—Y-yo... tú—

Me cortó las palabras.

—¡Lárgate!—se volteó levantando la mano para señalar el bosque.

Cuando observé su rostro nuevamente, quedé sorprendida; Kislev... estaba llorando. Su cabello se encontraba más desordenado de lo normal, tan revuelto que unos mechones daban en distintas direcciones, sus mejillas mojadas, ojos inyectados en sangre y mandíbula tensa. Se veía fatal.

—Kislev, ¿qué tienes?—pronuncié muy suave,—yo puedo ayu-

—Tú nada—detuvo mis palabras por segunda vez—. Vellty... no merezco que estés aquí queriendo saber si estoy bien o mal, soy un monstruo. Y nada de mí te debe interesar.

—Pero lo hace—y lo decía con sinceridad—. Kislev, no pretendo preguntar qué pasó, solo... agh.

A veces las palabras no pueden explicar todo lo que el pecho contiene. Muy atrapado por dentro. Esas palabras que somos incapaces de decir en voz alta.

Me acerqué a él y lo rodee con mis brazos. Un abrazo cálido para alguien tan frío. Kislev se tensó mucho más cuando sintió mi respiración en su pecho, y tardó, pero me respondió de la misma manera. Sentí sus manos acariciar mi espalda. Y así nos quedamos, él escondió su rostro en mi cuello y me apretó con una fuerza que rozaba la delicadeza. Algo tan sutil, pero lleno de sensaciones.

Cerré mis ojos esperando que el tiempo transcurriera y ese instante jamás acabara. Que nos quedáramos abrazados en medio del bosque, escuchando solo la respiración del otro.

Es que, en ocasiones lo único que necesitamos es un simple acto como el de un abrazo para que nuestras piezas se unan. No es el pegamento que lo solucione todo, pero sirve para dar un respiro de calma.

—Se lo van llevar—dijo, separándose de mí y mirándome directamente a los ojos—. Lejos. Muy lejos. Y puede nunca lo vuelva a ver.

No entendía sus palabras "se lo van a llevar" ¿a quién se iban a llevar? Oh... segundos después me di cuenta que hablaba de alguien que yo conocía, hablaba de Preston.

—¿Cómo así? ¿A dónde?—eso no podía ser verdad.

—Sus... sus padres me vieron hablando con él—una mueca de disgusto marcó sus finos labios—. Es mi culpa, Vellty. Todo esto es mi culpa.

—No te puedes echar la culpa, Kislev. Los padres de Preston son muy sobreprotectores, seguro pensaron lo peor.

—Claro, ¿y lo peor qué es? Que le diga la puta verdad en la cara. Le estuviera haciendo un favor.

—¿La verdad?

Todo sonaba muy confuso para mí. Aun no sabía que relación mantenía Kislev con el pequeño. O las razones para que le afectara. No sabia nada de nada.

—Si, Vellty, la verdad—soltó molesto, todo su cuerpo destilaba veneno, que de ser yo la causante de su molestia, caería muerta de inmediato.

—¿Hablamos de algo grave?

—Nah, de hecho, es divertida—presionó sus labios formando una línea.

Red - [La Orden Sangrienta]Where stories live. Discover now