Él no le habló más, lo cuál agradeció.

Emery Ventis oficialmente había dejado Hogwarts. Maravilloso, ¿no?

Por lo menos tendría un problema menos con el que lidiar. Al parecer tuvieron que mandarla con su familia en un lugar "secreto" pues su padre era uno de los mortífagos que se había escapado de Azkabán.

Y no, aún no los atrapaban. Por esa razón, todos estaban tensos. Muy tensos. La Directora McGonagall solía dar algunas palabras de ánimo en las mañanas, pero nada parecía funcionar mucho.

—¿Aurora, terminaste?

Leon codeó ligeramente a la castaña, la cuál estaba perdida en sus pensamientos.

Sacudió la cabeza, y se fijó que ya casi todos habían terminado su ensayo de herbología, cuando en su propio pergamino, apenas y llevaba la mitad.

—No. Tengo el cerebro seco, ¿sabes? A veces no sé por qué estoy en Ravenclaw. Mi papá es Slyhterin, me crie con él, ¿no es lo más lógico? —comenzó a balbucear, con un todo enojado en su voz.

Leon comenzó a reír por lo bajo al verla con el ceño fruncido y escupiendo sus palabras.

—Quita esa sonrisa de tu rostro, no querrás que te aplaste como un sopóforo, ¿o sí?

Leon abrió los ojos exageradamente, soltando una pequeña risa nerviosa — la verdad eso había sonado muy intimidante para él.

La señorita Pessel había estado mirando a Aurora este último mes — la había notado bajoneada, distraída.

Además había bajado de perfectas notas, a algunas más mediocres. Notó además que andaba todo el día con el ceño fruncido, y que apenas sonreía.

Ya había llegado la hora de entregar el pequeño ensayo sobre las Mandrágoras que se les había asignado a los alumnos, y Aurora decidió dejar su trabajo a medias y entregarlo así.

Es decir, parecía que todos morirían pronto de todos modos, ¿no?

Sí, quizás estaba exagerando, y es que era uno de sus talentos naturales. Exagerar todo al punto de que le hacía daño.

—Señorita Sinclair, me gustaría que se quedara después de clase, ¿sí?

La suave voz de su profesora de herbología llenó sus oídos. Aurora la miró inexpresiva — ella sabía que la regañaría por no haber terminado la tarea de la clase.

Leon se despidió de Aurora, dándole un pequeño apretón en el brazo y una sonrisa que ella le devolvió.

Ambos se habían vuelto amigos muy cercanos últimamente, y ella estaba feliz de saber que él había comenzado a hablar con una chica de Hufflepuff.

Desde que Sonja y Laura pasaban mucho tiempo juntas, su amistad con Leon se había vuelto más fuerte. Obviamente no había llegado al punto de contarle lo de Draco, pero hablaban mucho.

Aurora se quedó sentada mientras veía que el lugar quedaba vacío.

Vacío.

Eso sentía ella en su pecho.

—¿Aurora?

Una suave mano se posó sobre su hombro, causando que ella levantara la mirada. La señorita Pessel tenía cierta calidez en su mirada, por lo que la castaña le dio una pequeña sonrisa.

—¿Quieres un té? —preguntó amablemente.

Ella solo asintió, y ambas se dirigieron a la mesa que estaba en frente del invernadero.

Mientras la profesora iba a uno de los estantes del fondo en busca del té, Aurora miró a su alrededor.

Plantas colgaban del techo, y el lugar estaba cálido, a diferencia del resto del castillo.

Al cabo de un rato, la profesora volvió con dos tazas pequeñas, y un jarro de miel.

Ambas endulzaron sus bebidas calientes, y se quedaron en un cómodo silencio.

—Me ha llamado la atención el hecho de que has estado muy... distraída últimamente, ¿quieres hablar de eso? —habló finalmente, tomando un sorbo de su taza.

Aurora soltó un pequeño suspiro, y cerró los ojos. ¿Podía confiar en ella?

Era una persona muy amable, y se notaba que era alguien fácil con quien hablar.

—Todo este tema de... los mortífagos. Todo está tan raro últimamente y —hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras para describir todo lo que sentía—. Todo está complicado. Hace un mes no hablo con mi padre, y además tendré que quedarme para navidad —dijo sin más.

Vio como la mujer a su lado asentía, con una mirada comprensiva en su rostro.

—Sabes, no tienes que estar triste por eso. Lo de navidad, digo yo. Si te sirve de algo, yo estaré aquí también... mi prometida estará en Canadá con su familia. No tienes por qué estar sola ese día.

Aurora alzó las cejas algo sorprendida, y quiso reír por haberse puesto celosa de ella. Asintió con la cabeza, y tomó un sorbo de su té.

—Gracias, señorita Pessel. De verdad aprecio mucho esto —respondió.

—¿Sabes? Estamos las dos solas, apenas tengo 26 años, por favor dime Gina —dijo amablemente ella, mientras le sonreía.

Aurora estuvo conversando con ella lo que pareció una eternidad, hasta que se dio cuenta de que tenía una clase a la que asistir.

La señorita Pessel le dejó una nota excusándola por su tardanza, lo que agradeció — no tenía ganas de una detención ese día.

Georgina quedó analizando la situación, y le dolió saber lo que una chica de tan corta edad estaba viviendo. Estuvo analizando su comportamiento — su cansancio.

La mujer era una persona muy observadora con todo el mundo; le gustaba escuchar a las personas y ayudarlas como podía.

Pero ese brillo en los ojos, el brillo que tenía hace un mes, ya no estaba.

Solía verla feliz cada clase, aprendiendo sobre todo tipo de plantas mágicas, como si fuera algo que le apasionara.

Comenzó a pensar también en el cambio de actitud de Draco — ambos se habían hecho muy buenos amigos y tenían interesantes conversaciones en las horas de la comida.

También pensó en el brillo en sus ojos que tenía antes, y cómo toda gota de felicidad que solía demostrar, se había desvanecido en el último mes.

Y entonces, recordó aquella situación en la biblioteca. Cuando Aurora se puso tan nerviosa al verla a ella y a Draco conversando, que apenas pudo saludarlo.

Recordó las veces en que los veía de pasada en los pasillos, hablando animadamente. Parecían agradarse mucho, y también parecían muy cercanos.

A la señorita Pessel no le costó mucho unir ciertos cabos sueltos, hasta que todo comenzó a tener sentido.

Abrió los ojos sorprendida al llegar a una conclusión — una alocada conclusión.

Estaba segura ahora de que el brillo en los ojos de ambos al estar juntos no era una coincidencia.

Entonces, ella entendió todo.

El brillo en los ojos de Aurora y Draco era amor.

Sinful | Draco Malfoy ✓حيث تعيش القصص. اكتشف الآن