› capítulo cinco

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Era un miércoles festivo, Taehyung y Jungkook estaban reunidos en la casa del azabache con algunos amigos charlando, comiendo comida chatarra y riendo de los chistes malos de Jin.

—Chicos, ¿quieren que cuente algo de Kook?

El menor que estaba sentado entre las piernas de su novio sonrió mostrando su característica sonrisa al ser el centro de atención.

—Claro, ¿qué es? —preguntó Junghoon con curiosidad.

—La primera vez que Taehyung y yo vimos a Jungkook fue cuando estábamos en la cafetería, él venía corriendo y se enredó con sus propios pies chocando con Taehyung, derramando el jugo que tomaba en su camiseta favorita —Jin soltó una gran carcajada ante el recuerdo. —Kook terminó en plancha en el suelo, demasiado cliché a mi parecer pero no deja de ser gracioso. —apretaba su estómago por el dolor que causa reírse mucho.

Los presentes también desataron pequeñas risas, a excepción por el castañito siendo remplazada su sonrisa por un pucherito, la naricita arrugada y el rostro con un tinte rojizo. Eso era evento muy penoso para él.

—¡E-eso no da risita! ¡No se rían de mí! —estaba apunto de decirle a su novio que les dijera que dejaran de burlarse, se desconcertó cuando lo vio reír igualmente —¡Tae! ¡¿Por qué te ríes?! N-no lo hagas.

Paró al reparar las pequeñas gotas cristalinas formarse en los ojitos de su bebé. —Listo se acabó, dejen de reír de una maldita vez. —todos acataron la orden, después de todo el pelinegro daba miedo cuando se trataba de proteger a su novio.

Taehyung se levantó del sofá tomándolo de las delicadas manitos yendo hacia la cocina, estando ahí agarró su esbelta cinturita, lo elevó sentándolo sobre la mesa para que estuviese a su altura y tomó su rostro entre sus palmas.

—No pongas esa carita, precioso. ¿Sabes? En realidad estoy feliz de que ese día te toparas conmigo. Porque te conocí, por lo que gracias a ello ahora estoy irremediablemente enamorado de la personita más linda de este mundo. Tú y solo tú, inclusive si eso significara arruinar mi camiseta favorita. —dijo haciéndolo reír.

—Gracias hyungie, siempre sabes que decir para hacerme sentir mejorcito.

Jungkook picoteó varias veces los belfos opuestos pero Taehyung tomó las hebras castañas de su amante incitándolo en un primitivo ósculo, mordiendo sus labios y uniendo sus lenguas en un baile erótico con chasquidos, el pelinegro comenzó a descender por su mentón creando un camino húmedo de succiones y besos hasta llegar hasta su cuello succionando la hermosa piel acanelada dejando marcas violáceas.

—A-ah, T-taehyung —jadeó —N-nos pueden escuchar.

El susodicho sonrió con picardía, Jungkook era muy ruidoso y más cuando se trataba de sus zonas erógenas, por ende se dirigió a su oreja más específicamente al lóbulo, lo ocupó con sus dientes para después chuparlo.

—¡AHH! ¡N-NO! —se tapó su boquita con las manos por el sonoro gemido, esa zona era una de la más sensibles por lo que comenzó a estremecerse —P-para, por favor hyungie, please.

El azabache obedeció, al separarse contempló a su pequeño todo ruborizado, a continuación lo bajó de la mesa para volver a la sala con sus amigos, al visualizarlos estos están boquiabiertos, Jungkook emitió un gritillo escondiéndose detrás de su hyung por el bochorno de que lo hayan escuchado gemir.

—¿Qué mierda se les perdió? —su matiz cambió a una más fuerte y grave. Inmediatamente los chicos colocaron su atención a la película.

Los enamorados tomaron asiento con el menor entre sus piernas y con aún la cabecita gacha. —No pasa nada, amor, yo estoy aquí. —tragó grueso al sentir el cálido aliento de su amante en su oreja.

—Hyung... —susurró suavemente —Ahora no.

—Está bien amor, pero la próxima no te salvas.

La próxima vez...

mimado, taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora