capítulo 4

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-¿Prometes portarte bien? -le preguntó _______ cuando llegaron al garaje de la oficina.

Tanner asintió con la cabeza, pensativo.

-Tía _______, ¿a los niños los pueden echar de otros sitios, aparte del colegio?

-¿A qué sitios te refieres?

-Si Nicole y yo hacemos algo malo en tu casa... -la voz de Tanner sonaba tan temblorosa que a _______ se le rompió el corazón.

-No, no. Yo nunca te echaré de mi casa, cariño. Ni siquiera durante un segundo. Me temo que vas a tener que quedarte conmigo.

El niño la miró a los ojos y _______ casi deseó que no lo hubiera hecho.

-A menos que te mueras.

¿Qué podía decirle? ¿Iba a contarle que era inmortal?

Lo abrazó.

-Te quiero mucho, Tanner. ¿Quieres saber lo que he hecho hoy? Te he apuntado en el equipo de fútbol del barrio.

-¿Fútbol? -exclamó el niño.

-Te gusta, ¿verdad?

«Aleluya».

-Sí.

-Y yo voy a ser la entrenadora. ¿Qué te parece?

-¿Sabes jugar al fútbol, tía _______?

-Sí, claro -respondió. No era cierto del todo, pero tal vez se le daría bien. No había jugado nunca, pero no podía ser tan difícil-. Pero como hace tiempo que no juego, tal vez deberías darme algunos consejos.

Los ojos castaños de Tanner brillaron, alegres.

-¡Claro!

Pasara lo que pasara aquel día, incluyendo la posibilidad de que su jefe la despidiera, al menos sabía que había hecho algo bien. Llamar al equipo de fútbol del barrio había sido una idea genial.

Claro que no podría pagar la cuota si perdía el trabajo.

-Vamos, Tanner, la tía _______ tiene que ponerse a trabajar para pagar los pañales de Nicole.

El niño arrugó la nariz.

-Usa muchos pañales.

-Desde luego que sí -asintió. Pero el número de pañales que Nicole necesitaba no era nada comparado con lo que la esperaba: enseñarle a ir al baño, a caminar, a hablar.

Respirando profundamente, se recordó que aún faltaba mucho para eso y decidió no pensar en ello. Ya había tenido suficiente por un día.

En el ascensor, miró en la mochila de Tanner para ver si tenía algo con lo que entretenerse. Llevaba un cuento, un plumier con lápices y un cuaderno de dibujo.

-Por aquí -murmuró.

El niño la miró, inclinando a un lado la cabeza.

-¿Por qué hablas tan bajito?

-No lo sé. Ven, voy a presentarte a mi amiga Gabrielle. Es muy simpática y, si eres amable con ella, seguro que te dará un caramelo.

El bote de caramelos que Gabrielle tenía en su escritorio era legendario. Nada de productos baratos, sino de la mejor calidad, e incluso chocolatinas. Todo el mundo encontraba excusas para charlar con ella, especialmente a última hora, cuando necesitaban una descarga de azúcar para aguantar hasta las cinco.

Gabrielle enarcó una ceja cuando _______ asomó la cabeza en su despacho.

-¿Dónde te habías metido? Han preguntado por ti.

el mejor equipo zayn malik y tuWhere stories live. Discover now