14- Hasta el agotamiento

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Los puños de Víctor ya estaban heridos y ensangrentados, golpear aquel saco de entrenamiento era lo único que podía hacer, puesto que la herida en su estomago y su hombro seguían sanando, el vampiro pura sangre temía de darle demasiada sangre y adelantar su transformación, más la cicatrización de sus heridas le estaba volviendo loco, hace tantísimo tiempo no tenia heridas así de graves, por lo que ahora la picazón era un tormento, además de eso, hace ya una semana que Yuuri había traído a la mansión a aquellos niños y le había indicado cuando pasaría a ser un inmortal, convertido por él... la ansiedad se arremolinaba en su estomago y le hacía sentir como si debiese ir corriendo en todo momento ¿Cómo podía adelantar los días?

Aunque pensaba que perder su humanidad sería algo abrumante para cualquier humano que tuviese conciencia de su mismo, pero lo que en verdad sentía Víctor, es que ya fuese siguiendo como un humano o pasando a ser un vampiro, su necesidad de permanecer con Yuuri, no se desvanecería, y por lo tanto, seguiría siendo él. Estaba obsesionado, lo sabía y no le importaba; no le interesaba saber si era por la sangre que Yuuri le daba a beber en cada beso o amor verdadero, lo quería y no descartaría ningún miedo que le permitiera tenerlo para él... porqué si de algo estaba seguro, era que una vez fuese inmortal, retendría a Yuuri para si mismo, todo el tiempo. Si podía evitar que se acostase con otras personas, lo haría, él era de Yuuri, y Yuuri sería todo... completamente, de él.

— No deberías estar moviéndote tan rudo...— No sabia cuanto tiempo llevaba el azabache mirándole allí sentado en la banca a pocos metros de él, pero sus puños habían comenzado a sangrar más profusamente y ahora la sangre caía por su codo lentamente.

— No me di cuenta...— Indico el cazador moviendo suavemente sus manos, abriendo y cerrando sus dedos lentamente— Estaba demasiado concentrado... 

— Pude notarlo, no te preocupes— Yuuri tomo de su mano izquierda, quitando hábilmente las vendas que se iban tiñendo de rojo, y sin duda en sus movimientos, su lengua fría se poso en sus nudillos, limpiando las heridas y arrastrándose por donde aquellas gotas habían manchado su brazo, haciendo lo mismo luego con el otro brazo— Estas tenso... 

— En verdad creo que me he relajado un poco... 

— Pero sabes amargo— Rescato el vampiro, relamiendo sus labios con lastima. 

Víctor no pudo evitar sonrojarse ¿Cómo sabría Yuuri? quería sentir su sangre con un sabor mucho más allá de aquel dulce metal que ahora relacionaba a medicina ¿Podría sentir como su flujo sanguíneo se aceleraba al hacer el amor? Sus jadeos se oirían más intensos y cada vez que susurrara en su oído, toda su conciencia se ahogaría en aquella dulce y seria voz que le poseía cada noche... estaba seguro, esperaba ansiosamente por ello. 

— Quizá necesito algo más dulce...— Y sin dejarlo solo en una insinuación, Victor rodeo el cuello del vampiro con sus brazos para poder besarle, Yuuri le recibió gustoso, con una sonrisa que hizo sus colmillos rozar levemente sus propios labios, atrás quedaba el tiempo en que Victor prácticamente debía de rogar al azabache por un beso en medio de la pasión y el hambre que se desataba en la habitación del pura sangre.

El tatami resultaba duro para la fuerza con que le arremetía el inmortal, Victor no tenía a qué aferrarse y su cuerpo era empujado cada vez más hacia adelante, sentía sus piernas entumecerse y en cada jadeo perdía más el aire.

Tómalo con calma, lyubov— Ruso ¿Yuuri hablaba ruso? Con cientos de años en la tierra claro que debía de saber más de un idioma, Víctor no oía a nadie hablar ruso desde que vivió en la casa comunal del clan Nikiforov, todo el mundo solia hablar o ingles o itialiano, las únicas lenguas romances que se habían mantenido con el perecer de la humanidad, Yuuri claramente estaba en el mundo desde antes de que sucediera el climax de toda aquella destrucción, incluso se sintió un poco tonto de sorprenderse, pero es que la lengua materna del peliplata sonaba tentadoramente sensual en la boca del vampiro— Respira lento...— Le pidió el pelinegro, se estaba casi ahogando, Yuuri colocó sus dedos entre sus labios, abriendo su boca para obligarle a tomar bocanadas más grandes, su otra mano sujetaba amablemente su cadera, dándole suaves caricias para calmarle.

Esos ojos, MATANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora