Capitulo 8: Primer año: Secretos

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Remus había estado tan ocupado evadiendo preguntas que no miró por dónde iba, y había chocado contra Snape, quien venía por la otra esquina. Ya bastante tenso, Remus levantó los hombros e intentó empujarlo para pasar, de manera brusca.

—Cuidado con lo que haces, Snivellus.

Snape no se movió, y en vez de eso lo empujó, Mulciber apareciendo del lado de su hombro izquierdo, vislumbrándose a modo amenazador sobre los otros más pequeños.

—Sé que fueron ustedes quienes se colaron en nuestros dormitorios la otra noche. —siseó —. Todos ustedes.

—¿Ajá? Pruébalo. —James sonrió arrogante, doblando los brazos.

Los labios de Snape se encresparon.

—No puedo, aún. Pero lo haré. Se las devolveré también, lo prometo.

—Estamos temblando del miedo.  —respondió Sirius, recostándose sobre una pared como si estuviera aburrido —. ¿Ahora serían tan amables de mover el trasero?

—Idea tuya, ¿eh Black? —Snape arrastró sus palabras —. ¿O tuya, Potter? Tuvo que ser uno de ustedes. Pettigrew no tiene las agallas y mi estimado Lupin aquí claramente no tiene el cerebro...

Remus cerró los puños. Podía la mano de Snape en su varita – Severus probablemente sabía todo tipo de maldiciones y maleficios. James le había enseñado a Remus uno o dos, pero estaba demasiado ciego de rabia como para recordarlos.

—Abran paso, caballeros. —Una aguda voz repentinamente sonó por el corredor. Era el Profesor Fliwick, saliendo de su salón de clases para ver de qué se trataba el atraco —. Severus, estás obstruyendo los pasillos, y se supone que deberías estar en mi clase. Vamos.

Remus se sintió sobrecalentado y agitado por el resto de Encantamientos, que usualmente era su lección favorita. Dependía más de trabajo práctico con su varita que de leer o escribir, y comúnmente le iba mejor que incluso a James y Sirius. Encontrando difícil calmarse, se pasó lanzando sus almohadones por la habitación como misiles en vez de guiarlos cuidadosamente por los aros que Fliwick había colgado del techo.

Habían estado trabajado en hechizos de levitación por unas cuantas semanas ya, y Peter era el único al cual aún le costaba. En opinión de Remus, el problema de Peter era la falta de imaginación. James y Sirius eran infaliblemente confiados; y él se encontró con que de que confianza era todo lo que necesitabas para completar los hechizos más básicos. El mismo Remus generalmente se sentía capaz de completar cualquier tarea si se veía lo suficientemente simple. Peter, por el otro lado, se preocupaba por todo. Leía y releía sus libros de texto, intentando copiar los complicados diagramas que tenían en vez de simplemente copiar lo que Fliwick les mostraba.

—Espero que todos sean capaces de levitar este libro para el final de la semana. —dijo Fliwick al final de la clase. El libro era enorme, más o menos la mitad del diminuto profesor, y tenía pinta de que a un hombre adulto le costaría cargarlo muy lejos —. Así que vengan preparados para una rápida prueba de sus habilidades.

Peter gimió mientras recogieron sus cosas para irse.

Remus había logrado calmarse para la hora de la comida, pero aún tenía problemas para controlar su magia más tarde al atardecer y agradecía que solo tenían Herbología e Historia de la Magia. Se preguntaba si era su temperamento – el cual siempre había sido corto – o si era la luna llena. Siempre tenía mucha energía luego de una transformación, incluso antes de que pudiese hacer magia. Ahora su varita zumbaba en su mano como estática en una antena de televisión. Intentó un rápido "Lumos", escondiéndose en un cubículo de baño entre clases, y casi se quema las retinas.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora