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— Recuerda, no debes dejar que nadie conozca tu identidad. No incvolucres a la mafia en lo más mínimo — El Ejecutivo pelirrojo tenía un tono de voz muy severo, tanto que podría haberme sentido intimidada. Pero a pesar de ese detalle, pude percibir un leve atisbo de preocupación en sus palabras.

— Recibido — hablé haciendo una reverencia, para despues abordar el vehículo con un bolso de mano deportivo sujeto en mi hombro.

Me sentía sumamente incomoda con la ropa que llevaba puesta encima. Tuve que vendarme el pecho y colocarme unas mayas junto a un vestido bastante ajustado. Todo bajo un mameluco color negro; el cual me cubría la mayor parte del cuerpo, incluyendo mi cabello. Además, mi rostro estaba oculto bajo una mascarilla quirúrgica.

El camión en el que me subí como un copiloto se detuvo después de unos minutos de marcha por una carretera casi vacía. Empujé el bolso deportivo bajo mis piernas, resguardandolo bajo el asiento con rapidez cuando vi el lugar frente al cual el chofer se estacionó.

Se trataba de un almacén enorme. Heché un vistazo de reojo y logré visualizar una silueta de una persona sosteniendo un arma mientras salía por la puerta. Tuve que regresar la vista al frente y agacharla. Tal y como las indicaciones me lo habían dicho, no tenía permitido mirar a las personas que se encargarían de entregar a las chicas, no debía tratar de establecer contacto visual ni reconocer sus rostros de ninguna manera.

— Quedese tranquila, señorita, seré yo quien hable con ellos — al parecer el agente al lado mío percibió con facilidad mi repentino nerviosismo. Ciertamente estaba asustada, pues si fallaba en alguno de los pasos a seguir, toda la misión quedaría arruinada y mis compañeros correrían peligro.

— Si — hablé en un tono bastante bajo. El hombre al lado mío hizo una seña y se colocó el dedo índice sobre los labios.

— No hables con ellos ni los mires. Ellos no saben que eres una mujer — asentí, entendiendo la situación y dando un profundo respiro para tranquilizarme. El chofer bajó del camión de transporte justo en ese momento.

Miré hacia el techo, mientras golpeaba mis uñas contra mis piernas. Justo en ese momento, me dí cuenta de que mis largas uñas junto al esmalte negro no pasarían desapercibidas con facilidad, por lo que me maldije mentalmente por no llevar unos guantes conmigo. Tuve que cruzarme de brazos, procurando que mis garras no quedaran a la vista de nuestros "proveedores".

— ¿Estas con alguien más allí adentro? — escuché hablar a una voz masculina.

— Es mi compañero. Quedamos en que vendriamos dos personas por sí las dudas.

— Bien, de cualquier manera espero que le hayas explicado las reglas. Si el imbécil llega a reconocernos, tendrá que dormir con los peces.

— No se preocupe por eso. Él es la persona más confiable que encontré.

— En ese caso, dale un buen porcentaje — lo escuché decir justo cuando el sonido de múltiples billetes siendo contados llegó a mis oídos. Cerré los ojos, tratando de concentrarme más en el ruido, aunque me asusté un poco cuando oí las puertas traseras del camión siendo abiertas. — Subelas de una vez. Recuerda que el tiempo está corriendo.

— Entendido.

Después de aquella breve conversación, escuché el ruido de varios pasos entrando en el contenedor. Sentí algo de lástima por las mujeres que estaban atrás mío, pues, constantemente podía oírse el ruido se algunos cuerpos cayendo en seco. Seguramente las estaban haciendo entrar de forma demasiado brusca.

❝нυмαи❞ | Ryunosuke AkutagawaWhere stories live. Discover now