𝔘𝔫𝔞 𝔞𝔩𝔞𝔟𝔞𝔫𝔷𝔞 𝔞 𝔮𝔲𝔦𝔢𝔫𝔢𝔰 𝔢𝔰𝔠𝔲𝔠𝔥𝔞𝔫

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Le parecía extremadamente curiosa aquella actitud, puesto que la pereza no era el pecado que Caín representaba.

–Por supuesto, ¿cómo es ahora? ¿Zack? — el tono de burla en la voz de Louis exasperó un poco al Príncipe, quien solo sonrió con suficiencia.

–Es Zayn— corrigió con orgullo.

–Lo que tú digas— murmuró el demonio mientras salía de la estancia, no tenía caso seguir allí.

Un pequeño anunciado con tono amenazante por parte de Zayn lo detuvo antes de llegar a las puertas.

–Has viajado mucho al reino mundano últimamente, ¿no es así? — su voz resonó por todo el lugar, estaba serio, como pocas veces Louis lo había visto.

No respondió. De todas formas ¿qué podría decir? ¿confesarle al Príncipe que ha estado viendo a un ángel a escondidas? No era una buena idea, en lo absoluto.

Louis conocía el castigo, y lo que le preocupaba era que ese castigo no se lo darían a él.

Salió de la sala del trono con la cabeza en alto, erradicando cualquier pensamiento que lo hiciera dudar de sus decisiones.

La blanca arena resplandecía con fuerza, el mar cristalino siendo azotado en grandes olas en las costas de aquella isla provocaban un sonido que, a oídos de Louis, era simplemente encantador

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La blanca arena resplandecía con fuerza, el mar cristalino siendo azotado en grandes olas en las costas de aquella isla provocaban un sonido que, a oídos de Louis, era simplemente encantador.

Él se encontraba sentado con las piernas extendidas sobre la arena, el sol reflejándose en su piel dándole un toque dorado, haciéndola lucir exquisita.

Harry, por otro lado, estaba sentado a su derecha con una pierna extendida y la otra flexionada usando su rodilla para reposar su brazo, hundiendo el otro en la arena. La brisa movía gentilmente sus rizos, su mirada perdida en el agua apreciando por primera vez un poco de azul en ella, así como en el cielo.

Louis solo se dedicó a mirarlo por un buen tiempo, el silencio solo siendo roto por el chocar de las olas y algunas gaviotas que revoloteaban alrededor ignorándolos completamente.

–¿Todos los ángeles son como tú? — preguntó el demonio después de unos minutos.

–¿Como yo? — cuestionó confundido el ángel sin dejar de mirar el mar.

Louis lo miró directamente a los ojos, sin dudar en responder.

–Sí, ya sabes, como tú. Con cabello rizado, ojos verdes y muy bo- — hizo una pequeña pausa antes de continuar, apartando la mirada y tosiendo ligeramente —Y lindos— susurró con la vista puesta en la suave arena.

Y rápidamente Harry volteó a verlo, sus ojos se abrieron más de lo normal, su boca formando una pequeña "o", mirando a Louis como si hubiera dicho la cosa más extraña y maravillosa del mundo.

–¿Tú crees que yo soy lindo? — se apuntó a sí mismo con el dedo índice, con verdadera confusión sin salir de su asombro.

Y el demonio lo miró con extrañeza, realmente preguntándose cómo es que aquel ángel puede estar tan sorprendido cuando Louis solo mencionó algo que resaltaba a la vista, una verdad tan irrefutable que el simple acto de mencionarla en voz alta lo hacía ver como un estúpido.

La Biblia de los BastardosWhere stories live. Discover now