Capítulo 9

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-       Señorita Cotter...

-       Hmmmm....

-       Señorita Cotter... Buenos días, y bienvenida a la consciencia.

-       ¿Qué...? ¿Qué demonios...? – Clarke trató de sentarse notando que estaba acostada en una cama.

Sus ojos aun sensibles de repente se vieron enceguecidos por la intensa luz del lugar, sintiendo un fuerte dolor de cabeza que la dejo mareada. Apenas se cubrió con un brazo, al tiempo que notaba la figura de una esbelta mujer junto a la cama que estaba hablándole.

Cuando su vista se agudizó un poco, pudo ver que esos ojos le resultaban familiares. Enseguida Lexa vino a su mente, las montañas, sus hermanos lobos, Costia Wilder, y esos dos matones. También el disparo y su hombro herido, que enseguida le dio un pinchazo. Aunque notaba que estaba bajo la influencia de medicación para el dolor.

-       ¡LEXA! ¡LEXA!

-       Cálmese señorita Cotter. No se preocupe ella esta bien. No trate de levantarse de golpe o va a marearse. Le sugiero que se mantenga recostada de momento. Ha perdido bastante sangre, pero por suerte la bala paso por su hombro y solo tuve que cerrar la herida con pocos puntos de sutura. – Explicó la mujer aun de pie junto a la cama, con una leve sonrisa en el rostro. Se veía bastante amable y muy elegante. Pero a Clarke la imagen no le vendía seguridad. Sus alarmas se prendieron como si fuera una estación de bomberos. Aun así, se mantuvo relajada en su expresión.

-       ¿Pero...? ¿qué...?

Clarke no entendía dónde cuernos se encontraba, ni quien era esa mujer que le hablaba, pero de repente ambas fueron interrumpidas por la música de un piano a lo lejos. Algo que le dio un poco de tranquilidad, ya que al parecer lo que decía esa mujer era cierto.

Pero aun así estaba confundida, dolorida, y ya de mal humor. Si había algo que Clarke odiaba era despertarse en un lugar desconocido con gente desconocida, que la tratara amablemente. Desconfiaba de todo y todos, por experiencia y entrenamiento durante muchos años.

-       Ya puede oírla usted misma. Ella se encuentra bien, y usted lo estará pronto también.

-       ¿Pero quién es usted?

-       Soy... la doctora Rebecca Pramheda, la madre de Alexandra. – Clarke abrió sus ojos enormes, porque había algo que ahí no le cerraba en la ecuación. Se suponía que la doctora Pramheda había muerto en ese accidente aéreo cuando Lexa era una bebé de dos años.

-       ¡¿Cómo ha dicho?!

-       Lo sé señorita Cotter, y no, no esta alucinando o soñando, estoy muy viva y muy bien de salud gracias.

-       Pero no puede ser... No entiendo... ¿cómo...?

-       Es una larga historia, que podré contarle más tarde. Se encuentra segura y a salvo en mi casa. No puedo decirle dónde esta exactamente, por razones de seguridad máxima que debo mantener, para seguir viva. Pero no debe preocuparse, ni sentirse una prisionera, es libre de irse cuando guste. De momento es un huésped. Además, deseaba agradecerle por haber cuidado de Alexandra. Y también estoy al tanto de su relación con ella. Pero podremos hablar de ello más tarde. Ahora iré a avisarle a mi hija que usted se ha despertado así viene a verla. Ha estado muy preocupada por usted.  – La elegante y muy amable mujer abandonó la habitación antes que Clarke pudiera siquiera meditar lo que terminaba de decirle.

Todo le daba vueltas en esos momentos, el dolor de cabeza se acrecentaba un poco por la enorme claridad que penetraba en esa habitación, sumado al shock de la información que la dejó de piedra. Sus oídos dejaron de escuchar el piano, y enseguida unos pasos acelerados se aproximaban a la puerta. Una que se abrió de golpe, entrando por ella su amada castaña con una enorme sonrisa que la contagió y la dejo respirar nuevamente.

Atardecer -Postergadaजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें