17|Almohada.

2.8K 382 82
                                    

Samantha libera un largo bosteza achicando los ojos, es una fortuna que está adormilada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Samantha libera un largo bosteza achicando los ojos, es una fortuna que está adormilada. Me pongo de pie sonriendo de los nervios poniéndome la camisa de vuelta.

—Estás soñando —comienzo a mover mis manos con tal de bloquearle la vista al caminar hacia ella —esto es producto de tu imaginación.

—No es común ver a un chico lloriqueando en mis sueños y en calzoncillos —frunce las cejas oscuras de manera acusadora —. ¿Quién es y porqué sigue en el piso?

Abro y cierro la boca en mis intentos de zafarme. La empujo hacia atrás para sacarla de la habitación. Arrastra sus pies con pereza de regreso a su habitación.

Se detiene frente a su puerta y voltea a verme con una media sonrisa.

—Sabía que tarde o temprano iban a enrollarse, pícaros —me guiña un ojo —buenas noches, Ludmila. Y mejor atiende al chico que se ve que algo anda mal.

Es obvio, le di un rodillazo en las bolas.

Maldigo entre dientes dándome media vuelta con prisa para socorrer a Arturo que intenta ponerse de pie.

—¿Te sigue doliendo?

—Sentí que mis bolas me llegaron a la garganta —masculla sosteniéndose de mi mano hasta quedar sentados en el colchón —das buenos rodillazos. Recuérdame nunca hacerte enojar.

Su cara parece que se exprime como un limón. Aparto sus mechones lacios sobre sus ojos peinándolos hacia atrás.

Tenerlo cerca trae como consecuencia fijarme en sus facciones varoniles. Es todo un papucho.

—Perdón por dejarte casi estéril. Mi idea era aparentar ser sensual —encojo los hombros y nuestras miradas se encuentran —. ¿Qué?

—No necesitas aparentar, porqué en serio eres sensual —me sonríe a medias.

Las mejillas comienzan a tener una reacción caliente, situación que nadie más había logrado provocar en mí. Con él es como arte de magia, sin esfuerzo, solo siendo como es.

Llegó un momento en que le tuve envidia por tener un coeficiente más alto que el mío, al principio estuve absorta en mis notas a pesar de que nunca me consideré una matadita y no es como que estudiar para mí sea lo máximo, soy una floja, pero responsable.

A Arturo lo conocí gracias a esos grupos de estudios sin importar la licenciatura que uno estudié y todo empezó por mera competencia para ver quién era el mejor. Por mi parte no necesito hacer bastantes apuntes, me siento orgullosa por tener memoria fotográfica.

Poco a poco comprendí que obtener notas altas no es prioridad a pesar de que el maldito sistema educativo tristemente lo consideré así. Tener un 10 no define tu inteligencia.

¿A qué rayos quiero llegar con esto?

Que Arturo siempre me llamó la atención por ser él mismo, un poco pesado y demasiado competitivo en épocas de exámenes. Lo sé, porque Gael ha estado en mi círculo de amigos pocas veces y se la pasaba quejándose del cerebrito sin vida social y adicto a los cómics. Ahí es donde empezó mi lado retador para llamar su atención, muy loco, ¿verdad?

Demostrar ser la mejor para que se fije en mí, ja, tengo varios circuitos hechos un lío. Eh, era divertido.

No obstante, solo fue algo platónico y empecé a salir con otros chicos.

Una de sus manos me acaricia el mentón hasta que su pulgar traza mi labio inferior sin apartar la mirada.

—Siempre te creí inalcanzable —admite y le miro confuso. Se acerca unos centímetros donde nuestras narices van a rozarse.

Puede uno imaginarse la escena todo cursi, pero la realidad es que sus caricias comienzan a adormilarme obligando a mis párpados sentirse pesados. Le escucho murmurar algo que no comprendo y nos acomodamos hasta quedar acostados.

—¿Te quedas? —susurro apoyando mi cabeza sobre su hombro.

—¿Quieres que lo haga?

Apuesto que debe estar sonriendo.

—No es adecuado manejar a estas horas —susurro en un intento de abrir los párpados para mirarle —y eres útil como almohada.

Su risa se vuelve lo mejor de la noche.

—Yo voy a usarte como almohada —su mano derecha se desliza sobre mi abdomen.

—Arturo.

—Dime.

—Perdón —le escucho suspirar cerca de mi cuello.

—Estoy bien, solo fue el dolor del momento.

Subo la cabeza y abro los ojos.

—Me refiero a lo de antes, lo que nos hizo alejarnos más —Arturo niega regalándome una sonrisa de boca cerrada.

—Descansa.

No voy a negarlo, me sirve como almohada y su toque que logra descolocarme me hace sentir cómoda.

—Te advierto que ronco.

—Yo también, así que voy a ganarte —bromea.

—Hasta para eso eres competitivo —blanqueo los ojos —agh, no se puede contigo.

Hago un intento para rodar y darle la espalda, me detiene a medias hasta pegarme a su pecho. Siento el corazón acelerarse, hemos ido demasiado rápido que resulta surreal.

Supongo que es algo de una noche. No quiero preguntar y arruinar el momento.

Comienza a acariciarme la mata de rulos que tengo como cabello, el sueño me invade más rápido, pero cuando le escucho tararear una canción suave, es todo para caer.

Comienza a acariciarme la mata de rulos que tengo como cabello, el sueño me invade más rápido, pero cuando le escucho tararear una canción suave, es todo para caer

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Dímelo entre besos [COMPLETA]Where stories live. Discover now