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― ¿Y dime? No hablarás con ella? ― Pudo oírle soltar un suspiro pesado desde el otro lado de la línea.
― ¿Hablar de qué exactamente? ― Frunció el ceño aún consciente de que ella no podía verle.
― ¿Es en serio, Serkan? ― Dio unos pasos a su alrededor tratando de aligerar los nervios que le empezaban a surgir ― A ver... ― Suspiró buscando las palabras correctas para hablarle y así no tocar su punto de irritación, que conllevaría a que discutieran. ― Tienes que comunicarte... hablarle, preguntarle sobre sus sentimientos, mostrar un poco de empatía por ella.
― ¿Empatía? ― Aquello último pareció molestarle más de lo debido --- Soy muy empático con mi hija .
― Y por eso hiciste lo que hiciste ayer ― Respondió Eda de manera sarcástica. ― Fuiste insensible, Serkan. No esperaste a que se acostumbrara, a que procesará lo que está pasando, le arrojaste una bomba en la cara como si ella fuera capaz de entender la situación.
― Kiraz es muy inteligente, dudo mucho que no haya percibido nada de lo que ha estado pasando. ― Cuestionó recordando el temperamento y la astucia de su primogénita.
Eda rodó los ojos por el comportamiento tan terco de Serkan. No entendía porque buscaba alguna excusa para no hablar con su hija, pero de todas formas no iba a permitirle que ella misma tuviera que encargarse de todo. Era su padre y también debía formar parte de la crianza de la niña ya sea en situaciones buenas o en situaciones malas.
― ¿Tienes miedo de Kiraz? ― Preguntó lejos de la burla.
― ¿Miedo de una niña de 5 años? ¡Por favor, Eda!, no digas tonterías ― Simuló que había sido lo más ridículo que había oído el día de hoy, porque claro que Eda estaba en lo correcto.
Conociendo a su hija sabría que... o estaría molesta, o demasiado irrelevante hacia el tema de su compromiso con Selin. De igual forma podría llegar a comportarse de manera histérica si le hablase y lo menos que quería era lidiar con una mini versión suya cuando se enfadaba.
― Pues no se me ocurre otra cosa por la cual no quieras explicarle la gran decisión que has tomado ― Observó a lo lejos a Kiraz quien desayunaba tranquilamente en la barra de la cocina. ― Además hoy te toca pasar por ella, así que podrán hablar tranquilos.
Serkan suspiró asimilando que no se iba a salvar de su charla seria con la niña y asintió repetidas veces.
― ¿Le has hablado del tema? ― Quería asegurarse de que ya estuviera adentrada a la situación para poder pensar en que podría decirle.
― No hizo falta que le hable de ello. Por si te has olvidado, estaba también en la fiesta de ayer por lo tanto oyó y vio todo con sus propios ojos. ― Respondió Eda en un tono más bajo al ver como Kiraz volteaba a verla.
