Capítulo 1

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Oscuridad. Silencio acogedor. Un dulce olor a leche llenaba el lugar, dándole una cálida sensación de tranquilidad y calma. Podía sentir los pequeños cuerpos de sus hermanos junto a ella, que respiraban continuamente durmiendo.

Abrió los ojos, dando un gran bostezo y mostrando su rosada boca. Miro a su alrededor, percatándose que aún todos dormían. Aún no era el alba, por lo que la brisa fresca de la mañana se colaba por su pelaje, dándole escalofríos. Se levanto algo tambaleante sobre sus cortas patas y caminó con su pequeña cola en alto en dirección a Corazón de Polen. La hermosa gata dorada dormía plácidamente junto a sus dos cachorros, Pequeña Mellada y Pequeño Savia.

Colocándose sobre sus dos patas traseras, dio un pequeño manotazo a la pequeña gata mellada atigrada, la cual despertó de golpe y casi se lanza sobre sobre quien la despertó.

–¡Pequeña Miel! Casi me matas de un susto –Exclamó Pequeña Mellada poniéndose en pie. Ella era tan solo cuatro lunas mayor, sin embargo, se veía mucho más grande, casi como una aprendiza, además, era excelente en los juegos de pelea, superando a su hermano tanto en velocidad como en inteligencia.

–¿Qué sucede? –Pequeño Savia saltó tras su hermana, sacudiendo su esponjoso pelaje. Él era un poco más pequeño que Pequeña Mellada, pero eso no quitaba que era fuerte e inteligente cuando se lo proponía. Sue pelaje era dorado, con un manto atigrado marrón y ojos iguales a los de su hermana.

–¿Lo olvidaron? Hoy será la primera vez que salgamos de la maternidad para explorar el campamento –Exclamó Pequeña Miel dando un pequeño salto. La emoción la recorría tan rápido como los monstruos de Dos Patas.

Pequeño Savia dio un resoplido de risa burlona.

–Corrección, esta será la primera vez que tú salgas de la maternidad, nosotros ya nos adelantamos.

–Pero me acompañaran a mí y a mis hermanos, ¿No?

–Por supuesto –Dijo Pequeña Mellada justo antes de que su hermano pueda decir algo. Ella siempre se comportaba de manera más responsable y seria que los demás cachorros, como si fuera una líder.

Un movimiento llamó la atención de los tres, haciendo que se voltearan hacia una reina marrón con manchas negras, Pata de Liebre.

–¿Qué haces tan temprano, Pequeña Miel? Ni siquiera es el alba.

–Hoy iremos a explorar el campamento, como prometiste –Pequeña Miel se abalanzo a su madre jugando, mostrando su emoción por poder salir cuanto antes.

–Primero espera que tus hermanos despierten, y que no sea tan temprano. Te helaras los huesos y no habrá ningún gato con el que hablar.

La cachorra asintió con algo de pesadumbre. Realmente quería ir y ver que sucedía fuera de las zarzas que conformaban la maternidad, no le importaba helarse o que sus hermanos se quedaran.

Cuando iba a apartarse para jugar con Pequeña Mellada y Pequeño Savia, piso por accidente la oreja de Pequeño Abejorro, su hermano, quien se levantó de un salto, chillando del susto. Su largo pelaje gris atigrado se había esponjado, y sus ojos ámbar eran tan solo dos rendijas.

–¡Ten cuidado! –Dijo enojado a su hermana, con la voz aguda por la conmoción.

Por el ruido seguramente, Pequeña Florida se había despertado, levantando su cabeza para mirar a sus hermanos. Su pelaje era más corto y regular, de un tono rojizo oscuro con manchas blancas, y aunque estaba algo desordenado ya que recién despertaba, se veía bastante bonito como siempre. Los miro uno por uno perezosamente.

–Buenos días, ¿No creen que es algo temprano? ¡Está muy frío afuera!

Pequeño Abejorro solo resopló ante las palabras de su hermana, alzando la cabeza.

Bellum #1 Tiempos AntiguosWhere stories live. Discover now