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Después de una larga semana en la playa por fin regresaron a casa. Sus padres habían organizado una carne asada el domingo por la tarde para darles la noticia de la boda a sus familiares y amigos. Christopher y Erick habían planeado salir a pasear por la ciudad, pero sus padres les prohibieron salir, pues esto era importante para ellos.

—No quiero bajar— Erick corrió hacia Christopher y lo abrazó.

El castaño rió y apartó un poco a Erick para mirarlo a los ojos.

—¿Por qué no?.

Erick volvió a aferrarse al castaño rodeando su torso con fuerza.

—Prefiero quedarme aquí contigo, así no fingimos que solo somos hermanos— un tierno puchero se dibujó en sus labios—. Además no conozco a nadie allá afuera.

Christopher safó los brazos de Erick de su torso y tomó sus manos. Erick lo miró a los ojos.

—No tenemos que fingir nada— respondió—. Además no te dejaré solo para ir con los demás, estaré contigo en todo momento.

—Pero, papá dijo...

—No quiero que escuches a tu padre— lo interrumpió—. ¿De acuerdo?.

Erick asintió en respuesta.

—De acuerdo.

Christopher y Erick salieron de la habitación tomados de la mano rumbo al patio trasero de la casa. Por suerte, para Erick, cuando cruzaron la puerta pasaron desapercibidos, Caminaron hacia una mesa algo apartada de los demás y tomaron asiento. Erick abrazó con fuerza el brazo de Christopher.

—¿Ya nos podemos ir?— preguntó asustado.

Christopher rió levemente, tomó la barbilla de Erick y sin previo aviso estampó sus labios con los del menor, moviéndolos lentamente. Al principio Erick se sorprendió, pero después se relajó y le siguió el beso tímidamente.

Christopher se separó de él con una sonrisa.

—Lo siento bebé, estabas muy nervioso, tenía que distraerte con algo.

Erick miró a su alrededor, todas las personas tenían sus ojos puestos en ellos, con diferentes expresiones. Algunos los miraban con asombro, otras pocas los veían como si fueran raros, fuera de este mundo, pero había personas sonriendo cálidamente. Las mejillas de Erick comenzaron a arder, pues todos se encontraban mirándolo y eso lo incómodaba. Se levantó de la mesa rápidamente con ojos llorosos.

—Tonto— masculló antes de regresar al interior de la casa.

Las demás personas regresaron a lo suyo.

Sin pensarlo dos veces, Christopher corrió tras el. ¿Había hecho algo mal?.

—¡Erick!— gritó con la esperanza que se detuviera—. Mierda, ¡Erick!.

Llegó a las escaleras y entonces escuchó el sonido de la puerta de la habitación de Erick cerrarse, seguido de un click, indicando que había cerrado con seguro. Christopher subió las escaleras rápidamente y corrió hacia la puerta de Erick. Una vez que llegó se quedó de pie por un rato observando la puerta, finalmente se acercó y tocó levemente con sus nudillos.

—¿Podemos hablar?— no obtuvo respuesta—. ¿Hice algo que te molestó?. Erick, bebé, habla conmigo.

Volvió a tocar la puerta, sin éxito aún.

Era un idiota por no darse cuenta que lo había lastimado. No debió besarlo frente a todos ellos, menos si Erick no se sentía cómodo con ello.

Se sentó en el suelo de espaldas a la puerta de la habitación y llevó su mano hacia su cabello, tirando de él de manera frustrada.

tú mi destino (Chriserick)  [en Edición]Where stories live. Discover now