Su mirada seguía clavada en su anillo, su posesión más valiosa, con un agonía que no sentía hace al menos un par de decadas. Detrás del anillo aparecieron un par de mocasínes y su mirada se enfocó en ellos y su pulcredad. Sintieó unas fuertes ganas de patearlos para que dejaran de verse tan perfectos. Entonces apareció el rostro de Nicolas frente a ella, pero seguía enfocada en sus zapatos.

–Oye, mírame. –La tomó de las mejillas para captar su atención. –Si no estas segura, no tienes por qué irte. Podemos seguir como vamos hasta ahora y él jamás te encontraría.

Milla vio en sus iris del color del carbón un deje de preocupación que trataba de ocultar con una suave sonrisa. Sintió un golpe en el fondo de su alma. ¿Por qué no podía ser él? Nicolas era perfecto. Y lo que era aún más raro; él era perfecto para ella. Inteligente, astuto, desalmado y malditamente hermoso. El jamás la juzgaría por ser lo que era o lo que hacía porque él era su compañero de crimenes, y a veces hasta confiaba en él. ¿Por qué su maldito corazón no podía ver todo eso y elegirlo a él?

Lo había considerado por mucho tiempo. Quedarse con él y olvidarse del resto del mundo. Todo sería tan sencillo. Pero su egoismo no llegaba a esos extremos, o al menos todavía no. Necesitaba volver, no solo por evitar que la encontraran sino tambien para vigilar que nada le pasara.

Ella imitó su gesto tomandolo de las mejillas y acariciandolas lo jaló hacia ella hasta conectar sus labios. Lo besó lentan y profundamente saboriando cada rincon de sus labios y él le devolvía el gesto con la misma devoción. Pero sus besos con sabor a menta y nicotina no provocaban que sus dedos de los pies se contrajeran, ni que su corazon quisiera salirsele del pecho, o que el mundo desapareciera a su alrededor. No. Ni de cerca. El único que logró eso había sido un adolescente que usaba el sarcasmo tanto como el oxígeno. Solo él la había hecho sentir de nuevo.

Abandonó sus labios rojos e inchados y le sonrió. Una sonrisa sincera como de las que no había usado desde que dejó Nuevo Orleans.

–Solo admite que me vas a extrañar. Porque nada me hará cambiar de opinión.

El vampiro suspiró derrotado bajando la mirada. Un segundo despues se abalanzó contra ella y la volvió a besar, pero esta vez sus besos habían perdido la dulzura. No eran más que caricias mordidas lujuriosas que le robaron el aliento.

–Te voy a extrañar.

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Mexico no había salido para nada como lo habían planeado. No era le hubiesen tenido mucha fé a su plan poco elaborado. Pero eso, al desastre que resulto, había una gran brecha.

No solo habían sido capturados y torturados por Los Calabera se habían quedado varados en medio del desierto donde algo desconocido los atacó solo para encontrar a Derek medio enterrado en un pueblo fantasma. Sí, habían encontrado a Hale, pero no como lo hubiesen esperado. Su estado no era el mejor. Y nadie, ni siquiera Deaton, sabía qué hacer para ayudarlo.

Derek... Derek seguía siendo Derek, pero con una leve diferencia.

El el Alfa Hale era ahor solo un adolecente de 17 años que no recordaba los últimos seis años de su vida. Tampoco a quienes habían sido parte de ella. No confiaba en nadie, solo quería volver con su familia y fue lo que Scott le había prometido. El era un Alfa, pensó que podía confiar en él. Pero no fue así. Descubrió su mentira y con ello que toda su familia estaba muerta. Por ello no dudo en irse cuando una persona en la que sí confiaba apareció frente a él ofreciendole ayuda.

Kate era esa persona.

La psicópata excazadora, ahora un cambiaforma que se transformaba en una mujer jaguar que no se controlaba a sí misma, había planeado todo. Y ahora llevaba consigo al adolescente Hale a la escuela para que él le diera acceso a su bobeda familiar. Mientras sus berserkers se deshacían de cualquier intruso.

SIPHON 3 • Teen WolfWhere stories live. Discover now