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Los sentimientos guardados habían explotado, y eso se notaba en aquel joven peruano que con amargura rompía las cartas.

Pero, así como la amargura del momento hizo que sus cartas fueran destruidas, volvió a si mismo y la culpa nuevamente hizo que con desesperación se aferrara a los pedazos de amor que se obligó a romper...

Rusia miraba aquella escena desde lejos, el chico que amaba sufría a causa suya...

Era cruel y lo sabía.

Se acercó lentamente, captando la atención del mayor quien rápidamente escondió su cuerpo en un abrazo de sus brazos y piernas, en su pecho descansaban los pedazos de las cartas, perdiendo poco a poco su significado.

— Perú... — Susurró aquel albino, quedando frente a él de pie mientras viajaba con su mirar hasta la cabeza del lastimado, aún escondido. — Hey...

No respondió, así que Rusia se arrodilló y con delicadeza intentó separar los brazos que se aferraban arduamente a sus piernas, soltando pequeños quejidos mientras negaba con su cabeza, dejándole en claro que no quería verlo.

Aún así, el ruso era más fuerte y pudo abrir su “escondite”.

Perú tenía los ojos cerrados con fuerza, mientras mordía su labio queriendo no soltar sus hipidos por el llanto reciente.

— Hey... Perú, mírame... — Nuevamente el mencionado negó, apretando los puños con más fuerza.

Su corazón se retorció hasta el punto de doler por ver como se negaba a mirarlo... Como no quería ni si quiera dirigirle la palabra.

Se quedó en silencio, y finalmente lo soltó, haciendo que el peruano volviera a su misma posición: abrazando sus piernas con sus brazos, soltando suaves y bajos quejidos por el llanto.

Era... Tan duro verlo...

Pero, ¿Qué podía hacer si él no quería ni si quiera hablarle?

Soltó un suspiro pesado, se acercó a él más y se sentó a su costado, mirando el cielo despejado... Al menos no lloviznó como en esas típicas historias clichés.

— Me gustas. — Habló claro, aún mirando el cielo tranquilo, sin embargo para Perú fue lo más impactante que pudo escuchar... Aún así no dijo nada al respecto, simplemente siguió en su posición. — Pero, creo que lo arruiné, ¿Verdad?

Rusia soltó una suave risa, agarrando su cabeza con ambas manos, mordiendo su labio en silencio.

— Lo jodiste... — Susurró aquel peruano, abrazando con mayor fuerza sus piernas.

Pero aquello, sólo pudo hacer que el ruso se emocionara de cierta manera.

Al menos le habló, ¿No?

— Yo... Lo siento, el Sábado te traté horrible... Me sobrepasé... — Volteó su cabeza, mirando como el mayor había sacado su cabeza de su “escondite” para fruncir el ceño, teniendo su vista al frente. — Me volví un tonto... Y cuando dijiste que te gustaba a pesar de ser tan... Yo... Me asusté... Porque también me gustabas y no quería que dejaras de hacerlo si descubrías cuan aburrido y patético lograba ser... Tenía miedo de que todo cambiara cuando más me conocieras... Así que cambié mis amistades, mi forma de ser... Pero ese fue el primer error... Porque, en medio de eso, perdí lo único que no quería perder...

— ¿Y qué quieres que haga? — Respondió, levantándose bruscamente dejando caer consigo los pedazos de aquellas ilusiones que anteriormente reposaban en su regazo. — ¿Qué acepte tu perdón sólo por eso?

— No... ¡No, no es eso! — Se levantó igualmente, acercando sus manos hacia los hombros de este, sin embargo dió pasos hacia atrás, alejándose. — ¡Yo quise que esto saliera bien! ¡Quería que no me olvidaras! ¡TENÍA MIEDO DE QUE YA NO ME QUISIERAS!

𝐖𝐨𝐫𝐝𝐬 𝐎𝐟 𝐋𝐨𝐯𝐞 𝐈𝐧 𝐋𝐞𝐭𝐭𝐞𝐫𝐬 - 𝘙𝘶𝘴𝘱𝘦𝘳Where stories live. Discover now