Capítulo 1: Flames and pain

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{Sehun}

Sentía el torpe choque de mis pies contra el suelo una y otra vez. Las calles de Saint-Etienne estaban casi desiertas al mediodía, la hora que volvía del instituto. Corría por ellas como un loco. Amaba la refrescante sensación que el viento impactando sobre mi cara me brindaba.   Era una de las cosas que más amaba hacer. Un extraño hobbie y costumbre que me gustaba mantener cada que volvía de esa cárcel llamada escuela, o “segunda casa”. La forma de sentirme un tanto más liberado tras horas y horas encerrado en ese espantoso lugar con gente verdaderamente mala y profesores aterradores.

El molesto y estruendoso sonido de una gran explosión estalló en mis oídos.  Haciéndome sentir cegado, perdido. Perdí el sentido de las direcciones pero me mantuve corriendo. La vista se me nublaba y mis sentidos fallaban. Pero sabía que estaba cerca de mi casa. El aroma a quemado siguió tras la explosión  e invadió en mis fosas nasales automáticamente. Estaba a solo metros.

Y de a solo metros podía divisar humo y más humo escapando por las ventanas de mi casa, que estaba en llamas. Mis pies se detuvieron por primera vez desde que había empezado a  correr.

Me quedé observando. Todo se estaba destruyendo. Observaba atento como cada parte de mi preciado hogar caía en pedazos. No reaccionaba. Sentía el calor al estar cerca de las ardientes llamas. Caminé con pasos cansados y arrastrando los pies como un muerto andante.

 —¡Sehun! —gritó una voz chillona y totalmente familiar.

Mi pequeño hermano gritaba por auxilio mientras asomaba su cabeza por una de las ventanas.

Pude ver el terror y el miedo adornando su bonita cara haciéndome reaccionar.

Mis pies entraron en carrera nuevamente. Corriendo como si mi vida dependiera de ello. Tosí inevitablemente  una vez que entre en contacto con ese venenoso humo que se extendía por todo el lugar.  Me acerqué hasta la ventana donde la cabeza de mi hermano se asomaba entre interminables lágrimas y gritos de auxilio. 

—¡Mamá y papá están dentro Sehun! —chilló y sollozó mientras que yo sin miramientos lo alzaba en brazos a través de la ventana reuniendo toda la fuerza que tenía. Solo era su hermano mayor por tres años, mi hermano no era ningún bebé, pero le gustaba actuar de esa forma, o eso suponía yo. 

Corrí con él en brazos fuera de la casa en llamas, poniéndolo a salvo. Lo dejé sobre el pasto y tosió hasta quedarse sin aire en los pulmones.

—¡¿Dónde están mamá y papá?! —pregunté exaltado y mi “pequeño” hermano sollozó— ¡Luhan! ¡Dime por favor!

—¡No lo sé! ¡Pero están allí! —señaló la casa con temor.

—Llama a la estación de bomberos. ¡Ahora mismo! —dije antes de intentar introducirme a la casa que cada vez tenía menos forma de casa y más de infierno.

El humo no me dejó respirar apenas me introduje. El calor era inaguantable y sentía como quemaba mi piel. Solo se veía las llamas arder una vez dentro y poco se lograba reconocer del hogar donde me había criado. Caminé con desconfianza de que el techo en cada segundo que pasaba allí podría caer sobre mí y aplastarme matándome.  Me moví rápido hasta las escaleras y escuché un grito de una voz femenina. La voz de mi madre. El terror y el pánico se oían perfectamente en cada nota que salía de su garganta pidiendo ayuda. Subí por ellas rogando que no se derrumbaran mientras lo hacía.

—¡Mamá estoy aquí! —grité.

Corrí casi sin nada de oxigeno hacia el origen de su voz, pero nunca pude verla. Porque mi visión se volvió negra. Completamente oscura de un momento a otro. Los sonidos desaparecieron también, como por arte de magia. Y sentí como perdí el equilibrio antes de caer a peso muerto sobre el suelo.

Interdit «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora