-"¡Hola Señor Carlo! ¿Cómo está usted? ¿Ya ha visto hoy al coyote?"- Dijo en tono burlista con aquel acento tan marcado, Carlo rio, a pesar de que aquellas bromas sobre su salud mental poca risa le daban, tal vez fue la alegría que parecía desprender aquella maquina sin sentimientos. -" Lokio, lokio... ¡Lokio!"- Volvió a insistir Igor en busca de alguna respuesta.

-" Sí, lo he visto... Me ha dado una pistola ¿Quieres qué nos veamos y te la enseño?"- Preguntó siguiendo aquel tono burlista. -" Y si quieres, la pistola también."- volvió a decir soltando una pequeña risa nasal por el bufido de desagrado que había soltado el ruso.

-" Usted ser guarro de primera ¿Eh? ¡Yo no querer ver su pinga! No querer ver nada de usted"- Dijo elevando cada vez más la voz, esto a Carlo le dio cada vez más gracia.

-"¿Pero quien dijo pinga? ¡Qué iba a enseñarte una pistola, no una escopeta!"- Tratando de retener su risa comenzó a subirse a la motocicleta, colocó el móvil pegado a su hombro mientras lo sostenía con la cabeza. -"¿Dónde estás?"- Preguntó sintiendo la incomodidad de Igor. Carlo era un experto en incomodar, creaba pánico a las personas con tan solo una mirada, le encantaba aquel poder que tenía frente a Igor, el cuál era una maquina intachable frente a todas las personas, aunque con Carlo dejaba salir su lado más carismático, por decirlo de alguna manera. Muchas veces bromeaban de diferentes formas y ambos reían juntos, cosa que con rareza pasaba.

-" Vanilla, ¿tú vendrás o qué?"- Preguntó luego de algunos segundos de silencio.

-"¿Quieres qué vaya? Que guarro, como te gusta lo que te encanta"- Escuchó aquel típico tono que sonaba cuando una llamada llegaba a su fin, Carlo soltó una corta carcajada comenzando a dirigirse al vanilla. Tampoco era una mala idea desconectar su mente de los estúpidos regaños de su hermano.

Verdaderamente se esforzaba por entender cuál era el maldito problema con lo que estaba haciendo. Todo comenzó después de una mala racha en el casino, donde había perdido miles de dólares en una sola jugada, dólares que por supuesto eran a sus anchas, nunca había sacado dinero del negocio para sus propios lujos y placeres. Luego de perder aquella cantidad exorbitante de dinero estuvo varios días vagando de aquí a allá, donde la mayoría del tiempo se dedicó a sus negocios personales. Cuando logró juntar un poco más de dinero fue directamente al casino, se dijo a sí mismo "Sí pierdes se acabó". En ese mismo instante una melodía tranquilizadora comenzó a sonar en su cabeza, le recordó rápidamente a aquellos rituales que veía por televisión, con personas bailando mientras rodeaban una fogata.

Apostó todo su dinero al rojo, sin dudarlo ni tan solo un segundo, los diferentes instrumentos musicales sonaban cada vez más fuerte dentro de su cabeza, sus ojos realizaban un esfuerzo enorme por mantenerse abiertos, sentía un aura peculiar inundando cada vez más dentro de su ser.

Se desplomó en el blanco piso de aquel casino, ante los ojos de las cientos de personas a su alrededor, la ruleta marcó el rojo al mismo tiempo que la cabeza de Carlo chocaba contra le frío suelo, algunas personas se acercaron de manera rápido para socorrerlo, el pelirrubio tenía una media sonrisa en su rostro aunque mantenía los ojos cerrados.

-"Coyote."- Susurró con tranquilidad sin despertar aún, su voz demostraba un estado de paz pura.

-" Despierta... ¡DESPIERTA COJIONES!"- Gritó dando una no muy fuerte bofetada en la cara de Carlo, había estado más de dos horas inconsciente susurrando cosas sin sentido. -" Amo Hai creo que ya está pisando el otro barrio. Mire, su piel estar más pálida que un pollo... Yo creer que se acabó Gambino para siempre"- Susurró al ver que no había respuesta alguna de Carlo hace más de 20 minutos.

-"Cálmate ya, cojones... Se habrá dormido, ha estado murmurando hace dos horas."- Contestó el asiático colocando su mano en la frente, miró de reojo a su fiel empleado, el cuál miraba petrificado a Carlo, sin mover tan solo un musculo, en busca de alguna señal de vida.

-"¿Qué debo hacer, Coyote?"- Aquella voz sonó como un susurro, lo que ocasionó que el ruso pusiera los ojos en blanco, le dio una bofetada más fuerte en el rostro de Carlo dejándole una mejilla colorada.

El rubio se despertó de golpe mirando directamente los ojos de Igor. -"¿Qué haces perro?"- Preguntó alterado mientras se sobaba la mejilla, poco a poco se fue sentando en el suelo sin despegar los ojos del rostro de Igor. -" ¿Qué coño ha pasado? ¿Me has robado mi dinero? ¿Salió el rojo? ¡Por supuesto qué salió, si yo lo vi... ¿Dónde está mi dinero, eh perro?"- Preguntó todo aquello de manera rápida sin dejar pensar a Igor sus respuestas.

-" Usted no despertar y yo tener que pasar a mayores... No hubo fuerza alguna en la bofetada, era solo para hacerlo entrar en sí."- Murmuró evitando los claros ojos de Carlo, éste pudo notar una vez más la incomodidad de Igor. -"El dinero está en la bolsa, yo no robar... No me hace falta, idiota."- Contestó de mala gana.

-"¿Te gusta golpearme o qué?"-Preguntó con picardía elevando una de sus perfiladas cejas. -"Si quieres nos podemos dar de puñetazos, no sería la primera vez que te humillo... También podríamos poner un premio, algo así cómo el que gana se lleva algo del otro. ¿Qué te parece?"- Cada vez que Carlo decía una palabra Igor se alejaba 10 centímetros, para cundo terminó aquella frase el ruso ya estaba de pie tratando de limpiar las pelusas de su traje negro.

-"No querer humillarte una vez más... No te daré más motivos para volverte más loco."- Contestó mientras miraba cualquier otra cosa de la sala por no mirar a Carlo, ni siquiera se dio cuenta que Hai ya no estaba en su sillón. Sólo se encontraban los dos en aquella habitación tan silenciosa.

Carlo se puso de pie tambaleándose en el intento, pudo ver de reojo como Igor intentaba acercarse por inercia para que este no se desplomara en el suelo, aunque finalmente se arrepintió carraspeando su garganta. -"Debo irme, amo Fedor necesitarme en cárnica...No te metas en problemas, loco."- Susurró antes de salir disparado como un rayo de la habitación.

-"¿Qué está mirando?"- Carlo se tambaleó en su sitio al oír la voz de Igor detrás de él, ahora ambos miraban a la bailarina del Vanilla, la cuál movía sus caderas de lado a lado . -"Ser bonita ¿Eh?"- Dijo con un gesto hacia la bailarina, quiso analizar el rostro de Carlo, aquel rostro que parecía tan difícil de descifrar.

El rubio elevó ambas cejas y dejó salir un suspiro de cansancio puro, sentía la mirada de Igor sobre su rostro pero por alguna razón no se pudo girar hacia él. -" La verdad no es mi tipo... Me gustan más... Ya sabes."- Susurró sin dejar de mirar a la muchacha la cual le devolvía aquellas miradas agregando picardía.

-"¿Y cómo ser su tipo?"- Preguntó -"¿Más morenas, más altas?... Con un poco más de curvas tal vez... O tal vez que no baile en un prostíbulo esa es una buena opción."- Susurró Igor dejando de mirar el rostro de Carlo. -"Un buen italiano ser usted... ¿Creer qué se merece una buena mujer?"- Preguntó mirando por un segundo los labios del rubio con disimulo.

--"Yo me merezco algo bueno... Me merezco lo mejor, no importa como venga empaquetado... ¿Entiendes?"- Contestó en un susurro dando una última mirada a aquella mujer, antes de que Igor pudiera contestar Carlo ya se estaba dirigiendo a la oficina de Hai.

El ruso se quedó estático, pensando en la respuesta de Carlo por varios minutos. Le costó entender a qué se refería con "empaquetado" y aún así, ni siquiera había entendido. Caminó con ambas cejas encorvadas hacia el despacho de su jefe intentando descifrar aquel mensaje tan claro. 

why should I be afraid?Where stories live. Discover now