Capítulo 34: La sombra de Adán

Start from the beginning
                                    

– ¡No se trata de eso maldita sea! –rugió la mujer mirándolo con furia– se trata de lo que hiciste, porque siempre se trató de ella, siempre quisiste acostarte con ella y con eso le diste el arma  más poderosa que podías darle.

Adán hizo un movimiento brusco y arrojó la mesa de centro de una patada contra la pared. Eva no se movió un milímetro.

–Estás equivocada. Nada de lo que ocurrió con Luna tiene que ver contigo.

–No te atrevas a decir algo así. Todo lo que pasa a nuestro alrededor tiene que ver con ambos, por todo  lo que hemos vivido y por las cosas que hemos hecho.

– ¿Y crees que Luna está a ese nivel?

–No hablo de eso, no  me trates como si fuera una estúpida. No solo le entregaste tu cuerpo, sino que permitiste que entrara en tu área privada. Ahora dime cómo es que piensas escapar.

Adán se acercó más, enfurecido por el huracán que estaban viviendo, pero Eva no demostraba el menor temor.

–Aquí no hay escapes. ¿Por qué diablos crees que hice todo lo que he hecho hasta ahora? Todo lo que he hecho en mi vida ha sido para tener el control.

– ¿Y lo pierdes acostándote con ella?

– ¡Claro que no! Luna no es nadie, no puede tocarme, y todo estaría como siempre si no hubieras cometido la estupidez de meterte con los contratos.

–Es la única forma de protegerme. No voy a hundirme por confiarte algo que no puedes resguardar.

– ¡Y lo solucionas dándome una puñalada por la espalda! ¿Quién crees que eres para tomar esa decisión?

Los ojos de Eva llameaban por la rabia que sentía. Se podía percibir en el aire la energía desplegada por los dos, el enojo y la descarga que producían sus carácteres imponentes; estaban acorralados, habían tomado un camino de destrucción del que ninguno de los dos había podido hacer pronóstico, y del que ambos desconocían algún tipo de salida.

–Lo que hice fue lo más sensato Adán, me protegí mientras tú te olvidabas de todas las precauciones que siempre dijimos que tendríamos, reconoce al menos que ese fue tu primer gran error.

–No tienes idea de lo que estás hablando. He llegado más lejos que  nunca, maté junto a ti, solo porque sé que lo que tenemos es mucho más poderoso que cualquier otra cosa, y se suponía que tú sentías lo mismo, pero ahora veo que te escapas como una cobarde.

– ¡Si piensas eso es que eres un estúpido! Nada de esto habría pasado si hubieras seguido el plan. ¿O esperabas que me quedara tranquila esperando a ver cómo le entregabas a esa perra la oportunidad de arruinarnos?

Eva se había inmiscuido en los sistemas que antes el propio Adán había intervenido, y descubriendo la verdad de él y Luna, decidió poner a salvo una parte de las cuentas directamente bajo su control, dejando el resto menos productivo para él.

–Estás delirando.

–Claro que estoy delirando ¿No lo ves? No sé dónde estoy, no sé qué diablos es lo que estamos haciendo ahora, solo sé que no voy a dejar que lo arruines todo. ¿O cómo crees que me enteré de que estabas entrando en el hotel de Luna?

– ¿Qué dices?

Eva lo miró con desprecio.

La traición de AdánWhere stories live. Discover now