi hija ha hecho maravillas... Pues que coincidencia que haya sido tu mejor amiga la primera con la que te has reencontrado en este lugar después de tantos años.

- Bueno, en realidad no, de camino para allá me encontré a Luisita frente a esa librería que íbamos a veces cuando éramos pequeñas, aunque por lo que he visto esta cerrada, ¿no?

Miró a Luisita porque la pregunta iba dirigida hacia ella, pero sin embargo la mirada que recibió a cambio era una que no esperaba para nada. Era una mirada cargada de una mezcla entre miedo y enfado que te da alguien por haber dicho algo que no deberías, y no tardó en descubrir el porqué.

- ¿Qué? ¿Es enserio? ¡¿Otra vez?! – le reprochó Bea a una Luisita que no se atrevía a levantar la vista de su plato. – Ya hablaremos después. – pero lo último lo dijo tan bajo que solo lo escucharon Luisita, por la proximidad, y Amelia y María por estar frente a ellas.

Amelia miró a los Gómez pidiendo una explicación y María no tardó en dársela.

- Verás, es que mi hermana tiene tantas ganas de hacerse con esa librería que se ha empezado a obsesionar un poco con el tema.

Amelia no entendió aquello, ya que la rubia había estudiado psicología, pero sabía que no era el momento de indagar sobre el tema.

- Ya... bueno, estoy segura de que algún día serás la dueña del lugar, además, te pega. – le dijo intentando animar el ambiente, pero Luisita ni le respondió ni la miró, mientras seguía cabizbaja.

- Bueno Amelia, cuéntanos, ¿qué ha sido de ti?

- Pues, me metí a estudiar arte dramático en Barcelona y la verdad es que descubrí que era mi gran pasión.

- ¡Anda, que bien! ¿Y has hecho algo conocido?

- No, no, que va. – se rio. – De hecho, no me gustan muchos las cámaras, soy más de subirme a un escenario y de escuchar las reacciones del público. Escucharlos es lo que más me gusta, sentir que se meten en la historia. No sé, la verdad que significa mucho para mi pensar que quizás alguien necesita escapar un poco de su realidad, aunque sean por un par de horas, y que yo pueda contribuir en ello.

- Eso es muy bonito, hija. – le respondió Manolita con una sonrisa dulce.

- Si, bueno. Aunque no he conseguido hacer mucho, no te creas, casi todas actuaciones son en la misma academia. Pero bueno, a ver si aquí consigo algo, aunque sea pequeño.

Un refugio en ti (#1)Where stories live. Discover now