Capítulo 2: Primer año: El expresso de Hogwarts

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Justo entonces, se dio cuenta que alguien lo miraba de vuelta desde la plataforma. Era otro niño, de su misma edad. Era alto y delgado, pero no flaco como Remus. Tenía cabello oscuro, mucho más largo que el de cualquier otro chico que hubiera visto, ondulándose elegantemente sobre sus hombros. Tenía pómulos finos y elevados, una boca pronunciada e impactantes ojos azules. Viendo a Remus mirando fijamente, el otro niño arqueó una ceja perfecta en un gesto que claramente decía: "¿y tú qué estás mirando?"

Remus apretó la lengua bajo su labio inferior para que su barbilla sobresaliera, haciendo una mueca. El otro niño sonrió burlón, apenas, luego le levantó dos dedos.1 Remus casi se rió.

—Sirius, ¡¿qué crees que estás haciendo?! Ven aquí ahora mismo. —Una bruja con pinta bastante severa y las mimas cejas angulares que el niño se metió en la escena, jalando a su hijo lejos de la ventana. El chico rodó los ojos pero obedeció, y desaparecieron hacia arriba de la plataforma.

Remus se sentó en el maltratado asiento de cuero y suspiró. Se comenzaba a sentir hambriento, esperaba que el viaje no fuera demasiado largo. Matrona le había empacado dos sándwiches de queso seco y pepinillos y una manzana, pero no le apetecían demasiado.

Luego de unos minutos más, la puerta de su vagón se abrió de golpe, y una niña entró corriendo. Ignoró a Remus, abalanzándose a la ventana, presionando las manos contra el vidrio y despidiéndose frenéticamente de su familia parada sobre la plataforma. Era pequeña y pálida, con cabello rojo brillante recogido en una apretada trenza. Su cara estaba enrojecida de llorar.

—Es horrible decir adiós, ¿verdad? —tenía un elevado acento de clase media.

—Uh, sí, supongo. —Remus asintió, cohibido. No le gustaban mucho las chicas. St Eddy's era para un solo sexo, y el único contacto que tenía con mujeres era la Matrona y la enfermera de la escuela – ambas eran crueles, perras viejas. La niña lo miraba curiosa.

—¿Eres de familia muggle también? Mi nombre es Lily.

—Remus —respondió, torpemente —, mi padre era un mago, pero no lo conocí... bueno, crecí con muggles.

—No lo podía creer cuando recibí mi carta —ella sonrió, cálida, animándolo —, pero no puedo esperar a ver cómo es, ¿tú sí?

Remus no podía pensar en cómo responder – pero no tuvo que hacerlo. La puerta se abrió de nuevo y un niño asomó la cabeza. Tenía cabello negro y largo, como el chico al cual Remus le había hecho muecas, pero era totalmente recta. Tenía una nariz larga y el ceño profundamente fruncido.

—Ahí estás, Lily, te he estado buscando por una eternidad. —dijo, echándole a Remus una mirada sucia, el tipo de mirada a la cual estaba bien acostumbrado.

—¡Sev! —Lily saltó de su asiento y lanzó sus brazos alrededor del chico. —¡Estoy tan feliz de verte!

Él le tocó el hombro, tímidamente, las mejillas ligeramente rosadas.

—Ven a sentarte en mi vagón, hay bastante espacio.

—Oh... —Lily miró hacia atrás. —¿Puede venir Remus? Está aquí solo.

—No estoy seguro —el otro niño, Sev, miró a Remus se arriba abajo, considerando cada parte de él. El corte de pelo rebelde, los jeans desgastados, la camisa deteriorada, la maleta de segunda mano —, quizás no haya tanto espacio.

Remus se encorvó en su asiento, subiendo sus pies en el banquillo opuesto.

—Vete al diablo entonces. No quiero ir a tu estúpido vagón. —miró por la ventana, a propósito.

Lily y el otro chico se fueron. Remus bajó sus pies al piso de nuevo. Suspiró. Estaba ruidoso, afuera del pequeño vagón. Podía escuchar gritos y risas y búhos ulular y unos cuantos de los estudiantes menores aún llorando. De nuevo, se encontró a sí mismo encerrado lejos de los demás. Se comenzaba a preguntar si simplemente era lo que le tocó en la vida. Quizás cuando llegara al lugar este de Hogwarts lo obligarían a dormir en una celda por sí solo también.

Hubo un repentino golpe en la puerta – una corta, alegre melodía – y se abrió nuevamente. Remus se encorvó aún más en su asiento, mientras un chico de rostro amigable con un alboroto por cabello y grandes gafas redondas entró, sonriendo de oreja a oreja.

—Hola —le estiró una mano a Remus —, ¿primer año? Yo también, soy James —asintió hacia un niño bajito que lo siguió adentro —, este es Peter.

Remus sacudió la mano de James. Se sintió fácil y cómodo. Por primera vez, el apretado nudo en su estómago se comenzó a desenrollar.

—Remus.

—¿Podemos sentarnos aquí? En todos lados está lleno y Peter se está mareando.

—Que no. —Peter murmuró, tomando el asiento opuesto a Remus, mirándolo de reojo. Sí se veía un poco verde. Se frotó las manos en el regazo y miró hacia el piso.

—¿Sabes en qué casa vas a estar? —preguntó James, directamente. Remus sacudió la cabeza. No sabía nada sobre casas. ¿Era ahí donde dormirían? —¿Dónde estuvieron tus padres? —James persistió. —¿Fueron a Hogwarts?

Remus asintió, lentamente.

—Mi padre fue. No sé a qué casa igual. Mi mamá no. No era – un muggle.

Peter miró hacia arriba, de pronto.

—¿Eres un mestizo?

Remus se encogió de hombros de manera impotente.

—Cállate, Pettigrew — James castigó al chico junto a él —, como si eso importara.

Remus estaba a punto de preguntar lo que significaba ser mestizo, cuando la puerta se abrió de nuevo. Era el niño lindo que le había blasfemado en la estación. Echó un vistazo alrededor, furtivamente.

—¿Ninguno de ustedes es familiar mío, verdad? —habló. Tenía el mismo elevado acento de clase alta que Peter y James tenía. A Remus le disgustaron todos enseguida, sabiendo que pensarían que él era común – y un mestizo, lo que sea que fuese eso.

—No creo —James respondió, sonriendo ampliamente —, James Potter. —extendió la mano de nuevo. El otro chico la sacudió, fácilmente.

—Oh bien, un Potter. Papá me dijo que no te hablara. —se sentó junto a Remus, sonriendo abiertamente. —Sirius Black.

All the young dudes - españolWhere stories live. Discover now