Capitulo 12: Primer año: Navidad 1971

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—Bellatrix, esa perra, ha estado dándoles información a mis padres. —explicó con tono lúgubre —. Aparentemente, ya los he deshonrado lo suficiente. Si voy a tu casa solo se pondrá peor. Lo siento, colega.

Remus fue al borde de los terrenos con los merodeadores solo para despedirse en el último día del término.

—¡Te enviaremos lechuzas! —prometió James —. ¡Ve si se te ocurre nuestro próximo plan de ataque a Snape!

Remus sonrió extensamente y prometió que lo intentaría. Esperaba que las cartas que James enviara no fueran muy largas. Era el único Gryffindor de primero que se quedaría por las vacaciones, y caminó penosamente un solitario recorrido de regreso hacia el castillo.

Al día siguiente disfrutó quedarse acostado – algo que nunca tenían permitido hacer en St. Edmund's. Durmió hasta las diez de la mañana, cuando Frank Longbottom asomó la cabeza por la puerta.

—Vamos Lupin, ¡te perderás el desayuno a este ritmo!

A Remus le caía bien Frank – tenía un ancho, amable rostro y un trato sencillo. Parecía completamente sólido y digo de confianza, como un hermano mayor. Entendía que Remus estaba acostumbrado a ser un forastero, e intentaba no incluirlo cuando fuese posible sin empujarlo demasiado.

Luego del desayuno Frank se esfumó a la lechucería y Remus se sentó sombrío en la sala común, sintiendo las próximas dos semanas estirándose ante él, vacío y solitario. Consideró una caminata alrededor de los terrenos, pero comenzó a llover estrepitosamente. Reprodujo unos cuantos de los récords de Sirius y hojeó una pila de revistas que unos de cuarto habían dejado, solo mirando las imágenes. Eran más que nada atractivas, glamorosas brujas y magos guapos – supuso que era una revista de modas.

Los siguientes días pasaron muy parecido. Frank lo iría a despertar en la mañana, comería el resto de sus comidas con el resto de los Gryffindor en el Gran Comedor, pero fuera de eso estaba libre de hacer lo que quería.

Estaba tan aburrido que en un punto incluso pensó en hacer algo de los deberes que le habían asignado. Había estado intentando mejorar su escritura, pero era casi imposible con las ridículas plumas de ave que les habían proporcionado. Nadie respondería como la gente cuando preguntaba porqué no podían usar simplemente bolígrafos. Incluso un lápiz habría sido mejor. En realidad, sí trató de leer un poco, pero luego de intentar con un párrafo de su texto de herbología se rindió de frustración. Copió unos cuantos de los diagramas en vez de eso – a Remus no le molestaba dibujar; le gustaba la libertad de ello.

Todos los días caminaba alrededor del castillo por unas cuantas horas, con su mapa. Los otros chicos habían tirado los suyos hace mucho, habiendo aprendido las localizaciones de las aulas de clase luego de la primera semana o algo así. Pero Remus se aferraba al suyo, aún molesto por su incompletitud. Había comenzado a marcarlo él mismo, añadiendo puntos de interés, lugares para esconderse y el pasadizo secreto que había encontrado.

El resto del tiempo lo pasaba evadiendo profesores que se preocupaban de que estuviera solo. No era el único estudiante en la escuela, pero la mayoría de los otros eran de sexto y séptimo, quienes generalmente se quedaban en la biblioteca a estudiar duro para los exámenes, o a trabajar en su trabajo de curso. Slughorn estaba dando clases especiales de Pociones extra en las mazmorras, pero Remus no había sido invitado y probablemente no habría ido de todos modos.

Practicó unos cuantos hechizos, y se entretuvo a sí mismo por unas cuantas horas intentando ver cuántos objetos en su dormitorio podía levitar al mismo tiempo. Lo hizo un juego, lanzando varios objetos – libros, gob stones, barajas de cartas – al aire, e intentando detenerlas antes de que cayeran al piso. Tuvo que parar de hacerlo, eventualmente, cuando Frank tocó la puerta y le dijo irritablemente que no hiciera tanto ruido.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora