Capitulo 3: Primer año: Las elecciónes

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Se sentó en el banquillo, McGonagall mirando hacia abajo directo hacia él. Le recordaba un poco a Matrona, y un desagrado subió por su garganta. Ella le bajó el sombrero sobre sus ojos. Todo se puso oscuro. No olía a nada en absoluto, y la paz y silencio resultó de hecho en poco de alivio.

—Hmmm —una voz habló en su oreja. Era el sombrero. Remus intentó no encogerse mientras el sombrero ronroneó silenciosamente —, eres uno peculiar, ¿a que sí? ¿Qué tendremos que hacer contigo... quizás Ravenclaw? Aquí hay un buen cerebro.

Remus se estremeció, sintiendo que alguien le estaba jugando una broma. No muy probable, diablos.

—Pero entonces —consideró el sombrero —, podrías ir más lejos... mucho más lejos, si te ponemos en... ¡GRYFFINDOR!

Remus se arrancó el sombrero de la cabeza en cuando lo seleccionó, no esperando a que McGonagall se lo removiera. Se apresuró hacia la mesa de Gryffindor, apenas registrando las porras y aplausos mientras pasaba. Se sentó al lado opuesto de Lily y Sirius. Lily le lanzó una sonrisa satisfecha, pero él solo miró a su plato vacío.

Para cuando fue el turno de las "P", Remus se había recuperado un tanto y fue capaz de mirar con cierto interés mientras Peter, un niño pequeño y gordinflón se apresuró hacia el sombrero seleccionador. Peter era el tipo de niño que no duraría cinco minutos en St Eddy's. Tenía una mirada nerviosa y crispada que los demás chicos siempre notaban. Remus estaba sorprendido de que James – que era el opuesto polar de Peter; relajado y seguro de sí mismo, rebosante de confianza – estaba siendo tan amable con alguien tan obviamente inferior.

El sombrero se tomó un largo tiempo con Peter. Incluso los profesores parecían comenzar a ponerse nerviosos, mientras los minutos pasaban. Finalmente, fue seleccionado a Gryffindor, y mucho más rápido lo fue James, quien fue a zancadas hacia la mesa con una enorme sonrisa en su cara.

—¡Qué bueno que es eso! —se dirigió a los otros tres chicos. —¡Todos lo logramos!

Sirius gimió, su cabeza en sus brazos sobre la mesa.

—Habla por ti mismo —respondió, ligeramente silenciado —, mi padre me va a matar.

—No puedo creerlo. —Peter seguía diciendo, los ojos como platos. Aunque claramente había conseguido lo que quería, no paraba de retorcer las manos y lanzando miradas sobre su hombro como si alguien fuese a venir en cualquier momento a decirle que intentara de nuevo.

McGonagall efectivamente vino, pero colocó una huesuda mano sobre el hombro de Remus.

—Sr Lupin —dijo, discretamente pero no lo suficiente como para que los otros niños no pudieran escuchar —, ¿si pudiera venir a mi oficina luego de la cena? Está junto a la sala común de Gryffindor, uno de los prefectos se la puede mostrar.

Remus asintió, callado, y ella se fue.

—¿Qué fue eso? —preguntó James —. ¿McGonagall ya te llamó a su oficina?

Incluso Sirius miró hacia arriba, curioso. Remus se encogió de hombros, como si no le importara de cualquier forma. Sabía lo que estaban pensando – el niño rudo ya estaba en problemas. Sirius estaba mirando su ojo morado de nuevo. Afortunadamente, la comida había aparecido, distrayendo a todos. Y realmente había "aparecido" – los platos previamente vacíos de pronto estaban colmados con un verdadero festín. Dorados pollos rostizados, montones de crujientes papas rostizadas, platos de zanahorias vaporizadas, guisantes bañados en mantequilla, y una enorme jarra de rica salsa oscura. Si la comida iba a ser así todo el tiempo, entonces Remus se preguntaba si podría ignorar sombreros parlantes y pedantes compañeros de casa.

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