Lia
Ya pasó una semana y a decir verdad me encuentro bastante bien, estoy en la casa de la familia Cormier y cabe aclarar que son muy buenos conmigo, llega un punto en el que hasta me llevan a mi apartamento todos los días, al comienzo me sentí mal por el hecho de que les hago gastar tiempo pero eso parece no afectarles
Como les digo que no a estas personas que me tratan tan bien y en cierto modo me intimidan
Tomo aire fresco caminando por el gran jardín de la casa de los Cormier, tomando una galleta de las que me dejó la señora Luciana antes de irse dentro de la casa y dejarme aquí sola, miro unas lindas fresas cultivadas que me hacen provocar ir y comerme unas cuantas, pero recuerdo que no puedo hacer eso.
Veo un conejo al lado de la gran piscina y la verdad ya le he puesto el ojo desde hace unos buenos minutos, tiene un lindo color blanco con marrón hace ilusión a que se mancho con tinta marron, tomo la galleta y le doy pequeños mordiscos, contempló su rico sabor a vainilla y chocolate
Creo que ningún día dejaré de amar el dulce y lo relacionado con ello
Visualizo a la señora Luciana venir a mi dirección tiene una gran sonrisa en su rostro mientras camina, algo sospechoso pero no le pongo mucha atención
Está feliz pero ¿¿porque??
Me levantó suevemente de la silla y miro confundida a la señora Luciana
— Cariño, vamos a dentro tengo una noticia que darte— me extiende la mano como si de una niña pequeña se tratara, tomo mi galleta con mi otra mano y tomo la de ella la cuál es calientita y reconfortante
Tal vez hice algo mal, no ¿porque ella vendía feliz?
Me lleva felizmente pero no entiendo su felicidad, cuando entramos a la casa veo al resto de la familia en los grandes sofás de la casa y no entiendo el porqué mi cuerpo se eriza por un instante corto
Luciana se levanta y se dirige a mi cargándome por debajo de mis hombros de una manera poco usual, extrañada intento bajarme de sus brazos pero solo me sujeta y se sienta dejándome en sus piernas
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Lia.
Short StoryTener un Progenitor millonario no sirve de nada ya que si no te da la atención que quieres no sentirás la dicha de los lujos, tristemente así lo piensa Lía que a sus cortos 14 años se ha sentido así. El tener a lia solo fue un capricho que su madre...