Eternal ┋❛Ángelo Hrodric había tomado las riendas del su familia a la edad de 15 años, tomo el pobre y peligroso condado Hrodric para hacerlo el mejor de Obelia, elevo el estatus de su familia, y a su vez se convirtió en el criminal mas renombrado d...
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Ángelo vio a su padre sucumbir luego de la muerte de su madre, no pudo culparlo, Violet era una mujer grandiosa, una mujer que era demasiado para alguien como Lancelot Hrodric, era de esas mujeres tan increíbles que nunca habría dos como ella, de esas mujeres que eran demasiado para cualquiera, de aquellas cuyo coraje y corazón eran tan grandes que generaba admiración.
Por las noches Ángelo solía pensar que el muerto debió haber sido su padre, de hecho, era un pensamiento que el heredero del condado Hrodric compartía con todo el mundo, incluso su padre pensaba lo mismo, Violet era fuerte, Violet habría podido seguir adelante, cuidando del condado, de su hijo, de aquellos que dependían de la noble familia.
Violet era, demasiado para el mundo, un nexo perfecto que mantuvo a la hundida familia Hrodric al alza durante su breve estadía como su matriarca.
Ángelo comenzó a odiar su hogar, comenzó a odiar esa tierra que en el pasado amaba y había jurado proteger, odiaba la idea de que él sería el próximo en heredarla, esa tierra que había visto morir a su madre y había convertido a su padre en una sombra de lo que solía ser estaba maldita ante sus ojos.
Cada que miraba a su padre se preguntaba si ese sería él en el futuro, si Hrodric también acabaría con el cómo había hecho con Lancelot, luego se prometía así mismo que no lo permitiría, no permitiría que Hrodric lo arrastrara a ese poso lleno de miseria, no permitiría que el condado lo destruyera, pero Hrodric estaba maldito e hizo algo mucho peor, le arrebató su humanidad.
Desde la muerte de su madre aquello que lo hacía humano comenzó a desaparecer, durante los siguientes años Ángelo salto de mesa en mesa, algunas veces la compartía con aquellos que podía llamar sus conocidos, otras veces con la servidumbre, Leslie y él compartían mesa casi a diario, solo ellos dos sentados en un pequeño cobertizo alejado de la mansión Hrodric compartiendo comida como si fueran hermanos, la familia imperial lo recibió durante el fin de semana con una mesa repleta de comida y los dos príncipes junto al emperador y la emperatriz como compañía, saltaba de mesa en mesa ignorando la que se encontraba en su hogar, más bien ignorando el asiento vacío de su madre y a su lamentable padre en la cabecera, mientras más alejado estuviera de la casa Hrodric mejor.
Cuando era pequeño Ángelo no podía esperar a que llegara el día en donde dejará de ser el heredero de Hrodric a ser el conde de Hrodric, solía fantasear con sentarse en la cabecera de la mesa, detrás de ese gran escritorio hecho de roble en la oficina de su padre, que antes había sido de su abuelo y mucho antes de su bisabuelo, solía sonreír ante la idea de ser llamado conde y poder implementar cada una de sus ideas con el único fin de que su pueblo, su gente fuera más feliz que nunca.
