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El día de la boda había llegado. La casa comenzó a llenarse de familiares y amigos de sus padres. Christopher había invitado a Zabdiel, Joel y Richard, esperaba con ansias que pudieran asistir pues eran sus únicos amigos y quería que lo vieran cantar con Erick, ya que era la primera vez que cantaba en público, cantar siempre había sido su hobby favorito, pero no hablaba de ello.

Su madre había dicho que la ceremonia se llevaría a cabo en el jardín del patio trasero de su casa, pues la mujer quería algo especial pero no tan grande, solo entre familia y amigos. Todo se encontraba repleto de mesas y sillas plásticas y había un pequeño altar rodeado de rosas blancas donde se casaría la pareja. La temática de la boda era blanco y negro. Los invitados vestían estos colores. El lugar se llenaba cada vez más y más de gente.

Christopher terminó de hacer el nudo de la corbata de Erick y revolvió sus cabellos con cariño.

—¡Chris, me vas a despeinar!— se quejó el menor haciendo un tierno mohín.

Christopher rió ante el gesto de Erick y acomodó algunos mechones rebeldes del pelinegro con sus manos. Besó la frente del menor y lo tomó por los hombros, mirándolo fijamente. Estaba nervioso, y por la mirada de Erick sabía que el también lo estaba.

—Ya tenemos que salir— murmuró el castaño en voz baja.

Erick asintió en silencio y bajó la mirada, mirando fijamente el suelo. Christopher tomó su mentón entre su dedo índice y pulgar obligando a Erick a mirarlo.

—¿Qué sucede?— preguntó el castaño con preocupación—. Has estado muy callado desde la mañana.

—No quiero que un estúpido documento nos defina como “hermanos”— habló bajo—. Tengo miedo, miedo de que te vayas de mi lado por eso, tú y yo sabemos que somos más que “ hermanos”.

—Erick todo estará bien, no importa eso ahora, ¿De acuerdo?, No te dejaré solo porque un papel nos declara “hermanos”, ya te lo he dicho y no me cansaré de recordártelo, nunca te dejaré Erick no sería capaz— Christopher sonrió cálidamente—. Anda, vamos afuera.

Erick sonrió y tomó la mano de Christopher que sostenía su barbilla tomándola con cuidado y entrelazó sus dedos. Ambos salieron de la habitación y caminaron rumbo al  patio trasero.

Cuando salieron casí todas las miradas se posaron sobre ellos, esta vez Erick se sintió cómodo, más seguro. Se acercó al rostro de Christopher y se paró un poco de puntillas para depositar un tímido beso sobre la mejilla del mayor.

—¿Y eso por qué bebé?— el castaño había estado mirando en dirección a la puerta de entrada del patio trasero, pues sus amigos no aparecían. Al sentir el contacto de los labios de Erick con su mejilla centró su atención en el.

—Nada, solo quise hacerlo— el menor se encontraba completamente sonrojado, se había abrazado al brazo de Christopher. La imagen enterneció al mayor.

Christopher rodeó su pequeño cuerpo con sus brazos y lo abrazó con cariño. Erick recargó su cabeza en el pecho del castaño y soltó su brazo rodeando su cuello con sus pequeños brazos, atrayéndolo hacia si. Christopher acarició su espalda suavemente y llevó sus labios hacia el oído de Erick.

—Más tarde bebé— susurró—, más tarde...

Erick sonrió y recobró la compostura deshaciendo el abrazo.

Se pusieron en marcha nuevamente, cruzando por el montón de mesas y gente, ignorando las miradas de todos.  Christopher guió a Erick hacia el altar y se colocaron juntos en una esquina.

—Según mamá tenemos que estar aquí— el castaño dió una última mirada a la puerta. Nada, sus amigos no aparecían.

Erick notó la expresión de tristeza en el rostro de Christopher y tomó sus manos entre las suyas. Christopher lo miró y sonrió sin mostrar sus dientes, una sonrisa fingida que no convenció del todo al pelinegro. Erick miró en dirección a la puerta, Zabdiel, Richard y Joel venían llegando, los tres portaban un elegante traje negro. Los ojitos de Erick se iluminaron.

tú mi destino (Chriserick)  [en Edición]Where stories live. Discover now