Daban las doce de la media noche, cuando todo el reino de corona dormía plácidamente, sólo los grillos y los sonidos de la naturaleza inundaban el ambiente hasta que:
-¡Buuuuuaaaaa!¡buuaa!-despertaron llorando los gemelos príncipes
Eugene de un solo salto despertó asustado, para darse cuenta que eran sus hijos los culpables de haberlo despertado; Rapunzel por su parte seguía cómodamente dormida sin haberse movido un centímetro. Eso a él no le sorprendió ya que todo el día se la habían pasado decorando el cuarto para los gemelos y habían terminado agotados.
Sin más que hacer se levantó de la cama ,fue al cunero frente a él y cargó a la pequeña Sofía calmando su llanto instantáneamente, pero el otro gemelo empezó a llorar más fuerte así que como pudo tomó a los dos bebes y se sentó meciéndolos para arrullarlos.
La pequeña Sofía pronto calmó su llanto pegándose al pecho de su papá y quedándose profundamente dormida, lentamente él se levantó y depósito a la bebé en la cuna cuidando de no despertarla. El niño Ferdinand era otra cosa aparte ya qué seguía sollozando y no se calmaba hasta que a la nariz de su padre llegó un olor muy peculiar en los bebés, que Eugene pronto reconoció.
-Creo que alguien necesita un cambio-le dijo
Hurgando entre la estantería encontró los pañales de tela, puso al pequeño en la cama y comenzó a quitarle el pañal, casi se va para atrás cuando se lo quitó dado el aroma que salía, a lo que él niño solo se reía mientras su padre tomaba un pañuelo y se lo ponía de cubre bocas al tiempo que lo limpiaba.
Para cuando termino estaba sudado y rojo por el sofoco de no poder respirar bien. Justo estaba finalizando su labor cuando el niño lo orinó en la cara.
-Ja Ja muy gracioso pequeño –el niño como respuesta se reía y jugaba con sus pies
Eugene con el rostro cubierto de orina busco a tientas algo con que limpiarse y para su mala fortuna lo primero que tomó fue el pañal sucio llenándose así las manos de porquería.
Él bebé seguía riendo y el joven limpiándose al fin la cara con un pañuelo limpio, lo cambio de pañal y de ropa y se dispuso a arrullarlo.
Rapunzel quien todo ese tiempo había estado despierta haciéndose la dormida para ver como su esposo lidiaba con la situación decidió por fin intervenir y arrullar al pequeño bebé ya que el solía dormirse con ella un poco más rápido que con su padre.
-Eugene hueles a...-le dijo olfateándolo
-a orines rapunzel ... a eso huelo
Ella solo rió y besó al bebé –muy bien hecho, precioso-le susurró
-¿Qué dijiste?
-Que muy mal hecho, corazón –se acercó y le plantó un beso-hoy fuiste un muy buen padre
-Eugene –le dijo olfateándolo nuevamente y reprimiendo una arcada-hueles a...a ¿popo?
-¡Oh por dios, lo había olvidado! –y dicho esto salió corriendo al baño.
¡Hola!
Escribí esto en 2013 espero les guste¡Nos leemos!