Un pequeño ruido sordo fue lo único que me advirtió de la presencia de una cuarta persona en el lugar y cuando miré hacia el coir vi una mano masculina sujetando firmemente su cuello. Los ojos del coir Eikki se hallaban abiertos de par en par.

—Si no sueltas a mi alumna en medio segundo utilizaré mi Coma contra ti y luego rendirás cuentas con nosotros dos y con el mismísimo Hesper —su voz tranquila, como un susurro, era mucho más escalofriante que la voz alzada de Asmord—. No repetiré mi oferta otra vez. Medio segundo.

Como si de un títere se tratara, el coir me soltó de inmediato y, al verme libre, retrocedí, cobijándome en las sombras del bosque mientras Nolan se aseguraba con la mirada de que estaba de una pieza. Su mano seguía aferrando el cuello del coir, aunque apenas hacía fuerza. Solo su ligero toque era suficiente para reducir al vampiro a un ser moribundo tirado en el suelo si así lo quería.

—Nolan —la voz del coir salió ligeramente estrangulada, como si realmente mi profesor le provocara pavor—. Siempre es un placer volver a verte.

—Por tu propio bien, Eikki, espero que mi alumna no tenga una sola queja sobre ti. ¿Comprendes lo que te digo?

La garganta del vampiro se movió bajo su mano y comprendí que intentaba tragar saliva. El coir no se había amedrentado con la criatura a la que denominaba asesino de asesinos y, sin embargo, parecía estar a punto de echarse a temblar ante el roce de mi nuevo profesor.

—Ya sabes cómo soy —una sonrisa fugaz de puro terror apareció en su rostro un instante—. Simplemente jugaba, solo eso. No le he hecho daño.

Nolan se alejó, por fin, y el coir pudo respirar con relativa normalidad. De nuevo, una sonrisa decoró su cara.

—No hay que ponerse tan dramáticos, por amor a Neptuno.

Ni Asmord ni Nolan le devolvieron la sonrisa y el primero parecía bastante dispuesto a llegar a las manos a pesar de todo. Pero, ¿por qué no había utilizado Asmord sus poderes mentales? Si hubiera querido, el coir podría haber estado en el suelo mucho antes. Nada tenía sentido.

—Está bien —el vampiro volvió a hablar—. Será mejor que me vaya. Hesper debe de estar esperando, de todas formas.

Y, con una última mirada en mi dirección que no supe cómo clasificar, desapareció. En el momento en el que lo perdí de vista, todo mi cuerpo se vino abajo y apoyé mi espalda contra el árbol más cercano. Sin duda alguna, era un vampiro al que no me apetecía volver a ver.

—Kaiserin —con un gesto preocupado, Nolan se acercaba a mí—. ¿Te encuentras bien? ¿Te ha hecho algo?

—¡Claro que no estoy bien! —la histeria se apoderó de mí en aquel momento—. ¿Qué ha sido eso? ¿Qué acaba de pasar?

Mi profesor suspiró y con sus manos me atrajo hasta su cuerpo para abrazarme. Al principio mi cuerpo se tensó, tratando de asimilarlo, pero al final mis brazos también lo rodearon a él y me relajé contra su piel. Mis ojos se desviaron, no sé por qué, hacia Asmord y vi un extraño brillo en su mirada antes de que desapareciera en la noche, como instantes antes había hecho el coir. Sentí algo extraño, como una especie de cosquilleo en las entrañas, pero cerré los ojos, olvidándome de ello y centrándome en lo único que me hacía bien: el abrazo de Nolan.

Cuando nos separamos, los ojos de mi profesor se encontraron con los míos.

—Algo así era precisamente lo que quería evitar —me explicó, colocando una de sus manos en mi hombro—. Ayer, cuando te dije que te encerraras en tu habitación lo hacía por si algo así... Lo siento mucho, Kaiserin. Debería haberte protegido mejor.

El mundo oculto del Espejo [SILENE #1]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu